El jueves 12 de octubre el gobierno de Emmanuel Macron comenzará las “negociaciones” con los sindicatos sobre las reformas en la formación profesional y el seguro de desempleo. De cara a esas falsas negociaciones que pretenden legitimar el ataque contra el trabajo, los ferroviarios, los camioneros, los aeronáuticos llaman a sumarse a la huelga llamada por 9 sindicatos estatales para convertirla en una jornada donde converjan las luchas de diferentes sectores contra la reforma laboral.
También, algunas federaciones de la CGT, como la de los químicos, y la de 28 sindicatos departamentales de la central y de 13 Federaciones de la CGT, serán parte de la huelga. También adhieren los controladores aéreos, lo que ya motivó por ejemplo que la aerolínea low cost Ryanair haya cancelado más de 200 vuelos previstos para el martes.
Una de las acciones más importantes de esta jornada de lucha serán las 120 manifestaciones que están llamadas a lo largo y ancho del país.
La presión de la base impone la unidad
A pesar de la división de fechas de huelgas y jornadas de lucha por parte de las direcciones sindicales, se observa, en la base, una presión hacia la unidad en el combate contra la reforma laboral antiobrera de Macron. Ya lo vimos en las huelgas del 12 y del 21, cuando ni la CFDT, principal central obrera del país, ni Force Ouvriere, con fuerza entre los funcionarios públicos, se sumaron a esos llamamiento, aunque muchos trabajadores de ambos sindicatos y hasta algunas federaciones acudieron igualmente a las manifestaciones en contra de sus direcciones, a las que mantienen bajo presión.
Y es esta misma presión la que le impondrá otro contenido a la jornada de este martes, una huelga nacional interprofesional, donde confluyan las diferentes luchas contra el plan neoliberal de Macron y su reforma laboral aprobada por decreto el pasado 22 de septiembre.
Este jueves, el gobierno, siguiendo el mismo método que utilizó para aprobar la reforma, le impone a las organizaciones obreras un “diálogo social”, pero con una agenda ultracerrada, por lo que las organizaciones sindicales deberían boicotear el encuentro en el Palacio Eliseo que tiene como único objetivo desmovilizar al movimiento obrero francés, que viene dando batalla contra la reforma laboral XXL.
Pero es justamente la división y la mezquindad política de las centrales sindicales, tanto de la CFDT como de FO, pero también de la CGT y del propio Jean-Luc Mélenchon, líder de France Insoumise, que se negaron a llevar adelante un plan de lucha serio y unido en la acción, lo que le está permitiendo al gobierno ganar tiempo y reducir el impacto de la movilización y las huelgas.
Para lograr un plan de lucha unitario y superar la división que imponen las cúpulas sindicales, es necesario fomentar las iniciativas de autoorganización, como los comités de huelga, asambleas de las organizaciones sindicales y políticas, así como también los movimientos de la juventud, los trabajadores precarizados y los jubilados, sectores que ya se movilizaron en las jornadas de lucha del 12 y 21 de septiembre que congregaron a cientos de miles de trabajadores y jóvenes. |