La clase trabajadora demostró sus fuerzas, a pesar del control de las direcciones oficiales
Antes que nada todo el país presenció una enorme demostración de la clase obrera. Los trabajadores entraron en escena mostrando su fuerza social al parar el transporte y los servicios, la producción en las fábricas, escuelas y universidades, etc.
Partir de esto es fundamental, ya que la paralización solo se dio porque las bases obreras, indignadas con el ataque al sistema previsional, elevó su presión al límite y las centrales sindicales que siguen paralizadas desde hace meses y no enfrentaron el golpe institucional, tuvieron ahora que dar expresión a ese anhelo de lucha.
La propia acción del pasado miércoles solo no fue de hecho una paralización general del país, antesala de la huelga general política contra el gobierno golpista, porque las grandes centrales sindicales pusieron un “límite”, creyeron mejor no parar todo, pues no quieren “incendiar al país”, como no se cansan de afirmar.
En una palabra, lo que el 15M demostró es que disposición no falta a los trabajadores, que saben que sufrirán con la reforma previsional y con los demás ataques que seguirán en caso de que la reforma logre pasar. Fue esa demostración de fuerzas la que logró concitar el fuerte apoyo popular que fue la segunda marca del día.
¿Pero estaríamos exagerando? Para tener certeza de que no es así, vale la pena recorrer apenas algunos de los innumerables hechos que marcaron este 15 de marzo.
En primer lugar,fue fuerte el paro del transporte en varias capitales, comenzando por el emblemático subte de San Pablo (con sus más de 3 millones de usuarios por día), que paró casi en su totalidad por la mañana y sólo "operó", parcialmente y en forma precaria, por la tarde debido al ilegal plan de contingencia articulado con el gobierno y la complicidad de los grandes medios de comunicación (que en esta ocasión fracasaron en su intento de reducir el impacto de la acción). Este elemento debe destacarse, no sólo por el peso objetivo que la paralización de los trabajadores del subte impusieron a la jornada en San Pablo, sino porque desde el punto de vista subjetivo, desde hace 10 años los trabajadores del subte no se unían a una paralización nacional y en este caso lo hicieron incluso con todo el peso de la derrota de la última huelga de 2014 y a pesar de toda la política intimidatoria del gobernador del estado Alckmin (PSDB) con medidas cautelares en la justicia, etc.
A esta enorme acción del subte en San Pablo se sumó la paralización de los conductores, con un atraso considerable en la circulación de los ómnibus y la imagen impactante de las terminales vacías por la mañana. Estos casos se repitieron, con intensidad variable, por todo Brasil: en Belo Horizonte no hubo subtes, solo parcialmente en Recife mientras que en Curitiba se contabilizaba una impresionante marca de 100% de los ómnibus parados, entre otros ejemplos.
En segundo lugar, se dio una paralización muy fuerte de los profesores en casi todos los estados. En ciudades como San Pablo, Curitiba, Recife, Teresina y Belo Horizonte los alumnos de la red municipal y estadual no tuvieron clases. Trabajadores estatales federales organizaron protestas en varios estados. Manifestantes de movimientos sociales como el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) y el MST, además de sindicatos, ocuparon la explanada de los Ministerios en Brasilia.
Decenas de agencias bancarias también cerraron en los centros comerciales, mientras que los portuarios en Santos se enfrentaron a la represión policial con palos y piedras, y sus colegas fluminenses bloquearon el puente de Rio Niteroi y otras vías fundamentales de la capital carioca, mientas en Bacia de Campos el acceso al puerto permanecía interrumpido. Los metalúrgicos también se hicieron presentes, paralizando fábricas como la Volks en San Bernardo do Campo, y atrasando la producción y haciendo protestas en la calle como en Osasco, o en Caxias do Sul, o cortes de avenidas como en San Jose dos Campos y otras ciudades.
Los garis (trabajadores recolectores) también pararon integralmente en Curitiba, mientras que en Rio de Janeiro hicieron una protesta independiente de su sindicato, manifestándo por las redes sociales su deseo de paralizar, traicionado por la dirección “amarilla” oficial.
Hacia el final de la tarde, la jornada fue cerrada con importantes actos de calle, en San Pablo (mas de 100 mil personas), en Belo Horizonte (100 mil), Rio de Janeiro (casi 50 mil), Porto Alegre (más de 10 mil), entre otras.
Al menos 19 capitales y el Distrito Federal fueron escenario de protestas, además de innumerables ciudades del interior del país.
El fuerte apoyo popular fue una marca de las protestas en todo el país, en defensa de la jubilaciones
Sin embargo, tal vez tan importante como las paralizaciones y protestas en si mismas, fue la repercusión de la jornada. A pesar del intento inicial de los grandes medios de poner a la población contra los trabajadores que pararon, vimos las más diversas expresiones de fuerte apoyo popular. En las calles, en las terminales de ómnibus y estaciones de subte, en los actos y en todos lados, se hizo visible la amplia simpatía por el movimiento así como el rechazo al gobierno golpista y sus reformas capitalistas. A pesar de los intentos de los medios de mostrar lo contrario, la población aplaudió a los trabajadores del subte que estaban en paro.
Esta correlación de fuerzas, favorable al movimiento, también se expresó en otros aspectos como la casi ausencia de represión (con excepciones como la violencia policial en el puerto de Santos, y al final de la protesta en Rio de Janeiro), en la presión para que los medios adoptaran un tono más “neutro” frente a las protestas o incluso en la medida judicial que anuló la efectivización de la propaganda del gobierno sobre la reforma previsional. El hecho de que el golpista Temer haya insinuado pronunciarse en la televisión nacional, y el hecho aún mayor de haber tenido que retroceder en esta decisión, no son aspectos menores en el marco general.
Pero esta cuestión, sobre la mayor o menor simpatía, va más allá de la posibilidad de detener la reforma previsional. En este sentimiento de solidaridad social entre los de abajo, contra los intereses y planes de los de arriba, germina la semilla de la hegemonía proletaria. Es decir, la capacidad de la clase trabajadora, y sólo de ella, de tomar en sus manos los deseos y las demandas de todos los sectores oprimidos y explotados por el capitalismo, y la posibilidad de dirigir a los más amplios sectores de las masas en una lucha decisiva por la transformación social .
El ejemplo que tuvimos no sólo es un indicador de cuánto la reforma previsional es impopular y de cuán tangible es la posibilidad de derrotarla. Sino también es un recordatorio de esta lección estratégica básica, teorizada sobre todo por Lenin en Rusia hace unos cientos y poco años atrás: es precisamente al tomar en sus manos las exigencias de las masas más amplias de la población que la clase trabajadora completa su propia formación subjetiva como clase, conquista la dirección política y moral de la sociedad, o si quieren, la hegemonía. Esta es la clave de la victoria.
¿Fue derrotada la etapa abierta por Junio de 2013?
Hubo, por lo menos hasta el 15/3, un debate no despreciable en la izquierda sobre la continuidad o no de la etapa política abierta por las Jornadas de junio de 2013, y sobre el contenido mismo de la etapa que entonces se abrió.
En este debate, vemos en particular, la defensa de posiciones equivocadas por prismas simétricos y opuestos por parte de corrientes como el MAIS y el PSTU, partido del que aquella organización se desligó a partir de una ruptura a izquierda ante la política frente al golpe institucional. Analizar más a fondo este debate, y demostrar que tiene consecuencias para la nueva coyuntura post 15M, será objeto de una futura elaboración.
Dejando este debate, por ahora, entre paréntesis, nos gustaría decir que desde el Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT) venimos afirmando en Esquerda Diário, y creemos que fue ampliamente confirmado por la reciente jornada de paralizaciones y protestas, que la relación de fuerzas abierta por Junio aun no fue totalmente revertida. Que a pesar de todos los avances de la derecha, sea en la consolidación (precaria) del golpe, en las victorias electorales de Doria, Crivelli y similares, en el avance de la extrema derecha ideológica, o incluso en la desmoralización de los sectores de trabajadores, fomentada por las mismas direcciones petistas que hoy se vieron obligadas a luchar. A pesar de todo esto, es unilateral definir el conjunto de la situación política - y no hablar de la etapa histórica - sólo sobre la base de estos avances de la derecha.
Las movilizaciones espontáneas de masas en aquel Junio de 2013, después de años y años de parálisis, tuvieron como consecuencia la apertura de una "crisis orgánica" del régimen político, debilitando el centro y abriendo espacio a izquierda y derecha. El 15/03 de 2017, en este sentido, pudo tener el significado inverso al fatídico 15/3 de 2015, cuando las reaccionarias marchas convocadas desde la derecha dieron impulso al proceso de golpe institucional.
Hay hoy, es cierto, vientos a derecha, pero las masas que protagonizaron aquellas jornadas de lucha independiente en Junio de 2013, incluso contra el entonces gobierno del PT, no fueron derrotadas: las batallas principales aun están por delante y no detrás nuestro.
Construir el Frente Único para imponer la huelga general contra Temer
La tarea de derrotar la reforma previsional no puede posponerse. En torno a ella ya se diseñó la acción independiente de la clase obrera. Es la clara voluntad de la clase trabajadora de enfrentar la reforma del sistema de previsional de manera unificada, y el inmenso apoyo popular a los métodos obreros de combate a una reforma que todos repudian.
Pero incluso después de la Jornada de 15/3 el discurso de Wagner Freitas de la CUT fue “no vamos a negociar y si el gobierno no retira la PEC (reforma) vamos hacer la huelga general”. La huelga general solo como amenaza en los discursos de la CUT porque es parte de la estrategia de presión petista, con sus objetivos pensados para el proyecto de Lula 2018.
En nombre de esos proyectos, las centrales sindicales como la CUT y la CTB harán de todo para evitar acciones más profundas y radicales que puedan abrir un cuestionamiento revolucionario a todo este podrido sistema.
Los trabajadores y la juventud no pueden retroceder y dejar sus derechos en manos de un cálculo electoral que en nada responderá a nuestros intereses.
Si queremos cumplir un papel en imponer una lucha seria a las direcciones sindicales mayoritarias, tenemos que unir toda la izquierda clasista en un grito de exigencia: Si la CUT dice que no quiere negociar la reforma, debe dejar de amenazar y comenzar a construir en la base un plan de luchas inmediato para la preparación de la huelga general en el país.
Tenemos que organizar reuniones, asambleas, plenarios de todos los sectores en lucha, a partir de cada lugar de trabajo, construyendo un plan de lucha unitario para dar continuidad y profundizar el potencial que se expresó este miércoles, e imponer la huelga general política que los trabajadores y el pueblo necesitan para derrotar los ataques de Temer y pasar a la ofensiva.
Los profesores han declarado la huelga en varios estados, e incluso a pesar de la maniobra de su sindicato, la Apeoesp, que pospuso la huelga en San Pablo para el día 28/3. Incluso varios sectores de la oposición, como el MAIS, aprobaron esa línea, sin tener en cuenta que una huelga que partiera del impulso del día 15 podría ganar en pocos días la masividad en las escuelas que la burocracia conscientemente no construyó antes.
Pero lo que importa es que incluso esa fecha, el día 28/3, puede ser utilizada como un indicativo concreto para exigir a la CUT, CTB y otras centrales la organización de una nueva paralización nacional, sin dar respiro al gobierno golpista.
Después de esta enorme jornada protagonizada por la clase obrera, no podemos nuevamente caer en errores simétricos opuestos que presentan las propuestas del MAIS y del PSTU. Unos poniendo todo el eje en la presentación de una pre-candidatura de la izquierda, para contrarrestar y dividir el escenario con el proyecto de Lula 2018. Otros, ignorando el debate político y haciendo propaganda socialista abstracta sobre el " gobierno de los consejos"... Pero ambos capitulando al programa general de "Fuera Temer, Elecciones generales", que sólo sirve para ser una variante de izquierda del proyecto petista de mantener la respuesta obrera y popular dentro del régimen actual. Lo que en la práctica, a pesar de las intenciones, significa trabajar conscientemente o no, para Lula 2018.
En lugar de eso, al mismo tiempo que en el plano político se necesita levantar una política más radical, con la propuesta de una nueva Asamblea Constituyente, impuesta por la lucha, la clave del momento está en el otro lado: tener una estrategia para vencer frente a la lucha concreta, de masas, que se está desarrollando ante nuestros ojos.
Construir una izquierda revolucionaria para vencer
Al contrario de lo que pregona el sentido común de muchos activistas, y de lo que proclama el prejuicio institucionalizado de las corrientes reformistas, la tarea de construir una alternativa política revolucionaria y anticapitalista, en combate a las direcciones oficiales del PT, PCdoB y satélites, y la tarea de soldar el más amplio frente único en la acción, no sólo con las entidades dirigidas por estos caballeros, sino incluso con aquellas bajo la dirección de burócratas aun más orgánicos de la clase patronal, son dos tareas que no se excluyen entre sí, por el contrario se exigen mutuamente, dependen una de la otra.
Derrotar de hecho los ataques de Temer, y ni hablar de conquistar las condiciones para una existencia verdaderamente digna para las grandes mayorías del pueblo pobre, negro y trabajador, está fuera de cuestión a menos que la acción consciente de la izquierda anticapitalista y revolucionaria pueda ligarse a la acción espontánea o semi-espontánea de las grandes masas de la clase trabajadora, templada por las lecciones de la primera explosión que fue Junio y de todo lo que ocurrió desde entonces hasta ahora.
Ligar las dos cuestiones, parece ser uno de los secretos guardados bajo siete llaves para la izquierda brasilera.
Dese el Movimiento Revolucionario de Trabajadores, a partir de nuestras modestas fuerzas, nos lanzamos de cuerpo y alma a esta tarea. Así pudimos ligarnos a los trabajadores de la empresa CEDAE, que dieron un gran ejemplo de lucha contra la privatización del agua en Río de Janeiro, a pesar de la traición de su sindicato dirigido por la CTB – mientras la mayor parte de la izquierda que se reivindica revolucionaria daba mas atención a las “huelgas” (motines) de la policía. Si la izquierda hubiese jugado todo su peso, no estaba descartado que los trabajadores podrían haber vencido y eso daría otro tono a la situación nacional, incluso frente al la jornada del pasado 15/3.
Del mismo modo, en la Universidad de San Pablo (USP), en el subte, los profesores, y en todos los sectores en los que estamos, buscamos llevar al frente un combate por la auto-organización de los trabajadores, que para nosotros es inseparable de toda la política del llamado al Frente Único a las direcciones mayoritarias de la clase.
En este sentido, vale la pena explicar el debate con el MAIS, que a nuestro juicio se adaptó a las direcciones sindicales y políticas, llamando al "frente único" sin ninguna exigencia o delimitación, al punto de apoyar la propuesta de Bebel de la Apeoesp de dividir la huelga nacional de profesores. Y ni hablar del PSTU, que a pesar de utilizar una fraseología más "roja", deposita esperanzas de una verdadera huelga general en las negociaciones por lo alto con la cúpula de las centrales sindicales.
El MRT al tiempo que llama a los trabajadores, jóvenes y militantes de izquierda a debatir las lecciones estratégicas y programáticas que debemos sacar de la lucha de clases reciente, estará en la primera línea para exigir a las direcciones mayoritarias que avancen de las acciones parciales y controladas que vienen llevando adelante, y emprendan una lucha seria para preservar los derechos mas elementales de la clase trabajadora, como las leyes laborales y el derecho a jubilarse con tiempo para vivir.
Estamos convencidos de que, por los propios métodos que se desprenden de su naturaleza de clase, los trabajadores y trabajadoras brasileras podrán mas temprano que tarde, transformar sus actuales luchas defensivas en otra lucha, esta vez ofensiva, para quebrar sus corrientes y transformar la sociedad en sentido socialista. |