El nuevo primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, presentó el lunes su nuevo Gobierno y mantuvo a casi todos los ministros del ex primer ministro Mateo Renzi en sus cargos, en una medida cuyo principal objetivo es calmar a los mercados financieros.
Los nombramientos de caras conocidas en el nuevo gobierno italiano busca traer calma y mostrar continuidad política luego de la crisis que significó la derrota por más de 20% en el referéndum convocado para realizar una reforma política. Renzi debió renunciar el miércoles 7 de diciembre, tras la aprobación de los presupuestos para el 2017.
"He hecho lo mejor para formar este gobierno lo más rápido posible", dijo Gentiloni, de 62 años, después de que presentó su lista de ministros al presidente Sergio Mattarella. Gentiloni, quien era el ministro de Relaciones Exteriores de Renzi, dijo que seguiría políticas similares a las de su predecesor e instaría a la Unión Europea a orientarse más al crecimiento.
Sin embargo, el intento de resolver la aprobación del nuevo gobierno, que debe pasar por el parlamento, podría encontrar dificultades. Un pequeño partido de centroderecha que había apoyado al primer ministro anterior, Matteo Renzi, dijo que podría no respaldar al nuevo Gobierno, generando dudas sobre si Gentiloni conseguirá una mayoría en el Parlamento. Denis Verdini, líder del pequeño partido Alianza Liberal-Popular por las Autonomías (ALA), dijo que no apoyaría a Gentiloni si no consigue una representación suficiente en el gabinete.
El nuevo gabinete enfrentará mociones de confianza en ambas cámaras del Parlamento esta semana, antes de que Gentiloni pueda asumir formalmente el cargo para liderar el sexagésimo cuarto gobierno de Italia en 70 años.
Desde la oposición acusan al nuevo Ejecutivo de ser "un Gobierno fotocopia" y Beppe Grillo, el dirigente con un discurso derechista del M5S, ya ha anunciado una movilización antes del 24 de enero para reclamar elecciones, cuando el Tribunal Constitucional se pronunciará sobre una de las leyes electorales que rigen en el país.
De lograr el apoyo parlamentario, el nuevo gobierno deberá hacer frente a la presión de la oposición por el llamado a elecciones anticipadas y a una complicada situación económica que atraviesa el país, en especial el sector bancario y que pone en alerta a las principales potencias de la Unión Europea.
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