La convocatoria del pasado jueves, realizada por los gremios opositores al paquete de reformas, generó un impacto visual al desplegar sobre la plaza Congreso la fuerza de miles de trabajadores de distintos sectores. Ese mismo día,con el apoyo del peronismo, el oficialismo logró media sanción en el senado a la contra-reforma previsional. Esa votación dejó al descubierto que las conducciones sindicales convocantes, tardaron una eternidad en realizar la primer acción de protesta. Si fuéramos concesivos podríamos decir que se trata de un mal timing. Pero no es la primera vez que las conducciones esperan a lanzar una medida cuando el bacalao ya comenzó a cortarse.
Las negociaciones entre el Gobierno y la CGT transcurrieron durante semanas casi sin consecuencias en la calle excepto por los cortes realizados por el sindicalismo combativo y la izquierda, como el convocado por los trabajadores de PepsiCo en el Obelisco y los realizados por los trabajadores estatales.
Si el Gobierno fracasó en su intento de apurar la votación del conjunto del paquete, no obedece a la presión realizada por los dirigentes opositores, sino a las internas desatadas dentro de la cúpula de la CGT. Se llegaron a soltar amenazas y denuncias de sobornos. Aun así, estas fricciones son una demostración, distorsionada, de la bronca que genera el ajuste en las bases obreras. Nadie quiere ponerse solito el chaleco de plomo del ajuste . Por eso necesitan un consenso.
Pero para que esa bronca se exprese en toda su dimensión, existen hoy numerosos obstáculos. Este nuevo bloque conformado por Moyano, la corriente federal de Sergio Palazzo y las CTA, no mostró un verdadero interés por desarrollar una acción a la altura de las circunstancias. Fue todo lo contrario a un plan construido desde las bases con asambleas en los sectores. Los oradores del acto se encargaron de marcar la movilización como el nacimiento de una nueva resistencia, que algunos nostálgicos quisieron tildar como el “nuevo MTA” (en alusión al movimiento que impulsó Moyano durante los ‘90). Sin embargo, el afán de esta coalición por desmarcarse del triunviro de la CGT no llega tan lejos como para esbozar cualquier idea similar a la convocatoria de un paro coordinado entre los diferentes gremios actuantes. Con esa exigencia,justamente, se expresaron de forma diferenciada las organizaciones del sindicalismo combativo y la izquierda encabezadas por trabajadores de PepsiCo, el Sindicato del Neumático y el ferrocarril Sarmiento. El Movimiento de Agrupaciones Clasistas que impulsa el PTS-Frente de Izquierda se destacó por su nutrida columna compuesta por trabajadores de diversos gremios de la industria, los servicios y el sector público.
Un debate en cada lugar de trabajo y estudio ¿Tenemos la fuerza?
El año estuvo signado por un debate que recorrió los sectores. Una gran parte de los trabajadores y la juventud tenía grandes expectativas en que los planes del Gobierno se iban a frenar si Cambiemos era derrotado en las elecciones. Esta idea fue sembrada por las conducciones (de sindicatos y centros de estudiantes) que pusieron todas sus fichas en la contienda electoral e inclusive respetaron a rajatabla el pedido de CFK de no movilizarserante la campaña durante la campaña. Tras el triunfo macrista de octubre, estos dirigentes utilizaron la derrota como argumento para no desarrollar un plan de lucha decidido. Hace unas semanas el secretario general de ATE capital, Daniel Catalano, hacía circular por redes sociales un discurso que reclamaba paciencia al activismo porque “lo peor q nos puede pasar es terminar con los delegados en cana y la gente despedida”. "Si supiéramos que salimos a la calle con 100mil compañeros y paramos la reforma laboral, sería fantástico, pero sabemos que hoy esto no es así” . Habría que recordarle a Catalano que en Febrero de 2016 fueron miles de estatales los que coparon la plaza de mayo contra la primer oleada de despidos. Si eso no continuó fue porque las pujas internas del sindicato imposibilitaron el desarrollo de un plan de lucha. La realidad de los sectores estatales es la desazón y la preocupación de ver como avanza el Gobierno mientras los dirigentes no hacen nada, o realizan acciones débiles para lavarse la cara. Otra fracción sindical, la de Cachorro Godoy al mando de ATE nacional (inexplicablemente ausente en la marcha del jueves) está convocando junto a otros sectores, un paro para este miércoles 6 de diciembre contra los anuncios de despidos en el sector público. La atomización de fuerzas crea un escenario ideal para que pase la regimentación y el miedo que busca imponer el Ministerio de Modernización
El paro que no fue, y que debe ser
Macri busca utilizar este tiempo muerto del sindicalismo argentino para desplegar con la mayor velocidad posible su ofensiva sobre los trabajadores y la juventud. Para ellos está dispuesto a desatar la represión que ya se cargó con la vida de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel en el sur del país. En Neuquén una balacera fue la respuesta al reclamo de los trabajadores de la salud. El paro y la movilización convocadas por la CTA provincial fueron una primera respuesta.
En todo el aérea metropolitana de la ciudad de Buenos Aires y la provincia, los gremios cuyas conducciones se oponen al paquete de reformas cuenta con un poderoso peso y capacidad de movilización.Sin embargo los dirigentes afines al kirchnerismo buscan disimular esta enorme responsabilidad, generando un clima de resignación. Pero aún sin la adhesión de la CGT, un paro que conmueva la economía de toda el área metropolitana es posible. En el sector de los servicios, podrían verse afectados el transporte en subtes, trenes y hasta los vuelos a través de los aeronáuticos, las telecomunicaciones y las operaciones bancarias.
En en el sector público se podrían parar las escuelas y universidades, los hospitales, los organismos de CyT y las diversas dependencias estatales. Se sumarían los estudiantes que pelean contra la reforma educativa. Desde allí se podría dar una fuerte disputa sobre la “opinión pública” contra el cerco mediático que busquen imponer. Tambien se podrian parar sectores productivos como la industria gráfica entre otras. Todo esto contando los gremios que conduce el kirchnerismo. Ni hablar si se plegaran los que conduce Moyano. En casi todos estos lugares la izquierda cuenta con una importante fuerza y sería impulsora de cada acción. Si se convocara un paro de tal magnitud discutido desde abajo, sería un mensaje entusiasta para el movimiento de masas y las bases de los gremios cuyas conducciones ya definieron la traición. Una acción de este tipo antes de fin de año es posible y sería el inicio de un verdadero plan de lucha que ponga contra las cuerdas al ajuste del Gobierno.
Será tarea de los trabajadores y la juventud romper la atomización que imponen las conducciones y construir un gran paro que responda de forma contundente el ataque del Gobierno. En ella gravita el desarrollo y la importancia del naciente Movimiento de Agrupaciones Clasistas y de la Juventud del PTS al que están llamados a sumarse todos aquellos compañeros que compartan esta perspectiva. |