La unión política de Escocia con Inglaterra fue forjada con la firma del Tratado de la Unión de 1707, cuando se formó el Reino Unido de Gran Bretaña y los dos parlamentos, el de Escocia y el de Inglaterra, creándose el Parlamento Británico con sede en Westminster, London. La unión fue sellada, luego de que Escocia atravesara una crisis económica debido a una humillante aventura económica de su colonia en Panamá. Ya en 1603, luego de varios siglos de guerras de independencia, las coronas escocesas e inglesas se unificaron cuando el Rey James de Escocia, de la Casa de los Tudor, le sucedió en el trono a Isabel I (Elizabeth I en inglés) de la Casa de los Estuardo, que no había dejado herederos. James de Escocia rigió conjuntamente Inglaterra, Escocia e Irlanda por espacio de 22 años.
Para el año 1800 la economía escocesa se fortaleció, las ciudades prosperaron y varios de sus ciudadanos asumieron un papel destacado en el imperio británico. Sin embargo, las propuestas para concederle a Escocia algún tipo de gobierno autónomo fracasaron. Recién en 1999, bajo el gobierno de Tony Blair, Escocia logró cierto grado de administración política independiente, bajo el proceso conocido como “Devolución de Poderes”, mediante el cual se volvió a establecer el Parlamento Escocés (disuelto con la firma del Acta de 1707). Esta legislatura cuenta con 129 miembros, elegidos bajo el sistema de representación proporcional y decide sobre temas locales como salud y educación. |