Agustín Tosco fue uno de los dirigentes obreros más emblemáticos de esa época. Se definía como del “sindicalismo de liberación”.
Tosco fue muy combativo, estuvo preso varios años e incluso murió en la clandestinidad. No se puso en cuestión sus acciones combativas sino en qué difería del clasismo, como orientación política.
¿Por qué Tosco no fue clasista? Diferencias con el clasismo
La corriente del sindicalismo de liberación se diferenciaba del clasismo en dos aspectos. Por un lado, Tosco priorizaba los acuerdos con sectores burocráticos, por eso estaba con la CGT de los Argentinos encabezada por Ongaro o la política de presión sobre el ala “combativa” de la burocracia sindical cordobesa, encabezada por Atilio López, máximo dirigente de la CGT provincial, no como una cuestión táctica sino como una cuestión estratégica (1). Y por otra parte, también por la cuestión política, ya que nunca se definió por la independencia política de los trabajadores, a diferencia de los clasistas.
El sindicalismo de liberación perseguía un proyecto de colaboración de clases, tenía un programa que incluía alianzas con sectores de partidos patronales. Hay una cita famosa de Tosco que refleja esta visión: “En la Argentina con el peronismo de avanzada, el radicalismo de avanzada con los sectores de la centroizquierda, izquierda, con un programa claro de tipo nacionalista, democrático y revolucionario vamos a construir el futuro”.
Si bien Tosco se opuso al GAN de Lanusse en 1971 y 1972 (2), fue parte activa del ENA (3), impulsado por el PC, en el marco de la salida electoral como salida burguesa ante la crisis de la dictadura. Luego apoyó al FreJuLi en Córdoba en las elecciones de 1973, en donde el vicegobernador elegido era Atilio López, acompañando a Obregón Cano, que era una fórmula burguesa, negándose a encabezar una fórmula presidencial que expresara independencia política contra Perón, como le había propuesto el PST, al servicio de las candidaturas obreras.
El propio dirigente del clasismo, Gregorio Flores, recordaba que Tosco le había confesado: “Mirá Gregorio, yo soy de izquierda, soy marxista pero orgánicamente no estoy dentro del Partido Comunista, pero no quiero romper con ellos. Me lo dijo mil veces”.
Discutir la estrategia de colaboración de clases de Agustín Tosco no es una cuestión meramente del pasado, sino que tiene una gran importancia en los debates de hoy, ya que es reivindicado acríticamente por diversas corrientes, y direcciones burocráticas de centrales sindicales o sindicatos como Yasky, Michelli, De Gennaro. Además de corrientes de izquierda como Rompiendo Cadenas.
Sacar lecciones para superar la experiencia clasista
A partir del 26 de octubre de 1971, día en que son ocupadas por las fuerzas represivas las sedes del SiTraC-SiTraM, se movilizan miles de empleados públicos, 60 mil trabajadores de distintos sectores: mecánicos de la Fiat, docentes, Luz y Fuerza (Tosco), judiciales, no docentes, etc. El 29, la CGT Córdoba convocó a un paro de 14 horas. A pesar de ser masiva, la medida es pasiva, aislada y sin continuidad; ya que quedó supeditada a un plenario de secretarios generales que a su vez deja en manos de la CGT Nacional, dirigida por José Ignacio Rucci, la convocatoria a nuevas medidas nunca se concretaría.
SiTraC-SiTraM había mocionado el llamado a huelga general, pero fue boicoteado por el conjunto de dirigentes cordobeses, incluido Atilio López y los sectores afines a Tosco.
La experiencia clasista, más allá de algunos intentos posteriores por mantener la organización de las fábricas, llegaba a su fin. Y este desenlace, muestra a la vez, que las alianzas estratégicas de Tosco con la burocracia estuvieron por delante y lo enfrentaron al clasismo en un momento determinante.
El curso sintetizó una reivindicación crítica de esa vanguardia cordobesa que, de haber superado sus propios límites, si se hubiera extendido como una opción de clase, luchado por el frente único obrero para defenderse de los ataques de la dictadura y combatir al reformismo en el movimiento obrero; y si sé hubiera presentado como una opción política, que debería haberse materializado en la lucha por un partido de trabajadores, podría haber sido mucho más que un eslabón para los sucesos que estaban por venir.
Hay que sacar lecciones de los grandes problemas estratégicos del último ensayo revolucionario, ver cuáles fueron los aportes de los luchadores y qué faltó para poder hacerse de una estrategia de poder que triunfara frente a las salidas burguesas. Además de pensar los límites que expresó los más avanzado de los sectores de la vanguardia de los setenta, se torna una cuestión esencial para superarlos y desarrollar las experiencias clasistas de hoy.
* Ver en La Izquierda Diario digital: “Reflexiones sobre los 70. Parte I”.
1. Es decir, no como una táctica eventual de frente único obrero para golpear juntos contra un enemigo burgués, sino que establecía alianzas más duraderas o permanentes con estos sectores.
2. Gran Acuerdo Nacional (GAN). Política iniciada por el gobierno militar de Lanusse que buscaba iniciar negociaciones con Perón en el exilio, cuyo objetivo era alcanzar un acuerdo de salida electoral e intentar aplacar las luchas obreras y populares.
3. El Encuentro Nacional de los Argentinos (ENA) fue creado por el Partido Comunista (con apoyo de sectores del peronismo, socialismo, radicalismo, corrientes sindicales y estudiantiles) en la perspectiva de un frente similar a la Unidad Popular de Chile, como intento de establecer un Frente Político opositor para negociar con la dictadura. Significó un intento de variante reformista, a la izquierda de “La Hora del Pueblo”, que eran las alianzas impulsadas por Perón que reuniría a los partidos que formarían el FreJuLi –Frente Justicialista de Liberación- (Partido justicialista, Movimiento de Integración y Desarrollo, Partido Conservador Popular, Partido Popular Cristiano y otras fuerzas menores) y a la Unión Cívica Radical.
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