El sábado 23 un grupo de compañeras y compañeros de La Marrón de Lomas nos acercamos a la casa de Dani, allá, del otro lado de Camino Negro, a un barrio que es emblema de luchas, que de hecho es barrio gracias a la lucha de sus pobladores, entre ellos Daniel y su familia. Barrio obrero de calles de tierra, olvidadas por los planes "electorales" que todo lo asfaltan. Barrio obrero al que nada le regalaron, todo lo conseguido fue por la lucha.
Cuando llegamos al barrio, ya cerca de la casa, consultamos a un vecino por la familia Sandoval, “¿Dani? Ahí, a mitad de cuadra”, nos dijo seguro, reconociéndolo enseguida y haciéndonos un guiño, como orgulloso de conocerlo y poder ayudarnos. Es que en el Tongui es así, “nos conocemos todos”. Golpeamos las manos en la casa señalada y ahí nos esperaba Daniel, con una sonrisa que contagia.
"El lunes, junto a varios egresados del Joaquín V. González, fuimos a reclamar a Plaza Congreso contra las reformas totalmente regresivas y absolutamente violentas. El gobierno acusa a los manifestantes de violentos, cuando la violencia la ejercen ellos con estas medidas económicas”, empezó a contarnos.
“En un momento dado, hubo una avanzada de las fuerzas policiales, una especie de emboscada, y empezaron a entrar -salvo por Rivadavia y Avenida de Mayo- por todas las calles; entran en motos, caminando, ¡aparecían policías por todos lados! La gente se empezó a desesperar y a salir de la plaza por donde podía. Yo en un momento me quedo solo, sin mis compañeros. Había una señora como de 70 años a la que la policía le tira balas de goma. Me quise acercar a darle una mano, pero tiran gas que hace que me desconponga y no pueda", sigue el relato.
La sonrisa se hizo más grande porque apenas entramos a la casa, cuando llegó un video con las palabras de solidaridad de la compañera docente y diputada del FIT Nathalia Gonzalez Seligra, quien junto a otras docentes le mandaban un especial saludo a Dani.
“El médico me dijo que la visión del ojo derecho la tengo perdida, que ahora hay que ver de poder salvar el globo ocular. Con el ojo izquierdo al momento tampoco veo bien, consecuencia de los golpes. Por eso para moverme necesito de alguien, no lo puedo hacer solo, porque lo poco que veo es borroso”, explica Daniel.
Entre tereré y tereré fuimos reconstruyendo aquel día, y lejos de traerle malos recuerdos, Daniel parece que se potencia cada vez más al contarlos. Lo dejaron sin visión en un ojo, le pegaron 15 balazos en el cuerpo (las marcas en las piernas y los brazos así lo certifican) pero lo único que espera es estar mejor parea volver a las calles a seguir esta lucha que empezamos.
“Me tiraron directo a la cabeza, me apuntaron al ojo. Porque yo, como toda le gente en ese momento, estaba queriendo irme, porque era impresionante la cantidad de policías que había y cómo nos tirarban, y no sólo desde la plaza, también desde el helicóptero y desde los techos. En esa salida siento un impacto de bala en la nuca, por lo que después hice lo que cualquier persona haría, me quise dar vuelta y cuando lo hago siento otro disparo en la sien,que me atonta, y seguí mirando, y es allí donde me dan otro balazo directamente en el ojo”.
Son muchas la imágenes que nos pudimos traer del Tongui, el barrio de Dani, pero me quedo con esos abrazo que nos dimos, al saludarnos, al despedirnos por un rato, al decirnos que las calles nos volverán a juntar.
“Desde ese momento no vi más... ee me apagó la luz, me toqué la cara y sentía sangre, alguien que estaba entre los muchos que éramos me vio y sin conocerme me dio una mano, y me acercaron a donde estaban las compañeras que me auxiliaron. A ese policía disparándome a la cabeza le vi la cara, y no era de disgusto, era de satisfacción. Ese que el presidente llamó "héroe", me tiró directamente para sacarme un ojo".
La solidaridad para con Daniel llegó desde varios sectores de trabajadores. A partir de la declaración de la Lista Marrón, luego se sumaron los SUTEBA Multicolor y otras agrupaciones docentes, directivos de UTE, de ADEMyS. La repercusión mediática fue muy grande.
“Nadie del gobierno se acercó, pero sí tuve la solidaridad de muchísimas personas que no conozco y, por supuesto, de muchísimas conocidas. La voy a seguir peleando, como lo hice siempre, estando pronto en las calles para enfrentar a este gobierno, que no duda en mandarnos la policía para pasar el ajuste”.
La vida de Dany no será la misma, como tampoco la de millones que después de estas jornadas vieron cómo a la “derecha democrática” no le tiembla el pulso para hacer pasar sus planes, que condenan a las mayorías a la miseria. Ese lunes 18 (como tantas otras veces ha pasado en nuestra historia) los republicanos de Cambiemos, con ayuda del PJ, votaron en el Congreso una ley mientras en la plaza se fusilaban manifestantes. Pero a la vez, inmensos sectores de trabajadores y el movimiento de masas han empezado a tomar conciencia del poder de sus propias fuerzas, y como dijo Nicolás del Caño: “habrán votado una ley, pero perdieron la batalla por la conciencia de millones”. |