Fotografía: Cazadores de tormentas / Catamarca
Cuando el estado tiene que desalojar un barrio pobre actúa con premura, cuando tiene que perseguir a la juventud en los barrios se precipita y sobrexcitan los comisarios, periodistas, curas y funcionarios criminales de toda estirpe. Cuando se trata de humillar a las mujeres negándoles atención especializada de salud de calidad en las maternidades, hacer la vista gorda en los puestos de trabajo de los mineros que viven como esclavos en verdaderos campos de concentración, o descontar a los docentes por hacer huelga, el estado es una máquina aceitada de mirar para otro lado, vigilar y castigar.
Pero cuando se trata de prevenir las consecuencias lógicas de inclemencias del tiempo propias de esta región como vientos fuertes, tormentas de mucho volumen en poco tiempo acumulando gran cantidad de agua en zonas sin obras públicas para encauzarlas, generalmente en los barrios pobres, el estado se ausenta de manera criminal. El saldo del viento del martes fué un jóven muerto.
La tragedia de El Rodeo, totalmente prevenible, aún es tema de debate en la justicia penal contra el entonces Gobernador Brizuela del Moral, de quien la actual gobernadora fue socia. El alud pasó por arriba de una represa que estaba mal hecha (y sobrefacturado), en un recital organizado por la municipalidad con decenas de miles de espectadores, ninguno de quienes fué avisado de lo que sucedía ni por una sirena. Más de 60 muertos. Un verdadero asesinato en masa. Actualmente impune.
Esta estafa se tiene que terminar con un verdadero plan de obras públicas controlado por los trabajadores y el pueblo, que termine con la desocupación, la pobreza, la corrupción y le ponga punto final a las muertes evitables provocadas por cada inclemencia del clima. |