Andrés Ruiz
| Columnista de Rock (programa “Segurola y Habana” – Futurock)
El legendario baterista de Manal en una entrevista imperdible habla sobre su amigo Tanguito, su partida a Europa, sus letras, el Jazz, su educación y el concierto donde compartirá escenario el próximo Viernes 02 en el Gran Rex junto a Willy Quiroga de Vox Dei.
Tu último disco hasta la fecha solista “Pensá Positivo” incluye una composición que hiciste junto a Tanguito llamada “El Hombre Restante”.
Sí, así es. Es una canción de Tanguito y mía. La música es de él y le letra es mía. La había grabado Tanguito en un simple y yo nunca la había grabado, entonces dije “la voy a hacer”. La versión de Tango había salido por una orquesta que sonaba muy bien dirigida por Horacio Malvicino. Y bueno, yo la retomé, la había hecho con Tanguito que fue un amigo de toda la vida así que la elegí por eso. En un momento dije “bueno, es una canción sobre lo que fue llamado la guerra fría”... “la guerra terminó y todo feneció”. Y pensé que quizás no tiene actualidad, como que esa guerra nuclear de la que se hablaba se hubiera disipado. Sin embargo después alguien me sugirió que la grabara igual, porque esa amenaza nuclear no se disipó tanto cuando ves loquitos como el de Corea Del Norte. Nunca faltan loquitos, es un facho el tipo...un enfermo. Pareciera que esos totalitarismos que han fabricado tanta lágrima y tanta sangre en el siglo XX son amados por mucha gente. Como que esa gente es nostálgica, yo igual confío que en Occidente no vuelva...
Pero hay un resurgimiento en Sudamérica por ejemplo, ¿no?
Sí, en el mundo hay lamentablemente un resurgimiento de la derecha reaccionaria. Esperemos que sea moderada por la derecha civilizada. Siempre en el mundo va a haber una derecha y una izquierda. Es el juego oscilante entre lo que hay que conservar y lo que es imprescindible cambiar. Los extremos siempre fueron muy malos. Los extremos se tocan y es algo muy malo, se han tocado en su historia de violencia inhumana y complicaron las cosas sin ulteriormente solucionar nada. Yo pido que hagamos una apología de la democracia y no perdamos el parlamento. La palabra te lo dice, tenemos que tener un “parlamento”. Vos y yo podemos no estar de acuerdo, pero eso no significa que nos tenemos que matar. En nuestro país, que ha tenido una institucionalidad débil, que ha tenido Fuerzas Armadas que se han dedicado a voltear gobiernos, no puede volver a pasar eso. El Congreso tiene que estar presente, porque tenemos que hablar sobre los problemas. Tiene que haber un consenso en un decálogo, en diez puntos. Hay que salvar a los que están en situación desesperada, hay que tener sensibilidad humanista para los más vulnerables, niños, ancianos, excluidos, desocupados...hay que generar trabajo, hay que proteger la industria...y sobre todo, rellenar la grieta con mucho amor. La grieta puede existir, lo que no puede existir es que no nos dediquemos a cerrarla. ¿Sabés qué pasa?, si nos olvidamos del famoso verso del Martín Fierro nos van a devorar los de afuera. Y yo no quiero eso. Ya ha pasado y cómo... gravemente.
Fuiste de los primeros músicos en emigrar del país a principios de la década del ’70. ¿Te fuiste porque el aire estaba ya muy enrarecido?
Sí, bueno, no fue precisamente por eso. No quiero mentir porque no me gusta. No me fui estrictamente por una razón política. Igual no era muy cómoda mi situación. Mis letras son de izquierda, o son populares, o son peronistas. No sé, tomalas como quieras. Son humanistas, también socialistas dentro de un humanismo. Pero no tenía lo que se dice una militancia. Igual eso no hacía falta para tener problemas. Fiel a la verdad, yo me fui porque me invitaron a tocar a México. Siempre me gustó viajar y vino el gran desastre después de que yo me fui, que fue a comienzos de 1972. Estando yo en México me enteré del desastre del Luna Park con La Pesada y también de la muerte de Tanguito que fue muy triste.
Billy Bond dijo que a Tanguito lo mataron…
Sí. Yo tengo la misma intuición. No lo puedo afirmar porque no estaba, pero la intuición la tengo. Era un tipo que se vestía como se visten ahora todos los jóvenes, pero él era uno solo. Entonces lo persiguieron por ese rasgo de libertad. Es una historia muy triste.
Volviendo al viaje…
Bueno, yo ahora preparé un cuadernito de poemas cortos. Poemas “Haikus” o Zen. Uno de esos poemas dice en modo autobiográfico “la primera vez que fui a España me pareció todo una hazaña” (risas)...y bueno, sí, fue una hazaña.
Es increíble cuando contaste que en España no tenías dónde dormir y caminabas por Madrid y de repente escuchaste que te gritaban desde lejos…
Sí, un director teatral. Me ayudaron mucho, me llevaron a un lugar, me prestaron plata para pagar ese lugar, después me habían dado una dirección donde tenía un dato pero no estaba la gente que yo buscaba. Ahí también tuve una gran amistad con Facundo Cabral. Facundo me siguió salvando. En un momento me dijo “esta noche voy a cenar a la casa de Waldo De Los Ríos”, porque estaban hablando de hacer un disco con canciones de Facundo orquestadas por Waldo, que venía del folklore por la mamá, Marta De Los Ríos. Fuimos esa noche y fue bárbaro, Facundo me ayudó mucho. En un momento tiré la toalla y dije “me vuelvo”. Pedí a mi familia que me pagaran el pasaje que me volvía en barco y veinticuatro horas antes apareció Fernando Bermúdez, gran baterista que sigue viviendo en España que había sido batero del Black Combo, el grupo de Sandro y baterista de Johnny Tedesco, de la Cueva. Me encontró veinticuatro horas antes y me comió la cabeza para que me quedara y me quedé. Prorrogué el pasaje por seis meses. Al final me quedé ocho años en Europa. En un mes gracias a Fernando ya estaba acompañando a un solista. Me daban instrumentos, todo. Me dediqué a trabajar de músico. Cuando ví el calor insoportable que hacía en Madrid me fui al Mediterráneo. Me fui a Barcelona. Yo necesitaba el mar. Madrid es una ciudad que no tiene puerto.
¿Y allá te encontraste con los Aquelarre, o con Moris que estaban viviendo en Barcelona?
Con los Aquelarre sí, en Barcelona. Fueron a vivir a un lugar a media cuadra de donde yo vivía. Fueron a tocar a una sala llamada Zeleste y yo tocaba en la competencia que se llamaba Magic. No podía creer que nos encontráramos ahí. Lo ví a Rodolfo con la batería de dos bombos. Y después me fue bien en Barcelona, más tarde me fui a tocar a Ibiza. Estuve trabajando seis meses con un violinista y guitarrista alemán, un bajista canadiense y otro guitarrista venezolano. La ONU era, ¿viste? Con esa banda grabamos en Londres, la grabación se la quedó el violinista. Yo no la tengo. Después me fui a París, me enamoré de una chica parisina y me quedé en Francia. Más tarde seguí trabajando en España. El que andaba en Francia era Miguelito Abuelo. En Ibiza nuevamente toqué con una banda española que tenía un cantante alemán muy bueno y se ganaba dinero. Después me quedé definitivamente en Barcelona.
¿Cómo era por entonces Ibiza?
Se tocaba a la noche, el descontrol era un mito. En el medio de Ibiza no había electricidad. La electricidad estaba en la costa. Te alquilaban en el medio de la ciudad casas baratas porque no tenían electricidad. Los músicos teníamos equipos que estaban alimentados con batería de camión de 12 voltios. Y con eso tocábamos en las casas. Después íbamos a los boliches donde laburábamos. Muchos eran boliches de hoteles. Un día me cansé y comprendí el significado con mi oficio de poeta de la palabra “aislado”. Me dí cuenta de que estaba en una isla y no me gustó un carajo y me dije “yo soy continental”. No me consideraba isleño y me volví al continente. En Barcelona me quedé los restantes cinco años y me fue muy bien. Franco se murió en 1975 y fue el año en el que empecé a trabajar fuerte en Barcelona. Estaba muy fuerte la reivindicación del idioma catalán, entonces no daba para cantar en castellano. Me dediqué a trabajar de baterista. Entré en ese punto en la historia del rock catalán, de Jordie Sierra I Fabra que me nombran como baterista de Esqueixada Sniff, banda que tenía tres guitarristas. Los catalanes no tienen tanto ego y tienen una visión industrialista más inteligente que la nuestra. En la banda había una fuerte influencia de Santana, era instrumental. Trabajábamos muy bien, llegamos a Andorra, un lugar precioso en los Pirineos. En los inviernos me encontraba en Madrid con Moris y me preguntaban: “¿por qué no hacés Rock en castellano?”, y yo decía “nooo”. No tenía ganas, ¿qué me importaba? Prefería quedarme con las suecas en la playa (risas).
Y después hubo un regreso de Manal…
En el año 1979 o 1980 vino Claudio Gabis a buscarme para la reunión de Manal. Vino a buscarme a Europa. Él justo había ido a Portugal, estaba viviendo en Brasil. Fue a tocar con unos tipos brasileños a un Festival de Jazz y de ahí viajó a Barcelona. Me dijo que había una propuesta de volver a Buenos Aires y ahí regresé. Hicimos seis Obras. La reunión duró un año y medio y después se pudrió todo.
Manal 2016 tocando “Avellaneda Blues”
Fue poco después de la reunión de Almendra, ¿no?
Sí, bueno fue una consecuencia de la reunión de Almendra. Gabis reunió a la banda y la desarmó. En la primera etapa el que la desarmó fui yo porque no me bancaba el volumen de los Marshall. Tenía un dolor de cráneo que no lo aguantaba más. En Tucumán, en una gira, fui a un otorrino a que me destapara el oído y quedé muy disgustado. Yo me fui de Manal porque me quería alejar del volumen alto de los Marshall. Yo rompí Manal con un gran dolor porque no quería quedarme sordo. El problema del rock es el volumen alto. Fijate que quedaron todos sordos: The Who, Led Zeppelin, Black Sabbath. Para mí hay un error conceptual muy grave y es pensar que la fuerza está en el volumen. La fuerza es espiritual, está en el corazón, en el alma.
Claro, pero la gente pedía como en la película de Spinal Tap, sonido a volumen 11…
¿La gente? No, creo que no. La gente no pide nada. Eso es la locura de los músicos. Eso lamentablemente empezó con Hendrix. Gran músico pero cero dinámica, porque vos no podés tocar tan fuerte, hermano. No sirve, no sirve...
Pero qué discos sacó Hendrix…
Sí, bueno, pero este es otro tema. No estamos hablando de eso. Estamos hablando de volumen. La calidad de la música está fuera de cuestión, ya lo sabemos. A Hendrix el volumen y las drogas psicodélicas lo llevaron a la locura. El ácido lisérgico y todo ese delirio y pensar que la fuerza es el volumen. No se disfrutaba tocando la batería así porque había que “palear”, que golpear, había que tocar con un bate de baseball. Yo soy jazzero. A mí me gusta el Jazz. El volumen alto no es rock, es una psicosis. ¡El rock no es volumen, muchachos! El rock es swing.
Hablando de drogas, hay teorías que hasta dicen que el Festival de Woodstock fue una especie de prueba de la CIA de drogas hacia y con la gente. ¿Qué opinás al respecto?
Leí, leí...no lo sé. ¿Cómo saber si fue así o no fue así? ¿Qué querían lograr con eso? Qué sé yo...puede ser una mentira, puede ser una verdad. Lo que sí sé es que las drogas, sobre todo las más pesadas no son buenas. No han dado buenos resultados. Fijate lo que pasó con Syd Barrett. Fijate lo que pasó con tipos que tomaron anfetas acá y después con la psicodelia estuvo todo mucho peor...tipos que terminaron con el bocho arruinado como Peter Green. La mezcalina, todo eso no suma. Aparte, ¿qué querés inventar flaco con eso? ¿Creés que con una sustancia química te vas a iluminar? La iluminación es un trabajo de toda la vida, de entrenarte, comer bien, cuidar el cuerpo, de leer y pensar y seguir a los maestros correctos, pero no es meterte un químico en el cuerpo inútilmente.
Sos un tipo al que le gusta leer. ¿Cómo se generó ese contacto con la lectura?
Soy autodidacta. No terminé el secundario y eso me dio una voracidad autodidacta mayor. A la lectura me la inculcó mi padre, quien también me enseñó a escuchar música. Todo eso se lo debo a mi padre. Escuchar jazz, escuchar tango...en mi casa se escuchaba de todo, música clásica también. Mi mamá era española, así que también música española. También francesa o italiana.
¿Apoyaban tus padres la idea de ser músico?
Mi padre me apoyó siempre y mi mamá lo toleró.
En el caso de Tanguito fue justo al revés…
Sí, el padre no quería y la madre lo apoyó. Doña Juana fue una madre para todos nosotros. A veces a la mañana nos íbamos a Caseros a la casa de Tango y nos quedábamos escondidos detrás de los árboles esperando que el padre de Tango se vaya a atender su negocio. Ahí podíamos entrar a la casa. Y Juana que era de una familia humilde nos preparaba un bife con ensalada. Y fuimos...fuimos. Fueron Los Gatos, menos Litto Nebbia que no iba nunca a ningún lado, no iba a ninguna parte. Ciro y Moro sí. (Javier canta)...“me como con la noche/ con mis amigos y también/ con la bohemia fiel/ Con Moris, Pajarito/ con Rocky y con Pipo/ con Tango desde Caseros/ yendo en un viejo tren”...¿te das cuenta? Fue muy lindo lo de ir a la casa de Tanguito, cómo aprendí a tocar la guitarra con él...horas y horas. Y cuando él la pegó con “La Balsa” con la guita que cobró se compró 400 discos, longplays...
Y los perdía en los taxis cuando viajaba, ¿no?
A veces, pobre. Pagaba los taxis con los discos, pero yo qué sé. No importa. Pero lo que habremos escuchado y habremos tocado...¡Dios mío! Y un día Ciro Fogliatta estaba en la casa y al viejo de Tango se le ocurrió volver. Ciro se escondió debajo de la cama de Tanguito y el elástico estaba vencido. Le agarró un ataque de claustrofobia. Salió Tanguito volando de la cama y el viejo se enojó. Lo empezó a perseguir a Ciro que se mandó para el techo. Se metió adentro del tanque de agua. El viejo lo buscó, abrió la tapa y le dijo “¡váyase de mi casa!”. Era una escena de Los tres chiflados.
Tanguito – “La Balsa”
¿Por qué hay músicos que reniegan del arte de Tango diciendo que sabía tocar dos acordes?
¿Pero a mí qué me importa? ¡Mentira! Yo le produje a él el disco con las horas que me sobraron de los estudios TNT. Los tipos que dicen que Tanguito no sabía tocar, ¡pobrecitos! Tanguito es un fundador del Rock en Argentina, un pilar de este género y un mártir también. Los que no lo reconocen peor para ellos. Los que creen que van a crecer desvalorizando a los demás...pobrecitos. ¿Sabés la sopa que tienen que tomar para tener el rock que tenía Tango? Aparte ya de muy joven era el cantante de una banda llamada Los Dukes...olvidate.
Javier, adentrándonos en lo que va a suceder el próximo viernes 2 de diciembre. ¿Cómo se generó este concierto con Willy Quiroga? Hace mucho que no tocás en un teatro como el Gran Rex…
Sí, eso no me preocupa. Lo siento por el Gran Rex que se vio privado de mi sublime presencia. Es un lindo teatro, ¿qué duda cabe? Yo igual he tocado en todos los teatros de la calle Corrientes. No me falta uno.
Has tocado hasta de mañana ahí, ¿no?
Sí, bueno de mañana con Manal tocamos en el Coliseo que no está en la calle Corrientes...pero también han habido conciertos a la mañana. Recuerdo en el Pueyrredón de Flores y en el Astral.
Bueno, al recital del próximo viernes lo genera el productor Martín Toledo. Fui a hablar con él, me habían hablado muy bien de él. Le comenté si podíamos trabajar juntos. En la segunda o tercera entrevista me encontré con Willy. Y Martín me preguntó si trabajaría con Willy y le dije que sí. Siempre tuve buena relación con él. Esta gira ya empezó. Tocamos en Rosario con un gran éxito. Nos turnamos, en el Rex empezará primero Vox Dei. Yo no tengo problemas en tocar antes o después, para mí es lo mismo. Después tocamos juntos unas canciones, los dos tríos. Estoy con un trío en el que está Marcelo Roascio en guitarra que es un maestro y Clavito en el bajo que lo conozco ya desde el año 1980 que tocaba en El Papagayo, que era un lugar en el que se tocaba. Ahí tocaba Luis Salinas. Fue un semillero de grandes músicos. Quedaba cerca de la calle Junín, Larrea...cerca de una plaza de Avenida Córdoba. A mí me gusta escuchar a los músicos de la noche. En Nueva York los músicos de jazz tocaban toda la noche, ahí ví a los músicos de jazz que admiré siempre.
Estás hoy en un presente más mediático, sale en estos días el disco de Manal en vivo…
Sí, y me gusta. En estos días sale la reunión de Manal de esa noche histórica y por otro lado estoy con la nueva banda que no es Manal, lo aclaro, es Javier Martínez. Pero bueno, no pude lograr que pusieran el nombre Javier Martínez del mismo tamaño que el nombre Manal.
Igual leí a Claudio Gabis hablando bien de tu próximo recital, apoyando el concierto.
Sí, pero bueno...nos dio bola a nosotros, ¿viste? A pesar de que soy el creador de la marca nunca me voy a poner el nombre Manal porque no soy tan ridículo, pero bueno, son los empresarios. Ponen Manal y a Javier Martínez lo ponen chiquitito y me complican la vida al pepe. Pero bueno, ¿qué le vamos a hacer? “Errar humano es”. Hay que perdonar los errores. Pero lo vamos a corregir, después de esta fecha vamos a salir con el cartel como corresponde.
¿Qué sentiste la noche que tocaste junto a Gabis y Medina ante tanta gente hace poco esas dos canciones míticas de Manal?
Bueno, no es que yo perdí el contacto con el público. En 2010 me nombraron ciudadano ilustre de Berazategui y toqué para cinco mil personas. En el sentido humano fue fenómeno. A pesar de las leyendas urbanas nunca perdimos la amistad. Simplemente dejamos de tocar juntos y cada uno tenía que hacer su carrera. La pasamos muy bien.