“Voy a hablar en nombre del Interbloque de Cambiemos”, dijo la Diputada Nacional Elisa Carrió, pasadas las 15hs. de este jueves escandaloso. Para calmar los abucheos, aclaró, alejándose del micrófono: “voy a pedir que se levante la sesión”. Solo así logró ser escuchada en medio de una sesión vergonzosa, con represión afuera, a los manifestantes y diputados heridos dentro de la Cámara.
Minutos antes, la diputada estaba dispuesta a sesionar en esas condiciones e incluso acusó a los diputados de la izquierda y de la oposición de “atropellar a los gendarmes”, una ecuación que ni siquiera cuadra desde el punto de vista matemático, considerando los cientos de efectivos que protagonizaron una militarización inédita de las inmediaciones del Congreso. Carrió se sentó, desde la primera hora, junto con el resto de los legisladores de Cambiemos, esperando el momento de levantar la mano. Pero, de repente, cambió la línea: el quórum proclamado por el oficialismo se torno dudoso y varios referentes y diputados denuncian que nunca hubo, realmente, 129 diputados sentados en sus bancas.
Carrió quiso disimular la derrota estrepitosa del gobierno culpabilizando a la “violencia”, tres horas después de que la represión de gendarmería y la policía ya había iniciado. Se acordó tarde y, para colmo, intentó lavarse las manos diciendo que la violencia “no fue generada por Cambiemos”, cuando todo el operativo represivo estuvo montado por el oficialismo. Ya a la defensiva, la diputada lanzó que “no se puede sesionar en este ambiente de violencia que no ha sido generado por el Interbloque de Cambiemos” y solicitó al presidente de la Cámara, Monzó, que levantara la sesión. Para finalizar, prometió extrañamente que “van a ganar la votación, sea esta semana o la semana próxima”. No hubo siquiera que discutir el asunto y el oficialismo se retiró. |