Durante el 14 y 18D fueron miles los trabajadores de la zona sur que se sumaron a las movilizaciones. Algunos, como los metalúrgicos de Quilmes, defendieron la plaza de la policía el 18 y se mantuvieron en la primera línea a pesar de las órdenes de la conducción del “Barba” Gutiérrez.
Como plantea en una crónica de la jornada, la pelea contra la reforma previsional fue un gran catalizador por el que comenzó a expresarse la bronca de una nueva generación de trabajadores que demuestra predisposición y entrega para la lucha. Se podía frenar la reforma, y si no se logró fue por la actitud traidora y divisionista de la conducción de la CGT que se negó a organizar un contundente paro nacional que paralizara al país.
La coalición cambiemita pagó un alto costo político por robarle a los jubilados pero no pueden detenerse. Con el déficit comercial en su pico histórico y un aumento sideral de la deuda externa y el consecuente pago de intereses de la misma, empujaron una devaluación del peso que afecta directamente a los sectores obreros y beneficia a la bicicleta financiera y a los pooles del agro. Un fin de año a todo ritmo, describía hace unos días Pablo Anino.
Pero a los capitalistas todavía no les alcanza. Necesitan avanzar aun más sobre nuestras condiciones de vida y ya lanzaron nuevos aumentos en los combustibles y en el transporte público y preparan nuevos tarifazos. Con la plana mayor del “mejor equipo en 50 años” en plenas vacaciones, ahora están largando nuevos despidos entre los estatales.
Despidos y ataques patronales
En la zona sur la pelea contra la reforma laboral ya empezó. El ataque más importante hasta ahora es el que concretó esta semana Martiniano Molina, intendente de Quilmes, al echar a 500 estatales. Es la expresión regional de un plan nacional que ya lleva 1200 despidos en distintos puntos del país pero con el eje de la tormenta en el Conurbano, mientras el “plan maestro” del Ministerio de Modernización contemplaría dejar cesantes a 35.000 trabajadores estatales. A esto se le suman los anunciados despidos de docentes.
Pero las patronales también están tanteando el ajuste. Quieren usufructuar esta ofensiva contra los trabajadores desde el gobierno para llegar en mejores condiciones al momento de la votación de la reforma laboral en febrero.
Hoy tendrán lugar el paro y movilización de ATE provincia. Los sectores combativos exigen un plan de lucha de conjunto y dejar de lado la fragmentación de cada lucha como algo individual, como vienen imponiendo las direcciones del gremio.
Además se están desarrollando una serie de conflictos en distintos puntos de la zona sur que se presentan como variantes de diversas formas de chantaje patronal.
En la clínica Estrada de Lanús adeudan dos meses de salario y los aguinaldos frente a la pasividad de FATSA, gremio de la salud nucleado en la CGT, que se niega a impulsar un fondo de lucha argumentando que esos “no son sus métodos”. Por supuesto que no los son, no quieren ganar el conflicto ni que este se rodee de solidaridad obrera.
Lo mismo pasa en estos momentos en Cresta Roja, donde la patronal monta constantes provocaciones y la fábrica amaneció el martes custodiada por la PSA y la Gendarmería. Con las mismas fuerzas que asesinaron a Rafael Nahuel y Santiago Maldonado ahora quieren amedrentar la bronca de los obreros de Cresta. Justo a ellos que el 14 y el 18D enfrentaron a las fuerzas de seguridad en ambas jornadas y varios cortes en la Ricchieri.
En los aeropuertos los trabajadores de ITC (sector estratégico que tienen poder de paralizar los vuelos) pertenecientes al gremio APA están realizando medidas de fuerza porque les descontaron el presentismo y las horas por el paro que realizaron contra la reforma previsional.
Otro caso sobre el que es necesario detenerse es el de las metalúrgicas, que son el sector más golpeado por la política económica del gobierno y que en estos momentos tiene a los obreros de Stockl en el centro de la escena.
Hay que organizar las nuevas fuerzas que ya están en movimiento
Las agrupaciones que componen al Movimiento de Agrupaciones Clasistas en la zona sur del conurbano cuentan con una experiencia de lucha y organización para nada despreciable.
Durante la etapa anterior, en los conflictos desatados en tiempos del kirchnerismo, agrupaciones como la Naranja del Roca fueron la punta de lanza de la lucha contra la precarización laboral, incorporando a más de 1500 ferroviarios tercerizados en una lucha en la que la burocracia asesinó a Mariano Ferreyra.
Los petroleros de Shell enfrentaron y vencieron a Juan José Aranguren cuando todavía era CEO de la compañía y transaba con Alberto Roberti -del Sindicato de Petroleros Privados y actualmente diputado- el despido de activistas opositores.
Los aeronáuticos llevaron una nutrida columna de El Despegue que se paró de frente a la represión y vienen teniendo una gimnasia de lucha desde hace meses contra patronales como Latam, que persigue a los activistas y despidió a un militante del PTS-FIT con el objetivo de imponer un cambio de convenio a la baja. La experiencia acumulada de esta joven generación que se organiza por el pase a planta permanente, si se juega a soldar una unidad con los efectivos que hoy tienen colapsados los aeropuertos puede demostrar que en el aeropuerto de Ezeiza -la concentración obrera más grande de la zona con más de 17 mil trabajadores- hay predisposición para luchar.
Lo mismo puede decirse de los obreros de Coca Cola, de nuestros compañeros metalúrgicos, de los docentes y estatales que se organizan en los Suteba combativos y en ATE Sur.
No se trata sólo de una enumeración de fábricas y agrupaciones, sino de experiencias de lucha y organización de los clasistas. El estribillo “unidad de los trabajadores/ y al que no le gusta se jode” que se escuchó en la boca de miles el 18D es parcialmente tributario de estas experiencias. Pero en sí mismas, con todo lo bueno que tienen, son insuficientes para detener los planes del gobierno. Tenemos que organizar a miles de nuevos compañeros trabajadores, junto a los estudiantes combativos como la nueva conducción de izquierda del Cecsea (Universidad Nacional de Quilmes) que marchó con los estatales quilmeños, para arrancarle a la burocracia sindical un paro nacional que desbarate la reforma laboral.
La historia no se repite, como afirman los resignados y los que, hasta el final, no se la juegan para hacer que las cosas cambien. El macrismo nos está imponiendo con sus ataques una gran batalla compuesta por distintos enfrentamientos localizados en la industria, los servicios y en el Estado. Ellos golpean unidos, nosotros debemos responder al golpe de la misma manera.
Como ya plantearon Nicolas del Caño y Myriam Bregman, Cambiemos pudo haber ganado la batalla en el Parlamento pero la perdieron en la consciencia de millones. El clasismo debe ganar ese terreno para las luchas futuras. En la zona sur hay que recordarle a este gobierno de los ricos que ésta es la tierra de las Coordinadoras Interfabriles de los 70, que a su paso hicieron temblar al país, imponiendo una gran huelga general a los sindicatos entreguistas. La nueva generación obrera, liberada del peso de las derrotas del pasado, se hace camino hacia su primer gran batalla. |