Editado por Capitán Swing, con prólogo del músico Nacho Vegas, esta obra nos ayuda a entender un fenómeno que ha invadido la cultura actual.
Seguro que todos hemos oído en alguna ocasión eso de “hipster” o “gafapasta” y todos somos capaces de identificar a esta nueva tribu urbana, algo que no resulta complicado si nos guiamos por la estética que les define. Sus wayfarer, sus camisas de cuadros y sus barbas prominentes les delatan. Sus gafas redondas y su manera de vestir nos hacen pensar en ellos como intelectuales, alternativos, contraculturales o modernos.
Pero ¿todo el mundo aspira a ser moderno? ¿Es una actitud en contra o a favor de la corriente? ¿Implica algún tipo de posición política o estamos ante una especie de consumismo con barniz cultural?
Estas son las preguntas que motivaron a Víctor Lenore, crítico musical, a iniciar un estudio sobre esta nueva cultura que en pocos años ha colonizado las ciudades de todo el mundo, la publicidad, las cadenas musicales de radio, las revistas culturales y las muestras de arte.
Definir más allá de su estética a este movimiento, conocer su implicación social y su carácter de clase es lo que pretende Lenore en su crónica de una dominación cultural. Para ello el crítico indaga en los orígenes del movimiento, sus gustos y hábitos.
Con este análisis logra darnos algunas de las claves que sostienen la definición de la cultura hipster como la estética dominante del capitalismo, que aunque en origen pudo tener una aspiración underground pronto fue fagocitada por los mercados.
Y es que según Lenore “la cultura moderna es un excelente lubricante para el consumo que no crea ningún problema político a nadie con poder en el mercado”. Esta idea es entorno a la que gira el desarrollo de este ensayo cargado de ejemplos más que evidentes de cómo el mercado y el capital ha asumido la cultura indie (el antecedente del hipster) “disfrazada de rebelión” pero que no hace más que perpetuar la política reaccionaria del capital basada en el individualismo y en el consumo.
Lo hipster para Lenore representa las aspiraciones de la clase media, el individualismo, el “apoliticismo”, y la anglofilia sin cuestionamiento. Resultado de la dominación de estos mercados todo producto cultural o tangible que venga del mundo anglosajón es asumido como cool, y su contenido incuestionable.
La clave para Lenore es la definición de hipster como falsa subcultura. Precisamente lo que diferencia al mundo hipster de otros movimientos underground o contraculturales como fueron el beat, el punk o el indie, es la ruptura social, o mejor dicho la no ruptura social hipster.
Todo movimiento cultural progresivo rompe con el marco social en el que surge y lo expresa mediante su estética. La estética agresiva del punk, o la provocadora del indie no era más que la expresión de un cambio más profundo. Entonces, cómo van a romper los hípsters con el marco social del capitalismo si su aspiración es tener cada nuevo aparato tecnológico de Apple, unas Ray-Ban Wayfarer, trabajar en el suplemento cultural de algún periódico de gran tirada y escuchar al grupo favorito de David Cameron, The Smiths.
Y es que según Lenore, el indie terminó por negar toda posibilidad de cambio social, asumiendo el capitalismo y el sistema de consumo como único marco “cuando llegas a la conclusión de que el mundo es un delirio sin arreglo, la única acción con sentido es acumular placer y dinero”.
El resultado: “nihilismo cool como desmovilizador político”.
Tu capacidad de consumo y tu grado de individualismo es lo que te permiten acceder a la esfera hipster.
Si no tienes Iphone, vives en la periferia, escuchas a Manu Chao, y te interesas por la política no eres cool. |