La caída de uno de los mayores bancos del mundo, Lehman Brothers, inició todo un periodo convulsivo que ha incluido la bancarrota de países como Grecia y Portugal, ha dado a lugar a guerras y problemas migratorios, cuestionamientos a los pilares del neoliberalismo y el consecuente surgimiento de movimientos sociales contestatarios, que han vuelto a poner en el tapete la palabra revolución.
En Chile no ha sido diferente, y el movimiento estudiantil ha sostenido sus críticas a la educación de mercado por 10 años, cuestionamiento que terminó calando en el régimen que se encuentra hoy erosionado por su propia estructura anquilosada, incapaz de procesar nuevas demandas, y por la avaricia empresarial, develada de tanto en tanto por los casos de corrupción que atraviesan tanto a la Nueva Mayoría como a Chile Vamos.
El Partido Comunista, parte de la Nueva Mayoría, no ha escapado a estos escándalos, sobre todo por la quiebra de la Universidad Arcis, pero también por su rol cumplido como gobierno, con episodios como el telefonazo a Jaime Gajardo que dio inicio a la Rebelión de las Bases, el llanto de Camila Vallejos cuando no se aprobaba la Carrera Docente mientras miles de profesores tenían cercado el Congreso Nacional y ahora último, su abstención ante el mísero 3,2% recibido por el sector público. De esta manera no debería extrañar que perdiese la presidencia del Colegio de Profesores, que en las principales federaciones estudiantiles no logre remontar y que probablemente, también pierda en las cercanas elecciones de la ANEF.
Sin embargo, esto replantea y actualiza la lucha por el comunismo, entendiendo que el comunismo significa acabar de raíz con la propiedad privada y la explotación de los empresarios, el capitalismo de conjunto, y con todas las formas de opresión, y no la administración mas o menos benevolente, “humanizadora” para algunos, de un sistema estructuralmente violento. La elección de Trump, producto del desgaste de la política norteamericana con un alto nivel de abstención, demuestra la necesidad de una alternativa política de los trabajadores, la misma necesidad que se evidencia en Chile, con el cuestionamiento cada vez más profundo de la herencia Pinochetista que la Nueva Mayoría no ha sido capaz de canalizar, abriendo espacio a nuevos referentes, principalmente anti neoliberales que no plantean el fin del capitalismo sino más bien el establecimiento de un Estado de derecho con garantías sociales, horizonte que ya fracasó con Sirias en Grecia, que terminó administrando los ajuste de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional sobre a los trabajadores.
Esa es la importancia de actos políticos como el realizado por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores en Atlanta, Argentina, que retoman las banderas del comunismo y enfrentan en la calle y develan en el parlamento los ajustes de Macri contra el pueblo trabajador, poniendo sus tribunas sindicales y parlamentarias al servicio de la lucha de los trabajadores y no para mantener beneficios del sistema. El Partido Comunista abandonó la lucha por el comunismo, pero abriendo un amplio espacio para que otros retomen estas banderas siguiendo el ejemplo del FIT argentino, enfrentando los ataques empresariales, sin rebajar su programa, siendo consecuente y en completa independencia política del gobierno, dejando abierta la posibilidad de la revolución como una alternativa posible y necesaria. |