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26 de agosto de 2016 Twitter Faceboock

CRONICA
Una visita al ‘Museo del comunismo’ en Praga
Josefina L. Martínez | @josefinamar14

El “Museo del comunismo” en Praga muestra objetos y escenas de la vida bajo el estalinismo en la ex Checoslovaquia. Una reconstrucción del pasado reciente en clave posmoderna.

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Muy cerca de la Plaza Wenceslao, centro comercial y cultural de Praga, se encuentra el ‘Museo del Comunismo’, en la concurrida calle Na Prikope, en las instalaciones del Palacio Savarin. “Arriba del Mc Donalds, al lado del Casino…” es el lema impreso en carteles y folletos para hacer más atractivo el paseo a los turistas. En su página oficial señala “El Museo abre de 9 am a 9 p.m. (incluyendo días festivos). V.I Lenin debe estar revolviéndose en su tumba.” Toda una declaración de intenciones sobre el contenido de la muestra.

La colección está organizada en varias salas donde se exponen objetos, fotografías y carteles de la época “comunista”, es decir, el período entre 1948 y 1989, cuatro décadas de experiencia estalinista en la entonces Checoslovaquia. En el año 1993 Checoslovaquia dejó de existir como tal, dividida en dos países: las actuales Chequia y Eslovaquia. El país forma parte de la Unión Europea desde 2004 y recibe cada año millones de turistas.

“El Museo presenta un recuento vívido del comunismo focalizando en Checoslovaquia en general y en Praga en particular. Una variedad de áreas está representada, incluyendo: vida cotidiana, política, historia, deportes, economía, educación, ‘artes’, propaganda mediática, las milicias populares, la policía secreta, la censura, las instituciones coercitivas y judiciales (incluyendo los juicios-show del estalinismo) y los campos de trabajo forzado para opositores", anuncia su web.

La muestra está basada en tres secciones: “Comunismo, el sueño”, “La realidad” y “La Pesadilla”.

El Museo fue creado en el año 2001 por un joven ’emprendedor’ norteamericano que como muchos otros encontró en la República Checa una buena oportunidad de negocios después de la llamada “Revolución de Terciopelo” de 1989, acontecimiento que marcó el fin del régimen estalinista y el inicio de la restauración capitalista.

La muestra: del sueño a la pesadilla

Algunas reproducciones de estatuas de Stalin, Klement Gottwald (histórico dirigente estalinista del Partido Comunista de Checoslovaquia), Marx y Lenin abren la exposición, recreando el “culto a la personalidad” del estalinismo en la URSS y sus “satélites” de Europa del Este.

En una fotografía puede verse la famosa estatua de Stalin erigida sobre el Parque Letná, una obra gigantesca (el monumento a Stalin más grande de Europa) que tardó cinco años en construirse insumiendo una cantidad enorme de recursos.

La anécdota es que la estatua, planificada para mirar desde las alturas por siempre, duró muy poco tiempo, inaugurada en 1955 y demolida en 1962, para cumplir con las nuevas órdenes provenientes desde Moscú que había iniciado el período de la “desestalinización” con Kruschev. Una broma circulaba por aquel entonces en Checoslovaquia, que decía que una vez que Stalin se enteró de cuánto había costado la obra, la estatua explotó y se destruyó a sí misma. En realidad, se necesitaron 800 kg de dinamita para demolerla.

Las salas del museo dedicadas a la vida cotidiana recuerdan la escasez de productos de consumo masivo, la instrumentalización del deporte, la educación y el arte por el régimen y la sistemática aplicación de las fuerzas de represión y censura contra todos los opositores.

La posibilidad de contemplar de primera mano estos objetos, imágenes y fragmentos del período estalinista resulta una experiencia muy interesante. Sin embargo, como en toda exposición histórica, los materiales se organizan para construir un relato. Y en este caso es una amalgama que identifica intencionadamente “comunismo” y “marxismo” con “estalinismo”, proponiendo una visión de la historia desde un punto de vista posmoderno -liberal- donde el “sueño” comunista deviene necesariamente en totalitarismo.

El nombre del museo debería ser, más bien, el Museo del (anti) comunismo. Toda la muestra está al servicio del relato del “totalitarismo comunista”, ignorando que el estalinismo fue una deformación monstruosa del marxismo, la negación del comunismo, no su realización. Lo que efectivamente retrata la muestra es el período estalinista, es decir el período de contrarrevolución burocrática en nombre del comunismo.

Esta semana justamente se cumplieron 48 años de la “Primavera de Praga”, un levantamiento obrero y popular contra el estalinismo, que invadió Checoslovaquia con miles de tanques del Pacto de Varsovia.

La historia del siglo XX, las condiciones de emergencia del estalinismo en la URSS y su expansión a los países detrás de la cortina de hierro merecerían una muestra histórica de otro tipo. Lo que es indudable es que las monstruosidades del estalinismo contaminaron la idea de la revolución y el comunismo en las nuevas generaciones de los países del Este.

La idea que se busca transmitir el Museo es que la historia reciente de Checoslovaquia está marcada por el paso del “totalitarismo” al “reino de la libertad” con el regreso del capitalismo desde la década de 1990. De lo que se trata, parece, es de un nuevo “culto a la personalidad”: el que otorga la ‘libertad’ de salir del Museo del Comunismo y comerse una hamburguesa en Mac Donalds.

 
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