Recién se conocía la noticia de la muerte del fiscal Alberto Nisman, y las figuras de la oposición comenzaron a realizar declaraciones, buscando sacar ventaja política del conmocionante hecho.
Mauricio Macri, montó una conferencia de prensa donde quiso conmovernos a todos: “pasé de un momento de aturdimiento, bronca, impotencia y me dije ¿cómo puede ser que la violencia esté ganando de vuelta la vida pública argentina?". Para el Jefe de Gobierno porteño “tenemos que desterrar una de las prácticas de la mala política que es utilizar los servicios de inteligencia en forma facciosa”.
Sergio Massa, otro de los que está en carrera presidencial, también intentó mostrarse impactado: "esta muerte es un punto de inflexión en la historia democrática argentina". Para el ‘renovador’, "se habla de inteligencia interior, política, del uso de la fuerza de inteligencia para cuestiones políticas con naturalidad, cuando constituye un delito".
Otros referentes opositores se pronunciaron. La ex ministra de la Alianza Patricia Bullrich dijo que "el fiscal sabía que lo iban a denostar, que lo iban a acusar de cualquier cosa. No creo en la hipótesis de un suicidio alrededor de tanto poder y tantas situaciones”. Carrió sentenció que “esta es la Argentina real, los sótanos del poder”. Otros herederos de la Alianza, los radicales Cobos y Sanz, se mostraron escandalizados por la muerte de Nisman y la guerra de servicios que aparece detrás del caso.
Un cinismo sin límites
La ubicación de las principales figuras de la oposición muestra el cinismo del que son capaces quienes están en carrera para suceder al kirchnerismo en 2015.
Macri encara la campaña electoral procesado, justamente, por espionaje. La revelación del caso Ciro James es, también, parte de la guerra de servicios. El PRO decidió montar un aparato de espionaje en la Ciudad, con el comisario Fino Palacios, 100 hombres de la Policía Metropolitana y el mencionado James, hombre ligado a las agencias de inteligencia internacionales que llegó a trabajar como “servicio” para al menos 10 gobiernos provinciales, de distintos signos políticos. Las víctimas de la persecución macrista, se sabe, eran dirigentes de la comunidad judía y activistas docentes.
Massa no puede sorprenderse de prácticas de las que ha sido parte. Como Jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, estaba al tanto de todas las operaciones de la SIDE. Por ejemplo las que buscaban ensuciar a los candidatos opositores en aquella elección de junio de 2009 cuando la lista de Massa y Néstor Kirchner perdió la Provincia de Buenos Aires. “A Icazuriaga y Larcher los conocí como los conocieron todos”, dijo la semana pasada almorzando con Mirtha Legrand, sin atragantarse. Hablaba de su relación con los dos “pingüinos” que encabezaban la Secretaría asociados a Jaime Stiusso. El afecto de Massa por los “servicios” lo llevó a elegir como uno de sus jefes de campaña a Juan José Álvarez, el agente que entró a la SIDE en 1981 recomendado por Albano Harguindeguy, para convertirse en Secretario de Seguridad de Duhalde en la época que mataron a Maximiliano Kostecki y Darío Santillán.
Los herederos de la Alianza, que militan dentro y fuera del FA-UNEN, no tienen vergüenza. La SIDE de Santibañez fue la responsable del pago de coimas en el Senado, para que los legisladores aprobasen la reforma laboral que flexibilizaba más aún las condiciones de trabajo. Cinco millones de dólares salieron de Secretaría para “convencer” a los indecisos. El pago a periodistas y el espionaje a las organizaciones de desocupados fueron también parte de los escándalos que rodearon a la gestión de inteligencia de radicales y “progresistas”.
“Todos con Stiusso”
La muestra más cabal del acuerdo entre los partidos y figuras patronales en sostener los servicios de inteligencia y tejer alianzas con distintos sectores de ellos, la confirma la carrera de Jaime Stiusso. Ingresado a la SIDE en 1972, con el gobierno de Lanusse, estuvo allí durante la dictadura, y los gobiernos radicales y peronistas posteriores a 1983. Con el kirchnerismo llegó a la cima de su poder, manejando fondos millonarios y asumiendo misiones importantes, como las operaciones en torno a la causa AMIA.
Este personaje confirma así la oscura trayectoria de un organismo esencial de cualquier gobierno capitalista. Si en 1946 el General Perón creaba la Secretaría de Coordinación de Informaciones del Estado para perseguir a opositores políticos, los posteriores gobiernos militares lo irían “perfeccionando”, bajo la escuela de la CIA norteamericana y el Mossad israelí. En 1967 Onganía instauraría las primeras escuchas ilegales, y la derecha peronista y la dictadura de 1976 llevarían sus métodos de espionaje y crimen al extremo. Pero el retorno de los gobiernos constitucionales no alteraría sus funciones principales. Alfonsín y los jóvenes del Coti Nosiglia usarían la SIDE para montar operaciones contra peronistas y sindicalistas (como el conocido ataque al local de Modart). Menem lo utilizaría para encubrir sus negociados y el atentado a la AMIA. Duhalde montaría una operación para encubrir la masacre del Puente Pueyrredón como “un enfrentamiento entre piqueteros”.
El kirchnerismo mantuvo intacta la estructura perversa y represiva de los servicios, donde los “pingüinos” (Acevedo, Icazuriaga) se asociaron a los eternos hombres “de la Casa” como Stiusso. Por eso el presupuesto de la SIDE (hoy SI) prácticamente se triplicó entre 2003 y la actualidad. La guerra de servicios continuó, sacudiendo incluso las entrañas del propio gobierno, desde la caída de Gustavo Béliz hasta la reciente muerte de Nisman. Mientras, se desarrollaron otros sectores dedicados al espionaje y la persecución, sobre todo a organizaciones sociales, activistas obreros y militantes, como muestran el agente de la Policía Federal Balbuena o el Proyecto X de la Gendarmería.
Lo muestran el cinismo y la trayectoria de los dirigentes opositores. Lo muestra la historia de Stiusso y el rol de la SIDE en cada uno de los últimos gobiernos. El espionaje es una actividad estratégica de este Estado, que más allá de las guerras entre distintas fracciones, nunca descuida su objetivo de resguardar el poder de los capitalistas atacando los derechos democráticos de los trabajadores y el pueblo.
Todos espían, todos conspiran. No se puede esperar nada de esas fuerzas políticas. Por eso, como señaló el diputado del PTS-FIT Nicolás del Caño, "nosotros promovemos una política independiente tanto del kirchnerismo como de la oposición patronal: ambos son cómplices del encubrimiento estatal del atentado de la AMIA y apoyan a distintas camarillas de los aparatos de inteligencia". |