El libro de reciente aparición El marxismo de Gramsci. Notas de lectura sobre los Cuadernos de la cárcel publicado por Ediciones IPS, no podía haber tenido una mejor presentación. Como parte de la Cátedra libre “100 años de la Revolución Rusa” impulsada por la Agrupación En Clave Roja y auspiciada por la Revista Ideas de izquierda, se dieron cita los intelectuales Horacio González, Eduardo Grüner, Christian Castillo y el autor del libro Juan Dal Maso (JDM) en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, para debatir durante más de dos horas sobre una gran variedad de temas contenidos en las ideas del marxista italiano.
Próximamente se volverá a presentar en La Plata el jueves 18 de mayo a las 18 h, en un panel en la Facultad de Humanidades de la UNLP del que participará el autor junto a Aníbal Viguera (decano de la Facultad), Marcelo Starcenbaum (docente de la carrera de Historia) y Fernando Rosso (director de La Izquierda Diario y autor de ensayos sobre el tema en Ideas de Izquierda).
El atento auditorio pudo ser parte de distintas controversias sobre su recepción e itinerario en América Latina y la Argentina, sobre los cruces e interrelaciones entre Gramsci y Trotsky, y sobre su arsenal conceptual siempre en disputa para pensar e intervenir políticamente en la realidad actual.
La recepción de Gramsci en Argentina y sus “traducciones” políticas
Eduardo Grüner abrió la presentación reivindicando el libro de JDM en cuanto a “la puesta en escena política” del itinerario de las lecturas de Gramsci tanto en América Latina como en la Argentina. Planteó que el enfoque original reside en tomar los conceptos de traducibilidad e inmanencia como “hilo rojo” para abordar la manera en que se fue traduciendo cada debate y diferencia acerca de sus conceptos en base a las diversas perspectivas de estrategias políticas, manteniendo una distancia crítica con la “traducibilidad” y eurocomunista encarnada por Buci-Glucksmann y Poulantzas, en Europa, y la lectura socialdemócrata de comienzos de los ’80 por José Aricó y Juan Carlos Portantiero. Grüner sostuvo que este itinerario incluyó distintos períodos según las coyunturas históricas desde el momento de apoyo al “peronismo progresista”, el conocido momento de simpatía alfonsinista tensionado por la problemática de la transición a la democracia, llegado al momento de los llamados gobiernos posneoliberales. Justamente las lecturas de las nociones gramscianas de hegemonía, bloque histórico, Estado integral o ampliado, etc. estuvieron impregnadas de su justificación en cada apoyo político.
Asimismo, sobre la discusión acerca del Estado en la famosa fórmula gramsciana de dictadura más hegemonía, Grüner arguyó que se encuentra en sintonía con la del filósofo francés Althusser entre aparatos represivos y aparatos ideológicos del mismo. Sin embargo, sostuvo que JDM da cuenta de una complejidad gramsciana mostrando al Estado en el ejercicio de un triple control simultáneo (el de la fuerza de trabajo en el nivel económico, el de la espontaneidad y las iniciativas populares en el nivel político, y el de la construcción y producción del sentido común en el nivel ideológico-cultural). Además reivindicó el enfoque del libro en cuanto grafica el rol de la burocracia sindical justo en el pliegue entre los aparatos represivos e ideológicos, como garantía imprescindible de la dominación burguesa.
Eduardo Grüner cerró su intervención reivindicando el intento presente en el libro para encontrar una traducción revolucionaria de los conceptos gramscianos, tomando distancia de la matriz frentepopulista que los caracterizaron durante años e ingresando en el campo de batalla por ellos para pensar su actualidad.
La relación de Gramsci y Trotsky: una iniciativa audaz y original
Christian Castillo planteó que el libro de JDM se inscribe en una serie de elaboraciones que el PTS viene realizando desde fines de la década de los ´90 poniendo en juego y haciendo un contrapunto entre las teorías de Gramsci y Trotsky. En la Argentina hay una paradoja: tiene una gran tradición gramsciana (es uno de los primeros países del mundo fuera de Italia donde se difundió a Gramsci, y fue la cuna de la experiencia de Pasado y Presente), y además tiene una gran tradición de una izquierda trotskista militante; pero sin embargo en nuestro país nunca se habían puesto en discusión, en contrapunto o en una relación las teorías de Gramsci y Trotsky. Planteó que ambos en persona tuvieron poca relación debido a las circunstancias de encierro en una cárcel fascista del primero, y de la persecución estalinista y exilio permanente del segundo. En estas condiciones, Gramsci se forjó sobre Trotsky una serie de equívocos y muy probablemente desconocía las posiciones políticas que desarrolló entre fines de los años ’20 y la década de ’30. Por otra parte, tampoco los trotskistas argentinos se habían dedicado previamente a poner en discusión ambas teorías.
Luego Castillo pasó revista por los usos de Gramsci que quieren mostrarlo separado de la perspectiva revolucionaria. Un Gramsci en modo reformista que pensaba supuestamente en una radicalización de la democracia burguesa y no en una verdadera revolución social con enfrentamiento físico y la toma del poder por parte de la clase obrera. También abordó la lectura autonomista que lo quieren presentar como “sin partido”, cuando el marxista italiano se reivindicaba miembro del Partido Comunista de Italia (PCd’I) hasta en su encierro carcelario.
En referencia a lo que llamó “la vulgata académica”, Castillo planteó dos aspectos que constituyeron su tergiversación. Por un lado que el derrotero de los gramscianos argentinos, tanto por su giro socialdemócrata alfonsinista como por su aporte en la reconstitución de las Cs. Sociales a la vuelta de la dictadura militar, los llevó a difundir en casi todas las cátedras universitarias de Sociología, Historia, Cs Políticas y otras, un Gramsci a su medida, al servicio del abandono de la perspectiva de la revolución, y que supuestamente reivindicaba la democracia a secas, con la renuncia de su carácter de dominación de clase. Por otro lado, la difusión de una falsa “historia del marxismo” encarada por Poulantzas, respecto de concebir un Marx creativo y abierto, un Engels dogmático, luego a Lenin y los bolcheviques como parte de ese dogmatismo, hasta la aparición de Gramsci que supuestamente devolvió creatividad al volver a reflexionar temas como la cultura. Esta visión que de tan repetida logró instalarse no da cuenta de la realidad, no solo al pasar por alto a Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo y otros, sino al tergiversar el propio pensamiento del marxista italiano.
Castillo señaló también que hay conceptos originales del propio Gramsci como el de “crisis orgánica”, que resultan imprescindibles para el marxismo para pensar la realidad actual. Este concepto ayuda a no tener una visión de que la revolución brota mecánicamente de las crisis económicas (algo que Trotsky y otros teóricos de los primeros años de la Tercera Internacional también desarrollan, pero que en Gramsci es central).
Por último, volvió a rescatar uno de los objetivos laterales del libro de JDM que es su comparación con Trotsky, no buscando forzar un Gramsci trotskista sino intentando encontrar los puntos comunes y las divergencias de perspectiva en el cruce entre hegemonía y revolución permanente.
Una nueva etapa para los estudios gramscianos en el país
Horacio González partió de reivindicar con mucho énfasis la calidad del libro planteando que este trabajo tiene la responsabilidad de abrir una nueva etapa del debate sobre Gramsci en Argentina.
González planteó que el conocimiento de Gramsci en Argentina fue a través de las traducciones realizadas por el PCA de las ediciones temáticas realizadas por Palmiro Togliatti, principal dirigente del PCI en la segunda posguerra mundial, de la que surgió el gramscismo argentino y la posterior edición crítica, atenta a la cronología de la redacción de las notas. Señaló que la diferencia entre ambas lecturas es importante tanto para el conocimiento de la obra de Gramsci como para conocer el tipo de lector que constituyó cada tipo de edición, y que la cronología es importante para realizar un ejercicio de relacionar los textos con los momentos históricos y políticos en que fueron escritos.
En ese sentido, Gramsci se propone hacer una historia de una época de revolución y contrarrevolución leyendo entre líneas el discurso de la prensa y de la cultura católica italiana. En relación con la idea de Gianni Francioni del “taller gramsciano”, señaló que es una “gran alucinación” porque son escrituras de la cárcel, planteando a su vez la importancia de la pregunta de qué significa Gramsci como escritor de la cultura italiana.
Al referirse a algunos problemas de los usos y abusos de los conceptos gramscianos, que comentaron los otros panelistas, incluyó también el abuso de la idea de “contrahegemonía”, en la que Gramsci no se reconocería.
Luego planteó que hay que problematizar la idea de “Estado integral” ligada al “Estado policía” y dónde se ubica justamente el lugar “policial”, sobre todo en cuanto al papel de los sindicatos y qué tipo de relaciones deben tener con el Estado, teniendo en cuenta la estatización de los sindicatos en la historia argentina y la experiencia del vandorismo. En este marco señaló la importancia del tratamiento de la cuestión de la policía por Hegel, que ubica a la esfera económica, y también a la policía, dentro de la sociedad civil. En este contexto señaló que JDM presenta una visión con menos libertades para la sociedad civil, planteando la necesidad de demarcar los límites de lo que se podría llamar la policía entendida como “biopolítica” (término de Foucault), es decir, las relaciones sociales de dominación que determinan y se reproducen cotidianamente en el funcionamiento de los sujetos en el sistema capitalista.
Asimismo se refirió a la importancia de las relaciones entre Gramsci y Trotsky, a partir de sus confluencias respecto de cuestiones literarias, como la valoración del Dante y destacó la apuesta del libro de replantear la cuestión de la relación entre hegemonía y revolución permanente, que queda planteada como un gran tema sin resolverse. Y destacó el carácter ambivalente de la figura del “Príncipe moderno” como un partido, como un libro y como un libro viviente, señalando que la experiencia de Gramsci como crítico teatral le permitió desarrollar una lectura en la que la dramaturgia se convierte en un modo de leer la historia.
Hegemonía y revolución permanente
Finalmente, Juan Dal Maso, autor del libro, señaló que habitualmente se piensa a los Cuadernos de la cárcel como una “reflexión desde la derrota”, pero también puede pensarse como una reflexión sobre la potencia creativa del marxismo. Esta reflexion, plasmada en su propio ejercicio de escritura, implica también un acercamiento de Gramsci al viejo marxista italiano Antonio Labriola, que sostenía la independencia del marxismo de la cultura burguesa, como síntesis y superación de los elementos más avanzados de la ciencia de su tiempo, que es consustancial con su idea de la hegemonía proletaria.
La traducibilidad de los lenguajes no se trata solamente, en Gramsci, de una relación entre lenguajes distintos sino también entre elementos de una misma concepción. Por ejemplo, cuando Marx hace una crítica de la economía política no lo hace solamente desde la economía, sino desde una síntesis de la economía, la política, la historia y la filosofía. Por lo mismo, para Gramsci el carácter de la hegemonía, no puede ser solo ético-política, como lo es para Benedetto Crocce (fuerte influencia en el joven Gramsci) sino también económica: la economía es un límite cuando la hegemonía se desplaza hacia una lectura puramente política (algo que ocurre en la propia vulgata gramsciana de la actualidad).
Luego destacó los “tres momentos” de la hegemonía que están planteados en el capítulo V del libro, a saber, un momento estratégico, ligado al análisis de situaciones y relaciones de fuerzas, que culmina en el enfrentamiento de fuerzas militares, un momento “posrevolucionario” en el que la relación hegemónica se sigue desarrollando en la sociedad de transición y requiere asimismo que sea económica y no sólo ético-política y un tercer momento “histórico-universal” de sustitución del capititalismo por el comunismo y que requiere la fundación de una nueva cultura.
En cuanto a la relación entre hegemonía y revolución permanente que se plantea en el libro Dal Maso dijo que ambas teorías tienen un origen común en el análisis de los procesos de 1789, 1848 y 1905, así como que la mecánica de la revolución permanente en Occidente coincide con la constitución de la hegemonía obrera. Por último, esta relación entre ambas teorías, sirve para pensar la actualidad de la revolución permanente ante Estados que reúnen características similares a aquellas que Gramsci englobaba en la acepción más conocida del término Occidente.
Los múltiples debates, aristas y discusiones llevados adelante en la presentación, constituyeron un importante impulso para que la lectura del libro pueda resultar atractiva, inspiradora y de gran utilidad para la renovación del marxismo actual.
Presentación de “El marxismo de Gramsci” en La Plata el próximo jueves 18 de mayo.
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Se puede conseguir el libro en Riobamba 144, Buenos Aires, en www.edicionesips.com.ar/producto/el-marxismo-de-gramsci y en librerías.
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