En los despachos del oficialismo no primaron las reacciones alegres sino más bien la cautela ante el fallo del juez Bonadio en la causa inventada a partir de la denuncia del fiscal Nisman.
Donde sí parece haber habido algarabía es en la cúpula de los grandes medios de comunicación afines al gobierno nacional. Este viernes, cuando todavía el país procesaba la noticia del pedido de desafuero y detención para la expresidenta Cristina Fernández, La Nación y Clarín salían a bancar a Bonadio.
El diario de la familia Mitre-Saguier afirmaba en su clásico editorial sin firma que “mucho, demasiado tiempo se ha perdido en la búsqueda de la verdad sobre lo ocurrido en la AMIA, el 18 de julio de 1994”, para luego agregar que “cuando ya se creía que nada más ominoso podía ocurrir en ese largo, sinuoso y manoseado expediente, se sumó, el 14 de enero de 2015, la denuncia del fiscal Alberto Nisman respecto de que la firma del memorándum con Irán tuvo por objeto lograr que Interpol levantase las alertas rojas de captura internacional que pesan sobre los diplomáticos y ex funcionarios iraníes sospechados de haber cometido el atentado”.
El centenario diario, además de defender el accionar de Bonadio, vuelve atrás en el tiempo para definir como “valiente denuncia” aquella realizada por Nisman.
La Nación afirma que “está claro que un juez no mandaría detener a un ex presidente y a altos ex funcionarios si no contase con pruebas suficientes de su culpabilidad”.
La afirmación solo podría engañar a los incautos. Del mismo fallo de Bonadio se desprende precisamente que aquello que falta son “pruebas suficientes”. Salvo la absurda confirmación de que el Memorándum se firmó.
La Nación utiliza su editorial para atacar al juez Daniel Rafecas que había cerrado la causa en un primer momento. “Tal como hemos dicho desde estas columnas y lo reiteramos ahora, cometió un hecho aberrante. Una acusación tan grave como la de encubrir a los autores de un atentado, dirigida a una presidenta, jamás debió desestimarse”.
Hay que recordar que Rafecas está acusado ante el Consejo de la Magistratura por haber desechado esa denuncia.
La Nación se ve obligada a admitir dos obviedades que transforman las acusaciones en un absurdo. Primero, que el acuerdo fue ratificado en el Congreso Nacional. Segundo, que se trató de un convenio “que, por otro lado, nunca tuvo su correlato de parte de Irán, ya que jamás lo ratificó”. Es decir, nunca tuvo vigencia.
Finalmente, en un frase que es todo un apriete, señala que “la Justicia ha dado ayer un paso importante en contra de la impunidad. Falta ahora que se definan los senadores. Los fueros no han sido pensados para convertir las cámaras legislativas en aguantaderos de algunos personajes que jamás deberían siquiera pisarlas”.
La semana pasada, el aguantadero del Senado votó la regresiva reforma previsional que ataca los ingresos de millones de jubilados. El diario fundado por Bartolomé Mitre no se quejó ni un poquito en ese entonces.
En Clarín, es Ricardo Kirschbaum el encargado de defender al juez que es uno de los mejores empleados de Magnetto. En este caso, lo hace dese el mismo título de su columna, cuando habla de “Atentados como actos de guerra”.
Ya en el cuerpo del texto dirá que “el ruido político del pedido de desafuero para detener a la ex presidenta Cristina Kirchner no tapa la gravedad de la imputación del juez Bonadio, que es traición a la Patria (…) si es confirmado por las instancias de revisión es, también, una sentencia de ostracismo político”.
El editor de Clarín dirá además que “el juez habla de dos actos de guerra organizados por Irán y encargados a la Hezbollah. En el fallo se dice que el ex canciller Timerman, recién en la investigación judicial -resultado de la denuncia del fiscal Nisman- tomaba nota de que había habido un acto de guerra en el atentado a la AMIA. El juez añade el de la Embajada de Israel, en 1992, que va quedando en un segundo plano (…) Bonadio lo consigna en su dictamen de casi 500 páginas. Significa que los dos principales impulsores del pacto con Irán ignoraban que estaban acordando con un agresor externo”.
La afirmación bordea el ridículo. Si dos naciones están en guerra, eso lo debieran saber hasta los niños que cursan la escuela primaria, no solo los firmantes del acuerdo.
Para sortear eso absurdo, Kirschbaum añade que “Bonadio considera que si el agredido (es decir, Argentina) no responde por las armas, esto no significa que el acto de guerra de Irán no se haya cometido. Y que los agresores revistan el carácter de enemigos” y agrega “dice que el terrorismo cambió la concepción clásica del estado de guerra, cuándo empieza y termina”.
Es decir, el Estado de Irán es responsable habría iniciado una guerra que nunca continuó y la Argentina también habría estado en guerra pero nunca se habría enterado.
Como ya se señaló de la lectura del fallo -que tiene 365 páginas y no 500 como dice el editor de Clarín- se desprende claramente que ese es el único elemento “probatorio” para la acusación.
Pero la verdad es algo que en la gerencia de Clarín y La Nación no tiene la más mínima importancia. Ya lo demostraron en los casi tres meses de desaparición de Santiago Maldonado, cuando fraguaron noticias falsas a más no poder.
En este caso no hacen más que defender a uno de sus mejores empleados: Claudio Bonadio. |