La homosexualidad en Alemania, como en casi el conjunto de Europa, no se empiezan a penar sino hasta el momento mismo en que desde los discursos médicos y jurídico se la empieza a definir. Los códigos penales, acompañando este proceso, empiezan a determinar castigos a fines del siglo XIX para aquellos que incurrieran en relaciones “contranatura”.
El Código Penal de la era de Bismarck en 1871 incluía el párrafo 175 que castigaba con cárcel al “vicio desnaturalizado cometido por dos personas del sexo masculino o de gente con animales”. Las lesbianas no cayeron bajo el peso de esta legislación en parte por la propia invisibilización de las mujeres, y por consiguiente de su sexualidad, en aquellos años.
Las mujeres de la época eran terriblemente subordinadas en la sociedad germánica patriarcal, y por supuesto, las lesbianas, eran doblemente oprimidas, primero por su condición de mujer, y también al ser calificadas como “flappers” en referencia a aquellas que usaban ropas de hombre.
La legislación les prohibía además unirse a las organizaciones políticas. Por consiguiente, muchas lesbianas se sumaron al movimiento homosexual durante estas décadas. Uno de los reclamos que más se hizo pesar era eliminar el párrafo 175 del Código Penal.
En 1908 la prohibición de que las mujeres se unieran a organizaciones de levantó. Paralelamente se reforzó el párrafo 175 extendiendo la prohibición de relación sexo afectivas también entre las lesbianas. “Es de interés de la moralidad pública y de la prosperidad común que las cláusulas se extiendan también las mujeres”, tal como rezaba el principal cambio que se realizaba a este inciso.
La instauración de la República de Weimar en 1918 no introdujo cambios legislativos en las leyes que perseguían a lesbianas y a gays. Sin embargo los años 20 en Alemania fueron testigos de un reverdecer en la vida homosexual que se expresaba en clubes, organizaciones homófilas y de la aparición de las primeras organizaciones gays y lesbianas.
La República de Weimar surgió tras la derrota de la Revolución de Noviembre de 1918 y estuvo dirigida por gobiernos socialdemócratas y conservadores. Durante la década del 20 Alemania se convirtió en un escenario de enfrentamiento entre las fuerzas revolucionarias y el fascismo y dos alzamientos obreros destacan en esta historia. Es en este marco que hace su aparición la primera revista lésbica alemana, “Die Freudin” (La amiga)
Se publicaba en la ciudad de Berlín para más precisión en un damenklub (club de damas) cuyo nombre era “Violetta” donde las mujeres se reunían para charlar de sus vidas. En su mayoría eran lesbianas pero a su vez también ingresaban mujeres heterosexuales.
A la revista la financiaban entre aportes de corresponsales y lectoras con suscripciones, pero se sostenía en su mayoría por la “Liga por los Derechos Humanos”, una organización homosexual que al igual que sus compañeras, también tenían sus propias revistas como “Die Insei”, una revista homo erótica y política. Cabe destacar, que esta organización llegó a tener 48.000 miembros en la década de 1920.
“Die Freundin” se publicó en el periodo de los años 1924 a 1933 y fue la pionera en tocar temáticas cotidianas que importaban a las lesbianas alemanas. Se publicaba de forma semanal, y entre sus temas principales se destacan líneas editoriales dedicadas a cultura local, apartados políticos, educativos, al igual que historias cortas y novelas que enviaban mujeres de diferentes puntos de Alemania. Incluso, también tenían una sección exclusiva para travestis.
Lo progresivo de la revista es que los alcances de estas publicaciones se extendieron más allá de Berlín. Las mujeres que vivían en pequeñas ciudades y pueblos encontraron una forma de expresar su vida. Tal como lo expresaba una lectora de la localidad de Karlsruhe: “No puedo seguir prescindiendo de esta revista”.
Otra lectora se expresaba de la misma manera: “Lo compre cuando no era conocido, en un kiosco donde nadie me conocía, se sentía como caminar con una bomba en tu bolsillo. Intenté leerlo donde pudiera, hasta en el baño donde nadie pudiera molestarme y no me sorprendieron. Ahí es donde lo leí”.
“Die Freundin” también fue utilizado como un canal de comunicación en el ambiente lésbico para que mujeres de diferentes lugares pudieran conectarse, intercambiar discusiones, escritos eróticos, armar actividades culturales o círculos de lectura. También publicaban cartas de sus lectoras que expresaban como establecían sus vínculos en clandestinidad en un contexto donde los alcances de la libertad sexual eran restringidos a una minoría que podía disfrutarla solamente dentro de costosos bares nocturnos y burdeles, que en general eran en su mayoría hombres y algunas mujeres privilegiadas de la alta burguesía.
Luego de esta revista, le sucedieron tres semanarios más de interés lésbico; “Frauenliebe” (“Amor de mujeres”) la revista “Garçonne” (conjugación en francés que quiere decir marimacho) y “Liebende Frauen”.
“Die Freundin” tuvo diversos problemas de censura y persecución por parte de la República de Weimar, que amparándose en el artículo 175 del Código Penal aprisionó a más de 800 homosexuales y lesbianas considerados zoofilicos y perversos. De 1928 a 1929 la revista fue cerrada por el gobierno bajo una ley que “protegía” a la juventud de literatura «de ínfima calidad y obscena». Durante esos años, la revista se publicó bajo el nombre Ledige Frauen («Mujeres solteras»).
El fin para esta revista de vanguardia, junto con todas las revistas homosexuales, fue obra de los nazis, tras su ascenso al poder en 1933. Los bares y clubes de encuentro para las personas LGBTI fueron otros de los blancos. Los nazis introdujeron una versión más severa del párrafo 175, un beso o un apretón de manos podía mandar a un hombre o a una mujer a la cárcel.
Sin lugar a duda estas revistas constituyeron las primeras que reflejaban las pasiones, la vida diaria y política de miles de lesbianas en un clima de guerra imperialista y avance del fascismo. La comunidad homosexual vio intensificada la manera en que fue perseguida.
En Argentina, luego de la revuelta de Stonewall, comenzaron los inicios de publicaciones tales como la revista “Somos”, que publicaba el Frente de Liberación Homosexual, en una década de radicalización social, cultural y política. El movimiento LGBT argentino se organizó en torno a posiciones anticapitalistas y por la libertad sexual. En este sentido también destacan agrupaciones como “Safo”, una organización lesbiana con estos mismos planteos.
Las lesbianas ocuparon un rol protagónico en todos los momentos históricos que las atravesaron. La prensa escrita, revistas, diarios dan cuenta de ello. Estas experiencias son una parte fundamental para empezar a pensar los inicios de organización de gays, lesbianas y transexuales. |