La traducción corresponde a un reciente artículo publicado en Left Voice después de las elecciones regionales en los Estados Unidos. El artículo es un debate con los Socialistas Democráticos de América (DSA) alrededor de sus candidaturas que fueron dentro del Partido Demócrata. En el marco de los buenos resultados electorales, quedan a la vista las bases para trabajar por una alternativa política socialista e independiente.
El republicano Bob Marshall ha ejercido un cargo electivo desde 1992 y se hace llamar asimismo el “gran homofóbico”. Mientras estuvo en la legislatura del estado de Virginia propuso una ley que definía el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer y también la “ley del baño” para obligar a las personas transgénero a usar el baño según su género de nacimiento. En estas elecciones, donde se jugaba su escaño en esa misma legislatura se negó a debatir con su oponente, Danica Roem, una mujer transgénero, y para atarcarla se refirió a ella como “él”.
Roem derrotó a Marshall convirtiéndose en la primera persona abiertamente trans en ser elegida en una legislatura estatal. En una entrevista para el sitio de noticias Breitbart Bob Marshall había afirmado: “Si me derrotan, significa que los legisladores conservadores vamos a estar en el closet por años”.
Danica no fue la única “primera” en esta ronda de elecciones. También se eligió el primer intendente que profesa la religión Sikh (una religión monoteísta de La India), las primeras dos mujeres latinas en la Legislatura de Virginia, la primer mujer asiática americana para la “Asamblea General” de Virginia, la primer persona de color trans en el concejo deliberante de la ciudad de Minneapolis, la primer intendente lesbiana de la ciudad de Seattle y la primer intendenta afroamericana de la ciudad de Charlotte.
No es muy probable que estas elecciones pongan a los republicanos “en el closet” como dijo Marshall. Pero seguramente tendrán que reflexionar sobre las políticas de su partido y como la retórica cargada de odio de Trump, en la que se hicieron eco los candidatos, hace mella en el partido Republicano. Lo que es seguro es que este martes fue distinto por la diversidad de los candidatos ganadores y por el avance de candidatos que personifican políticas progresistas y de izquierda.
El “Make America Great Again” de Trump mezcla promesas de nuevos trabajos con racismo, sexismo y xenofobia. Su retórica fortalece a los supremacistas blancos y neo fascistas que se reclaman como “la gente de bien”. Los resultados de este martes fueron un claro rechazo a la visión que Trump quiere imponer de los Estados Unidos y una declaración en favor de un país diverso que incluya a la gente de color, las mujeres y personas LGTB.
Aunque no se le puede confiar la defensa de los derechos de los trabajadores y los oprimidos al partido Demócrata, el triunfo de estas candidaturas expresa una apertura de un sector del electorado a ideas de izquierda. El avance de candidatos que se autodefinen como socialistas, en particular del partido de los Socialistas Democráticos de América (DSA por sus siglas en inglés) demuestra que estas ideas no son marginales y que hay posibilidades concretas de crecimiento para organizaciones obreras y socialistas.
Los Demócratas en el tren del anti trumpismo
El Washington Post tituló: “La reacción anti Trump motorizó la arrolladora victoria demócrata en Virginia y a lo ancho del país”. Todos los diarios importantes se hicieron eco de lo mismo, resaltando que más bien refleja un rechazo al presidente antes que un respaldo al partido opositor. Encuestas en Virginia y Nueva Jersey dan cuenta que Trump fue un factor de peso en las decisiones de los electores.
Independientemente de las razones es innegable que el Partido Demócrata salió bien parado de esta batalla. Recuperó bancas en 14 distritos del estado de Virginia, consiguieron las gobernaciones del mismo estado y del estado de Washington y arrasaron en las elecciones locales en Detroit, Atlanta, Seattle y Carolina del Norte. Por el contrario, los republicanos solo obtuvieron una victoria importante en Utah.
Para un partido que aún intenta digerir la inesperada derrota de Hillary Clinton y rodeado de controversias por la interna amañada que dejó a Sanders fuera de la carrera presidencial, este éxito es una bocanada de aire fresco y una posibilidad de volver a pisar sobre terreno firme. Pero se debe mantener la perspectiva, estas victorias se consiguieron en estados que tradicionalmente apoyan al Partido Demócrata. Inclusive, algunos de los candidatos locales que resultaron elegidos están lejos del establishment demócrata y parecen haber ganado a pesar de su partido y no gracias a él.
Causas progresistas
Más allá de la diversidad de los candidatos, muchos de los que ganaron se apoyaban en políticas de corte progresista, sobre todo en los puestos menos importantes como los concejos deliberantes.
El reclamo de un salario mínimo de 15 dólares la hora (conocido como movimiento Fight for 15) fue tomado por varios de los contendientes, incluída Vi Lyles, que se convirtió en la primer intendente afroamericana de la ciudad de Charlotte.
La brutalidad policial también fue parte de las campañas. Tanto Lyles como Melvin Carter, el primer intendente negro de St. Paul, abogaron por una “reforma de la policía”. Aunque la institución policial no puede ser reformada y ni el uso de cámaras ni la incorporación de más policías de color va a cambiar su rol en la sociedad, es un cambio importante que tantos candidatos hayan decidido discutir esta cuestión. El nuevo fiscal de distrito de Philadelphia, que en EEUU es un cargo electivo, es un abogado de derechos civiles reconocido por su defensa del movimiento #BlackLivesMatter y el procesamiento de policías. Igualmente, como fiscal, su rol va a ser perpetuar el sistema penal racista y el negocio de la industria penitenciaria del país, bastante lejos de una posición progresista.
Las cuestiones ambientales también estuvieron fuertemente presentes. Justin Fairfax, que se presentó como candidato a vice gobernador de Virginia se declaró contra la construcción del Gasoducto de la Costa Atlántica, poniéndose en contra incluso de su propio partido.
El sistema de salud está, sin duda, entre las primeras preocupaciones de muchos norteamericano. En el estado de Maine, el 60% de los votantes aprobaron una expansión del sistema Medicaid, ampliando la cobertura de salud a más de 70 mil personas.
El grupo Our Revolution (Nuestra Revolución) que se desarrolló con la campaña electoral de Sanders fue uno de los mayores ganadores del último martes. Sus candidatos consiguieron 21 bancas de las 59 a las que se presentaron. Esto constituye un éxito enorme ya que el partido Demócrata claramente deja de lado el ala del partido que es base de Sanders. Muchos de estos candidatos fueron “ovejas negras” que recibieron menos recursos financieros y apoyo del establishment Demócrata.
El DSA y las elecciones
Estas elecciones también demostraron que los estadounidenses van a votar cada vez más por candidatos que se reclaman socialistas. Aún así decenas de militantes del DSA decidieron presentar sus candidaturas dentro de las listas del partido Demócrata, subsumiendo sus victorias al aparato electoral del partido que no hizo demasiado para apoyarlos.
A pesar de ir dentro de la lista Demócrata, la retórica anti socialista de grupos de derecha contra el DSA no se hizo esperar. Aunque marginales, se realizaron “marchas contra el marxismo”. Lee Carter, militante del DSA pero participante de la lista demócrata fue comparado con Stalin. También aparecieron artículos con títulos como “Grupo marxista radical ganó más de doce bancas anoche” y “Los Demócratas no son estadounidenses, son Bolcheviques” y seguramente continúen saliendo otras cosas similares.
El problema con los Demócratas
Como ya se mencionó, estas elecciones son, sin duda, la expresión de un sentimiento anti Trump. Los demócratas están en ruinas, agobiados por sus internas y decididamente en contra de que su ala izquierda, liderada por Sanders, gane la dirección del partido, aunque esto sea lo que la mayoría de sus votantes quiere. El hecho de que el resultado de estas elecciones sea principalmente un rechazo a Trump y su política pero no un apoyo al partido Demócrata abre un amplio espacio para la participación abierta de la izquierda como socialistas (y no dentro del partido demócrata) en las elecciones como un primer paso para la construcción de un partido independiente. Las ideas socialistas están dejando de ser marginales y empezando a volverse mainstream.
Teniendo en cuenta el clima tan favorable, es inentendible por qué un candidato socialista querría contribuir al fortalecimiento de los Demócratas. Este es el partido de Ralph Northam, nuevo gobernador de Virginia, que está en contra de las ciudades santuario, y de Phil Murphy, gobernador electo de Nueva Jersey, con 23 años de antigüedad en la firma Goldman Sachs. El partido de Obama, los ataques con drones y las deportaciones. El partido de Elizabeth Warren que votó el obsceno aumento del presupuesto militar de Trump. El partido de la brutalidad policíaca y los encarcelamiento masivos. Un partido que es antagónico a cualquier política de izquierda, que solo quiere la foto con candidatos diversos pero que le da la espalda a los trabajadores y los oprimidos para favorecer a las corporaciones. Ningún socialista debe ser parte de sus listas
Con sus victorias, el DSA puso su granito de arena para la reconstrucción de este partido burgués. Estas elecciones empiezan a mostrar que los candidatos y partidos de izquierda son suficientemente fuertes para no depender de los Demócratas
Candidaturas independientes del partido Demócrata
Hay dos ejemplos notables de candidaturas independientes que, aunque no ganaron, hicieron campañas exitosas. El primero es Jabari Brisport, miembro del DSA que se presentó en la lista del partido Verde para el concejo deliberante de Nueva York. Ganó el 29% de los votos con una plataforma contra la especulación inmobiliaria y por un plan de vivienda accesible. Fue dentro del partido Verde porque “si te presentas dentro de alguno de los dos partidos del sistema estás apoyando el bipartidismo. Creo que intentar una política de extrema izquierda dentro del partido Demócrata tiene un límite”.
Entonces la pregunta es, si un candidato va a presentarse como un tercer partido ¿Por qué no presentarse como DSA? Por supuesto que sería un trabajo arduo pero el proceso de conseguir las firmas necesarias es una buena forma de discutir políticas socialistas con la gente, de conseguir apoyos y resaltar los mecanismos antidemocráticos del sistema electoral. Podría ser una forma de empezar a construir un movimiento anti Trump pero de corte socialista ¿Por qué subordinar una política socialista al partido Verde que es sólo vagamente anti capitalista y está muy lejos de ser socialista?
Pero quizás, el ejemplo más importante es la gran campaña realizada por Ginger Jentzen de Socialist Alternative que se presentó para el concejo deliberante de Minneapolis. Salió primera con el 34% de los votos pero perdió en la segunda vuelta contra un candidato Demócrata. Un ejemplo para toda la izquierda estadounidense de que es posible presentarse de manera independiente y obtener un buen resultado.
Su campaña se basó en el reclamo de 15 dólares la hora de salario mínimo, impuestos para los más ricos y un plan de viviendas accesibles. Compitió contra Steve Fletcher que contó con el apoyo de diputados demócratas y así todo logró más donaciones para su candidatura que los candidatos demócrata y republicano juntos, sin aceptar dinero de corporaciones, solo aceptando pequeñas donaciones, la mayoría de menos de 25 dólares.
Jentzen solo hizo algunas críticas leves a los demócratas, tanto que casi no los nombra en su plataforma. Está alineada con Bernie Sanders y llama a romper con el ala corporativa del partido, no con los partidos capitalistas. Los republicanos la atacaron tratando de “exponer” que no era demócrata, evidencia de que su campaña no era clara al respecto. A pesar de estas diferencias, ella y su compañera Kshama Sawant, concejala de Seattle, demuestran inequívocamente que es posible ganar elecciones manteniéndose independiente tanto de los demócratas como de los verdes. Si una organización sustancialmente más chica como Socialist Alternative puede presentarse independientemente ¿Por qué no puede hacerlo el DSA?
El problema de un movimiento electoral anti Trump
Ha habido muchos cambios desde que Trump asumió hace un año. Los dos partidos mayoritarios intentan poner orden en sus filas mientras que Steve Banon, ex asesor de la presidencia, fogonea un ala anti establishment en el partido Republicano y Bernie Sanders posa como un progresista dentro del Demócrata. Más de 30 mil personas forman parte del DSA demostrando que socialismo no es más una mala palabra en el mundo polarizado de Donald Trump.
Ha sido un año de movilizaciones demostrando el rechazo que hay hacia el presidente, desde la Women’s March (Marcha de las Mujeres) hasta marchas contra el veto a los musulmanes. Sin embargo recientemente el movimiento menguó, hay menos movimiento que cuando Trump asumió. Es peligroso pensar que se puede construir una resistencia electoral. También es peligroso creer que los demócratas pueden, o quieren, dirigir la resistencia contra el presidente.
Tenemos un mundo que ganar compañeros. Todos los triunfos electorales del DSA deberían poner sus posiciones conquistadas al servicio de profundizar la lucha contra Trump, contra las deportaciones, por un servicio de salud público, por un salario igual a la canasta básica. Podemos usar la agitación electoral para revivir un movimiento por nuestros derechos. El éxito de las candidaturas de la izquierda no se debe medir solamente por los votos sino por que tipo de movimiento se puede construir por fuera de lo electoral. Estas candidaturas deben servir para poner en pie un movimiento que pelee en las calles, los lugares de trabajo y de estudio. Eso significa alimentar la fuerza que va a derribar al bipartidismo y construir una verdadera alternativa. Una alternativa obrera y socialista.
Traducción: Nicolás Daneri |