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El expresidente Rafael Correa anunció su retorno a Ecuador el próximo viernes 24, el mismo día en que Lenin Moreno cumplirá seis meses en el poder. Con la crisis del oficialismo como telón de fondo, el ex mandatario buscará “defender los programas sociales y los avances económicos” que, según expresó en una entrevista a la agencia The Associated Press en Madrid, se habrían logrado durante sus 10 años de gobierno.
Lo cierto es que Correa retorna desde Bélgica para intentar cohesionar bajo su liderazgo la lucha contra los morenistas dentro de Alianza País (AP). Si bien en mayo anunció su retiro momentáneo de la política, los diálogos que Moreno entabló con opositores y el avance de la causa judicial contra el principal representante del ala correista en el gobierno, el vicepresidente Jorge Glas, llevaron al ex mandatario a mantener sus habituales discursos de confrontación, a través de las redes sociales.
“A mí no hay nada que me impida regresar al Ecuador”, desafió Correa, respondiendo a las acusaciones de distintos medios de comunicación, que señalaron que por su implicancia política en los sobornos que Odebrecht le habría pagado a Glas, preferiría mantenerse lejos de la justicia y en otro país. Precisamente, la fecha señalada para su retorno es la misma en la que comenzará el juicio penal contra el vicepresidente.
La presencia corporal del líder de la autodenominada “Revolución Ciudadana” cambiará el panorama en el frente interno. De cara al referéndum que impulsan sus adversarios, con quienes hasta no hace mucho conformó su propio gobierno, la disputa está en el aparato del partido que dirigió Ecuador durante una década. Si Correa quiere resguardarse como alternativa electoral para 2021, necesita que no se apruebe la enmienda que clausura la reelección indefinida, y en ese sentido, el control de AP y de su imagen no es indistinto para ninguno de los bandos.
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Semanas atrás, la facción correista de la Dirección Nacional dictó separar a Lenín Moreno de la presidencia del movimiento, acusándolo de tomar “la propuesta política de la oposición”. En esa misma resolución, invitaron a Rafael Correa a retornar al país para “acompañar el proceso de fortalecimiento orgánico y reestructuración” del partido.
Los morenistas acudieron a la justicia, y el Tribunal de Garantías Penales dejó cautelarmente sin efecto la medida. Luego, la Comisión de Ética de AP suspendió por seis meses a los cabecillas de la facción correista, y desde ese momento, los allegados al Primer Mandatario retienen -por ahora- la dirección del partido.
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Continúa en pie el llamado a una Convención Nacional del movimiento para el próximo 3 de diciembre, donde se espera una activa participación de Correa como presidente honorario, buscando disciplinar la estructura que otrora supo manejar. Sin embargo, los morenistas desconocen la convocatoria, y su ausencia provocaría el cisma partidario.
Durante su gobierno, Correa aplicó medidas semi-bonapartistas para perseguir a sus adversarios a izquierda y derecha, poniendo el aparato judicial en función tanto de la criminalización de la protesta como del enjuiciamiento a opositores. Ese mismo andamiaje es el que Lenín Moreno utiliza hoy para perseguir a sus antiguos compañeros de ruta en la garantía de los negociados empresariales y el saqueo imperialista. |