Este miércoles Trump amenazó con quitar todo tipo de ayuda a aquellos países que voten en la ONU contra su decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.
El exabrupto ya lo había adelantado la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, al decir que iban a tomar nota de aquellos países que este jueves voten contra la decisión de Estados Unidos.
Haley es una suerte de francotiradora de Trump en la ONU que en algunas ocasiones llegó a ir más allá que su jefe, como en las amenazas a Corea del Norte.
En la noche del martes había publicado un polémico tuit en el que afirmaba que las Naciones Unidas siempre le piden a Estados Unidos que dé más de si, que por lo tanto no esperaban oposición a su decisión sobre dónde ubicar la Embajada. En ese mensaje ya adelantó la amenaza de Trump: "El jueves habrá una votación para cuestionar nuestra elección. Estados Unidos va a tomar nota de esos países".
El mensaje diplomático de Haley fue confirmado por Donald Trump este miércoles. En una conferencia de prensa en la Casa Blanca amenazó con cortar las ayudas a los países que en la ONU apoyen este jueves la resolución contra su decisión de sobre Jerusalén.
"Todas estas naciones que toman nuestro dinero y después votan contra nosotros en el Consejo de Seguridad o la Asamblea (de la ONU), ellos toman cientos de millones de dólares, miles de millones de dólares y votan contra nosotros", afirmó Trump en una reunión de su gabinete en la Casa Blanca.
"Bien, vamos a observar esos votos. Déjenles votar contra nosotros. Ahorraremos mucho. No nos importa", remató.
La Asamblea General, en la que se sientan los 193 Estados miembros de la ONU, tiene previsto votar este jueves una resolución impulsada por los palestinos para demandar a Washington que dé marcha atrás a su decisión. El anuncio de Trump, hace quince días atrás, de reconocer a Jerusalén como capital de Israel desafía a la propia ONU que no reconoce la ocupación y posterior anexión de Jerusalén por parte de Israel. Es además una provocación abierta a los palestinos, que consideran a Jerusalén Este como capital de un futuro Estado propio.
El texto que se someterá a votación el jueves, que reitera la doctrina de Naciones Unidas sobre Jerusalén y no menciona explícitamente a EE.UU., es similar al de una resolución que los estadounidenses vetaron este lunes en el Consejo de Seguridad.
Allí, Estados Unidos se quedó en solitario en defensa de su decisión, con los otros catorce países miembros votando a favor del texto, incluidos algunos de sus aliados más cercanos como el Reino Unido, Japón y Francia.
La decisión de Trump sobre Jerusalén aumentó la tensión en Medio Oriente, una región ya de por si inflamada por años de guerras y ocupaciones, y cruzada por la derrota del proceso conocido como Primavera Árabe.
A pesar de los intentos del Secretario de Estado, Rex Tillerson, de poner paños fríos a la decisión gubernamental, aclarando que era simbólica y que difícilmente la Embajada se mude a Jerusalén durante el mandato de Trump, las amenazas del magnate y su "francotiradora" Haley a todos los países de la ONU, vuelven a mostrar el pragmatismo de la política exterior que supo cosechar en este primer año de gobierno. Una política que por cierto se mostró más errática que eficaz. |