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La Izquierda Diario
27 de mayo de 2016 Twitter Faceboock

HISTORIAS DEL ACTIVISMO
Apasionadamente lesbianas
Mabel Bellucci

El 8 de marzo de 1988 los grupos Reflexión Lesbiana, del espacio Lugar de Mujer, y Cuadernos de Existencia Lesbiana decidieron lanzarse al rodeo. Sin más, unas ocho activistas ingresaron a la plaza de los Dos Congresos para participar de la manifestación convocada por la Multisectorial de la Mujer.

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Era una multitud de expresiones de distinto cuño: feministas, agrupaciones de mujeres, de barrios, amas de casa, sindicalistas, referentes de partidos políticos, Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora. En una performance, poco usual para el momento, ellas entraron por uno de los laterales de la plaza con un andar felino que tomaron de sorpresa a las concurrentes. Se las divisaba con carteles de Cuadernos de Existencia Lesbiana, un estandarte de tela rosa y cada una con una flor en la camisa y una cinta en el pelo que decía "Apasionadamente lesbiana", lema levantado durante la Marcha del Orgullo del 28 de junio de 1987 por las calles céntricas de Berlín, que seguramente alguien lo vio inscripto y lo replicó en ese peregrinaje de llevar y traer discursos anclados en el cuerpo y en la sexualidad. Esas cintas fueron hechas especialmente para la ocasión por Elena Napolitano, que integró el Grupo Federativo Gay (GFG) desde sus orígenes clandestinos, en 1982, junto con Zelmar Acevedo y Marcelo Manuel Benítez, ex militantes del Frente de Liberación Homosexual (FLH). Uno de sus argumentos al retirarse fue el poco lugar que ocupaba la voz femenina en las decisiones del Grupo (1).

Artículo de la revista Dar la Cara, entrevista a Elena Napolitano y Zelmar Acevedo

Elena estaba vinculada al feminismo a su manera, sin una adhesión precisa (2). En cambio, sí había una identidad en la cual se referenciaba: ser lesbiana (3). Por ejemplo, se presentó de esa manera en un extenso reportaje de tres horas al GFG llamado "Los homosexuales buscan la libertad", a cargo de Mirta Schmidt, para la revista Dar la Cara año 1, n° 7, julio de 1984. A Elena no le importó salir fotografiada pese a los riesgos que representaba en ese entonces dicha exposición (4). Sin dudas, era una joven audaz si se tiene en cuenta que con 22 años comenzó su trayectoria activista.

Elena Napolitano y Zelmar Acevedo

En cuanto a Cuadernos de Existencia Lesbiana se constituyó, en 1987, como un área de estudios sobre lesbianismo a cargo de Ilse Fuskova y de Adriana Carrasco. También, nuevos bríos las llevó por más. Así, publicaron la primera revista periódica, Cuadernos de Existencia Lesbiana para el 8 de marzo de 1987. En sus comienzos, disponía de un corte casero, diseñada como un boletín artesanal y se distribuida de forma autogestiva. Comenzaron a venderla con muchas dudas y sin ayuda en la marcha del Día Internacional de la Mujer. Para ellas fue toda una sorpresa el agotar los 50 ejemplares que llevaron. Y lo más asombroso que les pedían más, sobretodo gays y anarquistas. Ilse recuerda: "Ellos estaban al borde de la plaza y nos solicitaban más revistas para hacerlas circular. A diferencia de las feministas que nos miraban con desdén y trataban de separarse para evitar algún tipo de compromiso. Si no se nombraba en un sitio cerrado menos aún en un sitio abierto como era la plaza. Nosotras nos sentíamos unas revolucionarias. Poníamos el cuerpo, la cara y con tan poco apoyo por parte de las feministas con excepción de Marta Fontela y Magui Belotti. Todo era un gran interrogante sobre qué es eso? Es peligroso o no es peligroso?" (5). Simultáneamente, también significó una de las primeras organizaciones lésbico feminista visible en los ochenta.

Ahora bien, el debut de las lesbianas de cara a la sociedad fue acompañado de cerca por feministas heterosexuales identificadas como lesbianas políticas, es decir, aquellas que por más que fueran heterosexuales apoyaban al lesbianismo como un asentimiento a la alteridad sexual. Ana Rubiolo, integrante de Reflexión Lesbiana, expuso los motivos de esta acción: "Por un lado, queríamos favorecer la toma de conciencia de nuestra situación de opresión como mujeres y de nuestra marginación como lesbianas. Por el otro lado, crecer hacia afuera proponiendo la formación de reuniones de reflexión y producción, para las lesbianas interesadas en la propuesta. Nuestra aparición pública generó más tensión" (6). En efecto, tanto las componentes de los partidos políticos clásicos, en especial, del peronismo como agrupaciones feministas heterosexuales allí presentes impugnaron esa primera exposición. Más aún: "en un momento de la marcha se reorganizó una parte de la columna y nosotras, sin quererlo, nos vimos encabezando el contingente de mujeres. Pero la euforia no duró mucho. Escuchamos a peronistas cerca de nosotras comentar enojadas ’no es posible que estas tortilleras encabecen la marcha’. De mal modo invitaron a retirarnos. Nos negamos. Éramos parte del movimiento de mujeres, en los volantes figurábamos entre los grupos convocantes. Nos empujaron. Hubo golpes, una compañera fue lastimada. En medio de la confusión que nos envolvió, fue un grupo de mujeres indígenas que nos apoyó. Nos dijeron: ’Ustedes, igual que nosotras sufren discriminación y violencia’.(7)"

El apartamiento que las feministas políticas les manifestaron a las lesbianas en ese 8 de marzo permanece hoy bajo otras continuidades, otros nombres, otros sitios. La visibilidad del lesbianismo desde las adhesiones más entusiastas hasta las oposiciones más irracionales dentro del movimiento feminista, tuvo un largo trecho.

A la vez, los pocos medios que estaban para registrar los acontecimientos de la marcha al ver a las ocho lesbianas con sus adornos sobre sus frentes comenzaron con los flashes aunque después esas fotos nunca aparecieron publicadas. Ilse Fuskova explicó las razones: "Pienso que para esa época aún era imposible de publicar imágenes positivas de lesbianas. O salíamos en la prensa amarilla o no salíamos en ningún lado. Un foto mujeres felices, orgullosas de ser lesbianas, no era tolerable para el sistema" (8).

Hacia 1987, en paralelo, surgió otra idea que fue crear una agrupación que tuviese como principal inquietud la disputa por el aborto voluntario. Instituir dicho espacio fue fruto del entusiasmo derivado de una mesa sobre aborto, realizada en las VI Jornadas de la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer, ATEM-25 noviembre, bajo el nombre “Vida Cotidiana y hacer político de las Mujeres”. Todo allí quedó hasta que, en esa misma manifestación, un puñado de activistas de la mano de la combativa Dora Coledesky hizo su entrada con la Comisión por el Derecho al Aborto (CDA). Se podría decir que esta asociación se hermanaba con las tendencias del feminismo radical y con una izquierda crítica e independiente. Una de las fundadoras de ATEM, Magui Bellotti, enlazó estos dos hechos tan significativos que se presentaron en un mismo evento: visibilizar y sentirse orgullosas (9). Un dato para no perder de vista: durante años tanto el aborto voluntario como el lesbianismo, en simultáneo, fueron omitidos y silenciados de la exhibición pública por parte de las feministas institucionalizadas. Por más que ambos colectivos- Cuadernos de Existencia Lesbiana y la Comisión por el Derecho al Aborto- crecieron sin masividad alguna, no obstante, se reservaron como un germinal político, una latencia que no cesaría.

Lejos de toda sutileza, sin ánimos de ocultamiento alguno y con una directriz fija, tales frentes profundizaron con su lucha la propuesta más irruptora de estos últimos años: el derecho inalienable y soberano a la libertad sobre el propio cuerpo. Se manifestó así como momentos de acumulación de conocimiento tanto técnico, político como retórico, con un ímpetu potencial impuesto por la fuerza de los hechos. Este presente no hubiese sido el mismo sin el apasionado activismo de contienda y la voluntad política desplegada por parte de dichas membresías autogestivas. En consecuencia, en esa paradigmática movilización del 8 de marzo de 1988 emergieron el aborto voluntario y el lesbianismo en un mismo contexto histórico y dominio político.

° Activista feminista queer. Integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Gino Germani-UBA y de la Cátedra Libre Virginia Bolten de la UNLPlata. Autora Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo. Capital Intelectual. 2014. Agradezco la lectura atenta de Juan Pablo Queiróz.

Las fotografías de archivo fueron cedidas por la autora.


NOTAS

(1) El GFG editaba la revista Postdata que tuvo una salida efímera. Fueron solo dos números publicados entre marzo y septiembre de 1984 con textos de Zelmar Acevedo, Marcelo Manuel Benitez, Elena Napolitano, Néstor Perlongher y la feminista brasilera María Carneiro da Cunha. Datos aportados por el editor Juan Pablo Queiróz.

(2) En 1985 colaboró en el primer número de la publicación Alternativa Feminista con una historieta Florencio el incomprendido.

(3) En los últimos meses de la dictadura, precisamente en agosto de 1983, empezó a circular un volante escrito a máquina en forma de carta, sin firma, pero se supo que fue redactado por Elena Napolitano. Se tituló “Por lo que más tú quieras, hasta cuando, hasta cuando”.

(4) Datos aportados por el editor Juan Pablo Queiróz.

(5) Entrevista realizada por la autora en mayo de 2016.

(6) CECYM, 1996: “Feminismo por Feministas. Fragmentos para una historia del feminismo argentino 1970-1996” en Travesías, nº 5, Buenos Aires, p.58.

(7) Mogrovejo, Norma, 2000: Un amor que se atrevió a decir su nombre: la lucha de las lesbianas y su relación con los movimientos homosexual y feminista en América Latina, México, Plaza Valdéz, p.291.

(8) Fuskova, Ilse, Claudina Marek, (en dialogo con Silvia Schmid) 1994: Amor de mujeres. El lesbianismo en la Argentina, hoy, Argentina, Planeta, p. 59.

(9) Bellotti, Magui 1999: “Reflexiones sobre la lucha por el derecho al aborto en Argentina” nº 26, año 18, Buenos Aires, Brujas,p. 3.

 
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