La denuncia fue recibida este viernes (29) por la Justicia Federal de Brasilia y convierte en acusados al ex presidente Luis Inácio Lula da Silva y a Delcídio do Amaral (PT), junto a otras cinco personas, por cargos de obstrucción en las investigaciones llevadas adelante en la Operación Lava Jato, a través de una trama para comprar la delación premiada Nestor Cerveró, ex presidente de Petrobras.
Los otros acusados son Jose Carlos Bumlai y su hijo Maurício Bumlai, el banquero André Santos Esteves, el ex-asesor de Delcídio, Diogo Ferreira Rodrigues y Edson Siqueira Ribeiro Filho, quien integra la defensa de Cerveró.
Las investigaciones involucran el análisis de e-mails, extractos bancarios y telefónicos, pasajes aéreos y cuentas de hoteles, a través de mecanismos por los cuales el poder judicial desconoce el marco constitucional, como ocurrió con las escuchas telefónicas y el traslado forzado de Lula en los días previos al golpe institucional.
La acusación de la Procuraduría del Supremo Tribunal Federal (STF) afirma que Lula ocupó un papel central impidiendo y obstruyendo la investigación, determinando y dirigiendo actividades delictivas llevadas adelante por Delcídio y los otros acusados.
En el marco de relativa estabilidad del gobierno interino del golpista de Temer, la disputa jurídica por el caso de Lula marca el regreso de la ofensiva del “partido judicial”, por la cual cada juez, en cada rincón del país, se considera con poder de arbitrar políticamente pasando por encima de las instancias procesales o el marco legal establecido por la Constitución.
Esta semana Lula se reunión en la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para denunciar al juez Sérgio Moro por abuso de poder. Los abogados de Lula señalaron varios ejemplos de incumplimiento constitucional durante el proceso que culminó en el golpe. Esta causa abierta en la ONU es la primera de este tipo para Brasil y la defensa de Lula promete convertir a Moro en una figura famosa internacionalmente por sus arbitrariedades.
A pesar de las cartas jugadas por el PT, frente a una posible caída de popularidad de Temer, de mantener su apuesta en Lula como figura fuerte y responsable para las elecciones de 2018, el escenario de crisis política, social y económico abre un espacio a la izquierda, donde millones de trabajadores despiertan a la vida política, pero también posibilita un mayor avance del poder judicial, privilegiado y corrupto, alineado a los intereses del imperialismo internacional. |