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La Izquierda Diario
26 de octubre de 2014 Twitter Faceboock

EDITORIAL DE EDITORIALES MÉXICO
México: de paraíso para los inversores a país sembrado de fosas clandestinas
Bárbara Funes | México D.F | @BrbaraFunes3

Los capitales internacionales están preocupados. ¿Por los 43 estudiantes
desaparecidos? ¿Por los más de 26.000 desaparecidos en México entre los
sexenios panistas y la actual gestión del PRI? No. Están preocupados porque en
un México convulsionado, con un régimen deslegitimado ante los ojos del pueblo,
no se pueden aplicar las reformas estructurales que PRI-PAN-PRD votaron.

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Tapa original de la revista Time, y su versión intervenida por el ilustrador Mike Sandoval

Se cumple un mes de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal “Isidro Burgos” de Ayotzinapa.

La ejecución extrajudicial de sus tres compañeros Daniel Solís Gallardo, Josivani Guerrero y Julio César Mondragón, más David Josué García Evangelista -14 años, jugador del club de futbol de tercera división los Avispones-, Víctor Manuel Lugo Ortiz -chofer del club de futbol-, y Blanca Montiel Sánchez –una mujer que quedó en medio de la balancera- junto a las desapariciones de los normalistas conmovieron México.

La rabia, al fin, despertó, y se hizo sentir en las numerosas manifestaciones que surcaron el país y que tuvieron eco en numerosas ciudades del mundo, en especial en las movilizaciones del 8 y del 22 de octubre pasado.

En la búsqueda de los normalistas aparecieron 11 fosas clandestinas y al menos 38 cuerpos sin nombre, sin pasado, sobre los que las autoridades afirmaron en un momento que no se trataba de los estudiantes desaparecidos. Y si no son ellos, ¿quiénes son?

Entre la gestión de Calderón –cuando se desarrolló la llamada “guerra contra el narco”- y la actual gestión de Peña Nieto se estima que hay 70.000 muertos y 27.000 desaparecidos, sin contar a los estudiantes de Ayotzinapa.
Hasta ahora el saldo para los que gobiernan es un gobernador obligado a renunciar (Ángel Aguirre), un alcalde fugado (José Luis Abarca) junto con su esposa (hermana de los capos del cártel Guerreros Unidos), todos los partidos institucionales cuestionados por sus nexos con el narcotráfico: Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD) y hasta el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Así, Enrique Peña Nieto pasó del relato exitista de la revista Times “Saving México” (portada del pasado 24 de febrero), con la aprobación de las reformas estructurales –energética, educativa y telecomunicaciones- a perder credibilidad ante los capitales extranjeros.

El 18 de octubre, en el artículo “Cuando el crimen se sale de control” publicado en The Economist, se afirmó que México está muy lejos de ser un país donde reine la ley, que para modernizarse el país necesita mucho más que reformas económicas: necesita ley y orden.

Días después, el 24, publicaron en su artículo “Por fin, el gobernador se va”: “El 22 de octubre decenas de miles de estudiantes realizaron manifestaciones masivas en todo el país, dando al gobierno del Sr. Peña sólo unos días más para encontrar respuestas sobre el paradero de los desaparecidos. Se palpa el sentido de una nación en peligro, que no se limita a los jóvenes, ni a los estudiantes militantes. El resurgir de la violencia del narcotráfico, que azotó México entre 2006-12, que decreció relativamente durante [los últimos] dos años, ha vuelto, llenando de horror a los mexicanos”.

Y cierra afirmando que “esta crisis representa un gran desafío para Peña Nieto, que se mostró hábil para la venta de una gran visión estratégica de la modernización económica de una nación que había perdido el rumbo. No obstante a menos que él comience visiblemente a tratar de ejercer control sobre la delincuencia, a reconstituir el estado de derecho y la gobernabilidad, gran parte de esa credibilidad ganada se le podría escurrir entre los dedos.”

Por su parte, The New Yorker, en el artículo de Francisco Goldman “Crisis en México: la desaparición de los 43” sostiene que “la lucha de México contra la corrupción política y la rampante violencia del crimen organizado que se reproduce no puede no ser cooptado por cualquier ideología o partido o movimiento. El popular hashtag "Todos somos Ayotzinapa" realmente significa que lo somos todos nosotros, tanto en México como fuera de él. El movimiento cívico que ha comenzado debe sostenerse. Tal vez cuando el Congreso mexicano finalmente se haya limpiado, como sucedió en Colombia e Italia, donde la presión cívica sostenida condujo a despidos masivos y procesos penales de los legisladores corruptos, -¿por qué sería posible en esos países y no en México?- México, con un nuevo comienzo, pueda renovar sus argumentos ideológicos apasionados y necesarios con la posibilidad de traducir esas discusiones en las políticas y reformas administradas con honestidad”.

En El País, en el artículo “Iguala y la gobernabilidad latinoamericana” afirman “El hecho es que las instituciones no se muestran capaces de reaccionar —o de prevenir— un remolino que pone en riesgo la gobernabilidad misma y los procesos económicos y de inversión que han arrojado tan auspiciosos resultados en la última década en la mayoría de países. Y no es sólo cuestión de la estadística sobre delitos que aumentan, sino la gravísima expansión del crimen organizado con lo que ello conlleva de impune penetración en áreas importantes de los Estados.”

Los capitales internacionales están preocupados. ¿Por los 43 estudiantes desaparecidos? ¿Por los más de 26.000 desaparecidos en México entre los sexenios panistas y la actual gestión del PRI? No. Están preocupados porque en un México convulsionado, con un régimen deslegitimado ante los ojos del pueblo, no se pueden aplicar las reformas estructurales que PRI-PAN-PRD votaron. Se complica el desguace de Pemex y la apertura a capitales privados en el jugoso negocio del petróleo, el descontento cunde entre los jóvenes, tanto estudiantes como trabajadores, entre los campesinos, entre los trabajadores informales, los precarizados y los de nómina.

La prensa mexicana hoy informa que se registraron saqueos a supermercados en Chilpancingo. Es fácil entender esos hechos si se sabe que en Guerrero de cada 100 personas, 31.7 viven en pobreza extrema, si están hartos de ser asediados por los cárteles del narcotráfico y terriblemente dolidos por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, que pueden ser sus hijos, sus nietos, sus vecinos, sus amigos, sus hermanos.

También hoy se anunció que Secretaría Estatal de Seguridad Pública y Protección Civil (SSPPC) puso en acción un operativo de “resguardo y disuasión” con el despliegue de más de 1.500 miembros de fuerzas represivas en Chilpancingo y localidades aledañas.

Los tres niveles de gobierno responden con más militarización a la justa indignación del pueblo que clama por la aparición de los estudiantes. Pero se cumplió ya el plazo dado por los familiares al gobierno para que dé una respuesta, y nada. Hay 52 detenidos (funcionarios gubernamentales menores y narcotraficantes) pero no hay noticias de los jóvenes desaparecidos. ¿Dónde están?

Quienes quieren que aparezcan con vida los 43 normalistas son los estudiantes, los jóvenes, los maestros, los campesinos, los trabajadores. #TodosSomosAyotzinapa.

 
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