Mélenchon es eurodiputado del Front de Gauche (alianza de izquierda con el Partido Comunista Francés), y fue miembro durante cuatro décadas del Partido Socialista. Su avance en las encuestas (un 19% de intención de voto, a cuatro puntos Emmanuel Macron, que tiene el 23%) es inversamente proporcional a la caída del socialista Benoît Hamon, que perdió 6 puntos hasta caer al 8 % de intención de voto.
La política francesa siempre ha tenido impacto al otro lado de los Pirineos, y mucho más en los últimos años. En septiembre de 2015 Iglesias estuvo en Francia con el actual candidato de los socialistas franceses, Hamon. El líder morado dijo entonces: “Tuvimos una reunión con el ala izquierda de los socialistas franceses y estábamos de acuerdo en muchas cosas". Pero ahora que la buena estrella del joven dirigente del PS parece haberse apagado, opacado por el acelerón demoscópico de Mélenchon, Podemos no ha dudado en salir a cantar “La Marseillaise” con el candidato de France Insoumise.
Como lo hizo con la candidatura de Alexis Tsipras en las elecciones griegas de 2015, Pablo Iglesias ha asegurado que varios líderes de Podemos estarán en Francia este 23 de abril para apoyar Mélenchon. La decisión no sorprende a nadie. Mélenchon representa en Francia un proyecto político muy parecido al neorreformismo de Podemos en el Estado español, ambos referenciados previamente con Syriza.
“El futuro en común:” un programa para reformar el "glorioso" capitalismo francés
El Partido Socialista francés sale del gobierno de François Hollande con una crisis de proporciones. Iniciativas legislativas reaccionarias como la Ley Kohmri, resistida por centenares de miles en las calles, o la Ley Macron para desregular la economía, han corroído profundamente la base electoral del PS, al punto que desde la llegada de Hollande al poder ha perdido todas las elecciones intermedias (municipales, europeas y regionales). Las posibilidades del socialismo, ya no de ganar sino de hacer al menos una buena elección, son nulas. Esta crisis es la que viene capitalizando Mélenchon.
El programa de Mélenchon y France Insoumise, llamado “L´Avenir en Commun” (“El futuro en común”), propone una serie de reformas sociales, respondiendo al malestar de grandes sectores de trabajadores y de la juventud con los gobiernos conservadores y socialistas anteriores. Entre estas se encuentran la derogación de la odiada Ley de reforma laboral de 2016, crear más de 3 millones de trabajos y establecer una semana laboral de 32 horas, bajar la edad jubilatoria, salir de la OTAN, castigar a los empresarios que no cumplan la igualdad salarial para las mujeres, e inversiones para mejorar los servicios públicos. En relación a la UE, dice que su “plan A” es negociar, apoyándose en la “grandeza de Francia”, para imponer una renegociación de los tratados europeos y que, si “no nos escuchan”, hay que romper unilateralmente y renegociar en mejor relación de fuerzas, un plan B. Un discurso “soberanista de izquierda” en defensa del capitalismo francés.
Todas estas medidas, que sin dudas tienen buena aceptación entre los trabajadores después de la experiencia con el gobierno de Hollande, sin embargo, no pasan de ser más que “buenas intenciones”. Porque Mélenchon pretende conseguirlas sin enfrentarse a los verdaderos dueños del poder en Francia, los capitalistas franceses. Su propuesta es una “revolución ciudadana” que por la vía electoral y mediante acuerdos parlamentarios “le cambie la cara” al régimen francés, pasando de la V a la VI República de forma pacífica y gradual mediante “más impuestos a los ricos”, “limitar el poder de los accionistas”, “hacer entrar a la ciudadanía a las empresas”, por no hablar de su idea de “refundar las policías” y desarrollar una “policía republicana”.
Al mismo tiempo, Mélenchon plantea “rechazar toda intervención militar…”, siempre que no cuente con el “mandato de la ONU”, que sería el “único órgano legítimo que garantiza la seguridad colectiva”. Es decir que, frente al intervencionismo militar desenfrenado del gobierno de Hollande (que tuvo una guerra por año), Mélenchon propone intervenciones reguladas por esa cueva de bandidos imperialistas que es la ONU. Eso sí, todo en nombre de los principios de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”… o, como decía Marx, “Infantería, Caballería y Artillería”.
Como todo buen reformista, Mélenchon se ubica como un médico de cabecera del capital. Frente a la crisis histórica del socialismo francés con su base electoral, su apuesta estratégica es recomponer la “izquierda socialdemócrata francesa”, realzando los valores de “Francia” para salvar al capitalismo galo.
Por ello no resulta sorpresivo ni mucho menos que Pablo Iglesias y Podemos hayan hecho buenas migas con el candidato de France Insoumise. Al fin y al cabo, también Iglesias defiende una salida “patriótica” a la crisis del capitalismo español.
La alternativa anticapitalista de Poutou que irrumpió en la campaña francesa y el apoyo vergonzante (y vegonzozo) de los “Anticapitalistas” españoles
Aunque las propuestas del candidato de la “revolución ciudadana” vienen ganando terreno (y sobre todo prensa), en las últimas semanas un factor inesperado entró en juego por izquierda en las elecciones francesas: la candidatura anticapitalista de Philippe Poutou, obrero metalmecánico de la Ford en Burdeos y candidato presidencial del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA).
La campaña de Potou es una campaña militante, en la que defiende un programa anticapitalista y de clase, para luchar por terminar con el desempleo, la precariedad laboral y los salarios de miseria, contra la xenofobia, la violencia policial y la violencia hacia las mujeres. Se trata de un programa de combate para unificar a los trabajadores sobre la base de las lecciones de las grandes movilizaciones de los últimos años. Algunas de las medidas transitorias que propone son la prohibición de los despidos y el reparto de las horas de trabajo entre todos, o que los políticos tengan un salario igual al de un trabajador.
Al mismo tiempo, Poutou defiende un programa internacionalista de las y los trabajadores. Contra el racismo, la xenofobia y el discurso antiinmigrantes que está en la base de los programas políticos de los candidatos capitalistas franceses (incluido Mélenchon, que llegó a decir que los inmigrantes “roban el pan a los franceses”), el candidato del NPA defiende que “La única frontera que hay que poner es entre los explotadores y los explotados (...) Hay que luchar contra todos estos prejuicios y reflejos proteccionistas. Nosotros tenemos que tener una política de clase en este sentido y defender la solidaridad y cooperación entre los pueblos”.
Su intervención en el segundo debate presidencial, no sólo tuvo un extraordinario impacto mediático dentro y fuera de Francia, sino que, como dice Juan Chingo en este artículo , “mostró la potencialidad hegemónica de un discurso y programa obrero independiente frente a la profesionalización, corrupción e impunidad de la vida política”.
Ante este verdadero “significado subversivo” de la campaña de Philippe Poutou, el movimiento “Anticapitalistas” del Estado español, que está integrada en Podemos, pero es parte de la misma corriente internacional que el NPA de Poutou, publicó tardíamente un Comunicado de apoyo a Philippe Poutou y al NPA. Un comunicado, sin embargo, vergonzante (y vergonzoso), en el que apoyan la candidatura de Poutou, pero se quejan de que “la izquierda no ha sido capaz de conformar una candidatura amplia y unitaria que recogiera todo ese potencial y descontento con un programa contra la austeridad, agrupando a sectores del reformismo antineoliberal hasta fuerzas anticapitalistas y revolucionarias como el NPA, y que pudiera ser una alternativa creíble a Le Pen.” Es decir, cuestionan al NPA por no haberse liquidado en un gran frente reformista con Mélenchon, como hizo “Izquierda Anticapitalista” (antecesora de los “anticapis”) dentro de Podemos en el Estado español.
Esta es la parte vergonzante del comunicado. Lo vergonzoso es lo que se lee entre líneas, porque su política en definitiva es que Poutou retire su candidatura y apoye a Mélenchon para que éste llegue a la segunda vuelta. Así lo expresa un dirigente de Anticapitalistas, Brais Fernández, en su página de Facebook, quien considera que “sería un salto cualitativo que Mélenchon pasara a la segunda vuelta”, porque agudizaría “la crisis europea desde una apertura progresista, confrontando con el proceso de ascenso de la extrema derecha”, antes de advertir que “apoyar su candidatura y que nos parezca que la campaña es buena no significa que no haya dudas sobre la ‘táctica’; posiblemente, por nuestra forma de ver la política, retiraríamos la candidatura y empujaríamos a Mélenchon en el sprint final con la idea de cambiar el escenario político.”
Aunque la prensa española quiere presentar el apoyo de “Anticapitalistas” a Poutou como una nueva diferencia dentro de Podemos entre los reformistas y los “revolucionarios”, como se ve la situación no podía ser más distinta. “Anticapitalistas” fue la argamasa clave sobre la cual se montó Podemos. Ayudaron a construirlo y a situar a Pablo Iglesias como el nuevo líder de la izquierda reformista, a cambio de la conquista de algunas posiciones institucionales y dentro de la dirección de Podemos. Pero lejos de ayudar a fortalecer una conciencia anticapitalista o revolucionaria, lo que hacen es ayudar a fortalecer la ilusión reformista de que se pueden conquistar cambios fundamentales por la vía institucional y un poquito de presión en la calle. Aunque de eso en dos años no se ha visto casi nada, mientras los llamados “Ayuntamientos del cambio” donde Podemos y los “anticapis” tienen amplias posiciones -incluido el Ayuntamiento de Cádiz gestionado por “el Kichi”-, en dos años han demostrado que no han cambiado nada.
El discurso y la campaña electoral de Poutou ha demostrado, en oposición la lógica ciudadana de hacer un Podemos “a la francesa” que defiende “Anticapitalistas” y que es el proyecto estratégico de una parte de la dirección histórica de la ex LCR/primera minoría de la dirección del NPA-, que desde una lógica de clase es posible desplegar una política para que la clase trabajadora se ubique como sujeto hegemónico, rompiendo la trampa de que sólo hay dos salidas: o bien una modernizadora europeísta (ya sea neoliberal o reformista) o una perspectiva tradicional nacionalista (ya sea conservadora o “soberanista de izquierda”), ambas igualmente capitalistas y reaccionarias.
Sólo por eso, e independientemente de los resultados de las elecciones, la campaña de Poutou ha permitido sembrar nuevas esperanzas de emancipación a un importante sector de las y los explotados y oprimidos de Francia. Quienes hacemos Izquierda Diario apostamos por esta perspectiva. |