Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, en un generoso gesto de empatía con los perdedores de su política económica, en los recientes actos de campaña tenían la costumbre de reconocer que “hay gente a la que todavía no le llegó el cambio”, pero los convocaban a confiar.
Hubo un dato que puso exultantes a funcionarios y periodistas simpatizantes del oficialismo: el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dio a conocer este lunes que la industria registró un crecimiento de 6,6 % interanual en junio.
Carlos Pagni, quien compartió pantalla en TN Noticias con Nicolás Dujovne, hasta que este último asumió con ministro de Hacienda en enero, avizoró que tal vez se trataba de un cambio de tendencia que descolocaría el discurso opositor que reza que el gobierno no le encuentra la vuelta a la economía.
Aunque existan unos pocos brotes verdes, e incluso se los maquille para hacerlos brillar más de lo que valen, definir una recuperación es totalmente prematuro. Más dudoso aun es que tengan impacto en las elecciones.
No sólo eso. Dependen de un bombeo electoral para levantar la economía que tiene plazo fijo: obra pública, descuentos con el Banco Provincia o préstamos a beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.
“Los electores viven, sienten, se apasionan, no tratan de encontrar la verdad”. La frase no es autoría de Nicolás Maquiavelo, sino obra de Jaime Durán Barba y Santiago Nieto, en su último libro La Política en el Siglo XXI.
Tal vez siguiendo esas proféticas palabras, y a contramano del aforismo previo del gurú ecuatoriano que aconsejaba no hablar de economía en campaña, el Gobierno volvió con la fantástica idea de los brotes verdes para que la gente "sienta" que la reactivación está a la vuelta de la esquina, más allá que sus bolsillos digan lo contrario.
Industria: que el árbol no tape el bosque
En la Plaza de los Dos Congresos, trabajadoras y trabajadores de PepsiCo instalaron una carpa para reclamar por sus puestos de trabajo. Es uno de los casos más emblemáticos de cierre de empresas de los últimos tiempos.
Pero cotidianamente la televisión, la radio y los diarios dan cuenta de persianas que se bajan o despidos masivos: la semana pasada Cresta Roja despidió cincuenta trabajadores hasta que una conciliación obligatoria los reinstaló. Esta semana ocurrió lo mismo en Adidas.
Son sólo dos ejemplos que ilustran una situación más extendida. En los partidos del conurbano bonaerense la desocupación trepa al 11,8 %. Allí las encuestas son reacias a la “ciencia” duranbarbista.
La CTA Autónoma difundió un informe donde afirma que, lejos de la operación de marketing del macrismo, los datos de empleo oficiales "muestran un agravamiento de las tensiones que el mercado de trabajo ya venía presentando desde al menos el año 2012”.
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¿Cómo se compatibiliza esta realidad que sufre el pueblo trabajador con el relato del macrismo?
Quienes observando los datos de la evolución industrial de junio abonan la teoría que afirma que la economía comenzó a crecer fueron menos enfáticos en señalar que, según el mismo reporte del Indec, la industria tiene crecimiento cero en el acumulado hasta el sexto mes del año.
Con la devaluación de diciembre de 2015 y el ataque al salario, el Gobierno hundió la economía en el fondo de un pozo. El truco de magia para mostrar brotes verdes consiste en comparar la situación actual con el fondo del pozo y no con la superficie donde se ubicaba la producción antes que Cambiemos la empujara hacia abajo.
Siguiendo ese método, los analistas del gobierno eligen no prestar atención a que los registros actuales del Indec establecen comparaciones con los peores meses de 2016: en el período que va de junio a octubre del año pasado la caída industrial osciló entre -5 % y -8 % interanual.
En el acumulado del año hasta junio no sólo la actividad industrial está estancada a nivel general (crecimiento igual 0 %), sino que también hay siete bloques en rojo que siguen en retroceso: alimenticia; tabaco; textil; papel y cartón; edición e impresión; refinación de petróleo; y sustancias y productos químicos. La mayoría son bloques industriales vinculados de manera directa con el consumo popular.
En sentido contrario, existe una menor cantidad de bloques que crecieron en el acumulado entre enero y junio. Son los cinco siguientes: productos de caucho y plástico; productos minerales no metálicos; industrias metálicas básicas; automotriz; y resto de industria metalmecánica.
Excepto la industria automotriz, el resto se trata de bloques que en muchos casos abastecen de insumos (como el cemento) a la construcción, por lo cual crecen durante el primer semestre fuertemente traccionados por la obra pública con fines electorales. Tanto es así, que Carlos Pagni afirmó que el Gobierno buscará ganar las elecciones asfaltando calles.
La dinámica industrial es desigual según la escala empresarial. De acuerdo a datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la industria Pyme cayó 0,5 % interanual en junio (-2,6 % de baja interanual en el acumulado del año), registrando veintiún meses consecutivos de retracción. Allí están los “Don Carlos” que rápidamente hacen pagar la crisis a los trabajadores.
El gran capital industrial es más feroz aún. Junto con el Gobierno y la complicidad de las cúpulas sindicales está atacando conquistas: busca flexibilizar y precarizar más los puestos de trabajo.
Es lo que se selló en el acuerdo automotriz firmado meses atrás. Pero también en las batallas cotidianas que recorren una buena cantidad de establecimientos, como se vio a principio de año en AGR Clarín o la semana pasada en Cresta Roja.
Imperceptible
La industria comprende el 20 % del valor agregado de la economía. Por eso es importante ver la dinámica general de todo el aparato productivo.
El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) permite tener una perspectiva más amplia que cuando se mira sólo los datos industriales. Incluso este indicador es más favorable para el relato del oficialismo.
Luego del derrumbe económico por el ajuste inicial de Cambiemos, el EMAE exhibió una recuperación hacia fin del año pasado, una caída en enero y febrero de este año, una vuelta a subir en marzo, caída en abril y nuevamente un número positivo en mayo.
Todavía no está claro que la tendencia se sostenga. En el acumulado del año hasta mayo el crecimiento es pírrico: alcanza apenas el 1 %. Y el nivel de actividad todavía está debajo del máximo de los últimos años alcanzado en junio de 2015.
El Gobierno intenta manipular el dato del primer trimestre para decir que la economía crecerá 4 % anual cuando en realidad se trata hasta ahora de una de las recuperaciones más débiles de los últimos tiempos (menor incluso que la de 2015 respecto de 2014).
A pesar del anémico crecimiento general, hay sectores donde efectivamente hay brotes verdes: se trata del gran capital beneficiario directo de la transferencia de recursos que generó la política de devaluación, la quita o baja de retenciones, los tarifazos, el mega endeudamiento externo, la “bicicleta financiera” o la obra pública electoral.
Sacando la construcción, el año pasado el resto de los sectores beneficiados por el Gobierno no permitieron que la economía se recupere de conjunto ¿Qué pasará cuando se quite el estímulo de la obra pública?
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Además, después de octubre el Gobierno buscará atender los profundos desequilibrios económicos que alertan al establishment: el rojo comercial; déficit fiscal; inflación; atraso cambiario; bomba de tiempo de Lebac; entre los más importantes.
En este escenario, intentará pisar el acelerador del ajuste y avanzar con reformas en favor de las patronales en términos previsionales, tributarios y laborales. Los escasos brotes verdes tienen perspectiva de secarse más temprano que tarde.
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