Como mujer "de caderas anchas", el libro Rafaela me da bronca. La narradora, Rafaela, empieza describiéndose como una chica gorda, cosa que al parecer no le gusta, y comparándose con su vieja y con Aitana, su hermana, que son flacas y altas, "unas diosas", en sus palabras. Porque sí, siempre ser flaca y/o alta es sinónimo de ser linda. Sigue contando que no entabló relación alguna con un chico, que nunca dio su primer beso con dieciséis años, bla bla. Ah, y que toca el violín.
Después conoce a un pibe que se llama Simón, se escriben mails, se juntan, bailan en el boliche. Rafaela se siente celosa de que él baile con otra chica, después él se siente celoso de que ella baile con "un tarado", ya, puro cliché: el comienzo de una relación basada en el amor romántico, ese que va de la mano con el patriarcado.
La protagonista se da cuenta de que está enamorándose de Simón. En las últimas dos, tres páginas se narra que él le ofrece que se junten, y pasa lo que muchos esperaban que pasase: le dice que la quiere, la besa, la acompaña hasta su casa y le pide su número de celular. No la llama en toda la noche y "Rafita", preocupada, revisa sus mails, encontrándose con un mensaje del chico que ama diciéndole que no estaba seguro de lo que sentía por ella, que convenía que no se hablaran hasta saber bien qué pasaba entre los dos.
Ella responde que, por su parte, está muy segura de lo que siente, pero que mejor no se hablaran o vieran hasta que él ordenase sus sentimientos. Y atribuye todo lo que Simón le dijo a su peso, a sus "kilos de más". Y vos quedás perpleja, preguntándote si realmente termina así... y sí, termina así. "¿Y él no sentiría asco ante mi panza con rollos sin ombligo que se pueda mostrar? ¿Con alguien que no se pone malla y no usa remera aunque hagan 30 grados?" No, Rafaela, ¡Sos vos la que siente asco!
Lo único que me quedó de este libro es una bronca tremenda hacia la autora, hacia la persona que haya incluido Rafaela en el plan de estudios y hacia todo el que tome este libro como algo que enseña sobre los valores (¡fue premiado por eso!). No te deja ningún mensaje copado, cuando en esta etapa y en este tiempo es lo que las y los adolescentes necesitamos. Hice un trabajo práctico sobre esta novela, y la critiqué duramente. Ninguno de mis compañeros me prestó atención cuando les manifesté esto mismo. Necesitamos libros de verdad, libros que nos hagan pensar, ser conscientes, darnos pie a criticar este sistema. Y Rafaela no es uno de ellos.
Sol Meaca
Centro de estudiantes del CPEM 23
* * *
Rafaela es una novela de Mariana Furiasse, ganadora del premio El Barco de Vapor, edición argentina, 2002. Este premio se caracteriza, según dice su página web, por promover la creación de una literatura para niños que fomente el gusto por la lectura y transmita, con calidad literaria, unos valores humanos, sociales, culturales o religiosos que ayuden a construir un mundo digno.
Rafaela es una novela escrita a modo de diario íntimo en el que la protagonista, homónima, narra en primera persona sus vivencias. El relato se caracteriza por utilizar un lenguaje coloquial y por pretender realismo y verosimilitud.
Nos preguntamos si la intención de la autora era mostrar lo que pasa por la cabeza de una adolescente con algo de sobrepeso. Si es así, lo que logró en realidad es, a nuestro entender, solamente mostrar la faceta más angustiante de una adolescente, sin ofrecer ninguna salida positiva a tal situación. Exacerba al máximo el sufrimiento por la apariencia física, que es causado por una sociedad que le exige a las mujeres cuerpos perfectos solo para el goce masculino. Consultando a varios lectores, concluimos que los sentimientos que despierta la obra en general son de lástima hacia la protagonista o, peor aún, de identificación con ella.
Esto por un lado, y por el otro, si del aspecto puramente estilístico y literario se trata, este libro con su estilo llano en demasía no ofrece elementos innovadores a los lectores y lectoras. En efecto, en este libro no hay nada que ellos mismos no sean ya capaces de escribir por su propia cuenta. Hemos sabido que esta novela la han dado a leer en escuelas primarias, pero también en un segundo año de secundaria. Dar a leer esta novela a nuestros jóvenes nos parece un acto de subestimación hacia ellos y ellas, ya que no constituye una lectura desafiante tanto en el plano literario como en el plano de los valores. En este sentido nos preguntamos qué clase de criterio tendrán quienes premiaron esta novela por su “calidad literaria” y por transmitir determinados “valores”; seguramente, un criterio comercial.
Una prueba contundente de que un o una adolescente puede escribir algo mejor que Rafaela es el Diario de Ana Frank. Este diario contiene en sí mismo mucho más valor estético y también un trasfondo social que rodea la obra y la enriquece. En este diario sí se muestra la complejidad de la vida adolescente, narrando experiencias de distinta índole: amor, amistad, el tema del cuerpo, la familia, la sociedad, sin ser tratadas desde un tono depresivo, a pesar de las circunstancias que rodeaban a la protagonista: Ana fue una adolescente judía de 14 años que se escondía junto a su familia en un refugio, escapando de los nazis.
Nuestro deseo es que las jóvenes dejen de sentirse identificadas con un personaje que sufre angustiosamente por su peso, sin ver una solución en el horizonte. Que jóvenes y docentes dejen de comprar historias que alimenten la falta de autoestima y que no alimenten la creatividad. Que cada vez más personas puedan escribir su propia historia de cuestionamiento hacia los prototipos de belleza y de cuestionamiento hacia la sociedad machista y capitalista que los engendra e impone.
Alicia Mella
Docente de Lengua y Literatura |