Si uno regresa en el tiempo apenas 20 años, se puede recordar que en Disney y otras empresas de animación solían tener un estereotipo bastante cuadrado sobre las chicas en películas y series, la característica en común era que siempre debían ser salvadas por el príncipe, el héroe o el mejor amigo en algunos casos.
En el último tiempo las cosas han ido cambiando, pues esa búsqueda eterna del príncipe azul ya no es una fantasía que las niñas de ahora estén digiriendo, pues es lo contrario. Por lo mismo las industrias de las animaciones han roto con el eje princesa/príncipe.
En los ochentas nuestra infancia estuvo rodeada de programas de TV infantil donde los protagonistas eran hombres, pero no sólo eso, sino que la construcción del discurso se basaba en conductas estereotipadas y sexistas.
Películas como “Valiente” son un ejemplo de avance, donde son las chicas armadas de coraje las que deben salvarse pasando por distintas dificultades. De esta forma se ha ido rompiendo el cuadrado estereotipo de la pobre princesa.
La importancia de este pequeño avance es la repercusión en la psicología de las nuevas generaciones. Al parecer y pensando positivo se están dejando atrás los personajes donde el rol de la mujer era más bien secundario, o cuando una niña era el personaje principal terminaba siendo una pequeña soñadora, eternamente enamorada o ultra coquetas como Betty Boop. Ahora no son cómo Candy, Angel, ni amas de casa como Vilma de Los Picapiedras.
Porque son mucho más que un arquetipo machista. Son científicas, investigadoras, políticas, escritoras, ganaderas, jinetes, submarinistas, policías, deportistas, viajeras intrépidas, periodistas, chefs, cineastas, arqueólogas, piratas, etc.
De esta forma, desde la infancia pueden intentar un desprendimiento de la estructura machista de la sociedad. Dejando de lado las inseguridades transmitidas por generaciones anteriores. Este tipo de avances solo pueden mostrar resultados positivos si se siguen llevando a cabo en las industrias de animación. |