La sesión de 5 horas y media en el Concejo Deliberante de Olavarría presentó pocas novedades en el discurso del intendente Ezequiel Galli. Su principal defensa sigue girando alrededor de la cantidad “impensada” de gente que llego a Olavarría para el ritual ricotero, desligándose de responsabilidades y trasladando todas las irregularidades a la empresa que organizó el recital.
Aplaudido en su ingreso y acompañado fielmente por su bancada, el intendente buscó presentarse como un pobre hombre engañado respecto a la cantidad de personas que participarían del recital, olvidando (u omitiendo) que como intendente dispone de numerosos recursos y medios para planificar un evento de estas características, cuyo rédito económico reivindicó numerosas veces antes y después de las muertes ocasionadas por su desidia. Las estimaciones de los participantes se redujeron únicamente a las informadas por la empresa organizadora y no existió la más mínima verificación de parte de la intendencia.
Como ya denunciamos en nuestra cobertura del recital la promesa de ganancias extraordinarias está directamente ligada a los millones que ahorran a la hora de preparar la infraestructura donde meter a los cientos de miles de jóvenes que participan de estos eventos.
Muestra de estos negociados fue el convenio donde la productora alquiló el predio del recital por tan solo 300.000 pesos y se ofreció de garante para el alquiler. Al respecto, insistió que el mismo se había cumplido, ya que solo obligaba a la productora a devolver el predio en las mismas condiciones que lo habían adquirido. La muerte de dos asistentes no afectaría los negociados concretados por las partes.
Te puede interesar: #IndioEnOlavarría: denuncian que el intendente presionó para la habilitación del predio
Fiel al estilo macrista, se dedicó a hacer gala de su humildad, reconociendo algunos errores para evitar hablar de su verdadero accionar. Cuando fue consultado sobre la preparación contra cualquier emergencia sanitaria hizo referencia a los dichos de su secretario de Salud asegurando que se habían preparado para una catástrofe “y la catástrofe no sucedió”. Es una pena que nadie de los presentes haya identificado que la atención sanitaria preparada para 150.000 personas, difícilmente haya alcanzado para 400.000 asistentes.
Ciertamente para los funcionarios meritócratas el colapso total del sistema de salud no representa una catástrofe, para el resto de nosotros, sin embargo, representa una escena en nuestras vidas que se da cotidianamente y no solo en el marco de un evento que “traería ingresos que de otra manera serían imposibles” según las palabras del propio intendente. |