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4 de febrero de 2018 Twitter Faceboock

A 50 años
La ofensiva del Têt: el imperialismo norteamericano y la guerra en Vietnam
Alicia Rojo | @alicia_rojo25

La ofensiva que se inició el 31 de enero y se desarrolló a lo largo del mes de febrero demostró los límites del imperialismo norteamericano y desató la solidaridad con el pueblo vietnamita.

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1968 fue un año clave en la guerra de Vietnam. La perspectiva de la derrota se hizo cada vez más presente para los Estados Unidos. La sociedad norteamericana debió empezar a asumir que la tenaz resistencia de un pequeño país asiático no podía ser vencida por el aparato militar más poderoso del mundo.

Aunque la ofensiva del 68 de Vietnam del norte será finalmente desarticulada y la guerra continuará varios años más, la contundencia de las acciones del Frente Nacional de Liberación, las imágenes de la guerra transmitidas por los medios de comunicación y el clima de oposición y protesta que se profundizaba en el corazón del imperio, anunciaban un mal final para la potencia imperialista. Y, efectivamente, nada fue igual para los Estados Unidos después de la derrota de Vietnam.

Una guerra en un lejano país

El Frente de Liberación Nacional (FLN) se formó en Vietnam del Norte a comienzos de la década del 60 llevando adelante acciones guerrilleras contra el impopular régimen de Vietnam del Sur respaldado por Estados Unidos. Los gobiernos norteamericanos apoyaron activamente al gobierno del sur para impedir el avance de un movimiento de liberación nacional que pudiera transformarse en una revolución social.

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Las sucesivas administraciones desde Truman a Kennedy enviaron miles de “consejeros militares” para sostener al régimen del sur que iba perdiendo apoyo. El descontento y la movilización de amplias masas populares tanto del norte como del sur hacían tambalear al gobierno títere de los Estados Unidos. Para mediados de la década del 60 Estados Unidos había entrado de lleno en la guerra de Vietnam.

Con el discurso de la “defensa del mundo libre” contra el comunismo, el gobierno norteamericano pretendió encontrar consenso para un conflicto que debía resolverse rápidamente.

Sin embargo, si en 1964 murieron 147 soldados norteamericanos y 1.000 fueron heridos, en 1968, la cifra de muertos ascendió a 14.500 y la de heridos a cerca de 93.000. Los costos monetarios de la guerra también crecieron. En 1968, medio millón de soldados se encontraban en Vietnam, el gasto militar se elevaba ya a 75.000 millones de dólares, el 56 % del presupuesto federal total.

Las contradicciones al interior de la sociedad norteamericana crecían al compás de los costos humanos y financieros de la guerra. La confianza de la población en el gobierno se debilitaba. La presidencia del demócrata Lyndon Johnson solo era aprobada por el 35% de la población. La promesa de una guerra rápida y de bajo costo se diluía mientras se mostraba cada vez más abiertamente el carácter brutal de la contienda, extinguiendo también el pretendido fin de llevar la libertad al sudeste asiático. Grandes zonas de Vietnam del Sur fueron declaradas “zonas de fuego libre”: significaba que se consideraba enemigos a todas las personas que se quedaban en ellas, civiles, ancianos y niños, y que se lanzaban bombas a discreción.

La ofensiva del Têt

A principios de 1968, durante las festividades de año nuevo lunar vietnamita, el Têt, el Frente de Liberación Nacional lanzó una ofensiva sorpresa sobre el corazón de Saigón, fue atacada la embajada norteamericana y las principales ciudades de Vietnam del Sur. Durante el mes de febrero se intensificó el conflicto entre las fuerzas norteamericanas y survietnamitas contra las del FLN, por la recuperación de las ciudades ocupadas; trasladando el escenario del conflicto desde las zonas rurales a las ciudades.

Foto: Tropas de Infantería de Marina de Estados Unidos en los combates de la ciudad de Hue (AP/File)

Las fuerzas del FLN atacaron casi simultáneamente a las posiciones enemigas en todas las grandes ciudades del sur del país, en 36 de las 44 capitales de provincia, así como en otros 64 centros locales. Durante tres semanas, se combatió en Saigón. Las fuerzas regulares obligaron al ejército norteamericano a un combate frontal de gran envergadura alrededor de la base de Khe Sanh, cerca de la línea de demarcación entre el Sur y el Norte del país. Hué, en el centro de Vietnam, fue conquistada por el Ejército norvietnamita, la batalla de Hué duró hasta el 24 de febrero y los norteamericanos destruyeron bajo los bombardeos el 80 % de la ciudad.

Todo el mes de febrero prosiguieron los combates a través del país. Una segunda oleada de combates alcanzó, en mayo, 119 centros urbanos y bases militares. Luego de la tercera oleada, en agosto-septiembre, las fuerzas de liberación atacaron más sistemáticamente a las instalaciones norteamericanas. Pero fue en febrero cuando se desarrolló el grueso de la ofensiva del Têt.

La ofensiva fue finalmente rechazada por las fuerzas imperialistas, con una gran ventaja en armamento, y se inició el repliegue.

Sin embargo, la ofensiva mostró que toda la potencia de fuego instalada sobre Vietnam por Estados Unidos no había servido para destruir al FLN y que ni el comando ni el gobierno norteamericanos supieron prevenir ni prever la amplitud del ataque.

Foto: Un barrio en Saigón después de la Ofensiva del Tet (AP/File)

En este mismo año Richard Nixon fue elegido presidente con la promesa de sacar a Estados Unidos de Vietnam. Empezó a retirar tropas, pero los bombardeos continuaron. La política de Nixon era la de la “vietnamización”: el gobierno de Saigón debía seguir la guerra con tropas terrestres vietnamitas, aunque utilizando dinero y fuerzas aéreas norteamericanas.

El desarrollo de un poderoso movimiento anti-guerra fue el trasfondo de estas decisiones. Se inició en las universidades en 1965 y alcanzó enormes proporciones en los años siguientes. Muchos jóvenes se negaron a ir a la guerra, quemaban o “devolvían” sus tarjetas de reclutamiento en público, rechazando formar parte de los ejércitos que iban a morir para sojuzgar a un pueblo.

Mientras las imágenes de la muerte y la brutalidad de la guerra penetran en los hogares a través de las pantallas de televisión, las muestras de solidaridad con el pueblo vietnamita y con las protestas de los movimientos anti-guerra en Estados Unidas se extendieron en el resto del mundo, desde México a París. Será una bandera de las movilizaciones del 68.

Foto: El general Nguyen Ngoc Loan, de Vietnam del Sur, ejecuta a Nguyen Van Lem, del Viet Cong en plena calle. Una de las fotos que impactó a la opinión pública norteamericana (AP/Eddie Adams)

Se prepara la derrota del imperialismo

El empantanamiento de la guerra se fue haciendo evidente; las dificultades para definirla a favor de Estados Unidos tenían una causa en el rechazo interno creciente a la guerra. Sin embargo, como lo evidenció la ofensiva del Têt que se constituyó en un hito en el comienzo de la derrota norteamericana, la resistencia vietnamita se demostró implacable, alimentada en años de lucha contra la dominación imperialista.

En la guerra de Vietnam se lanzaron casi 7 millones de toneladas de bombas sobre Vietnam, Laos y Camboya, más del doble de las lanzadas sobre Europa y Asia en la Segunda Guerra Mundial. Se ocasionaron daños irreparables a la naturaleza y la salud de la población de Vietnam. Aunque no se conoce el número exacto de muertos y heridos soldados y civiles, algunas fuentes hablan de alrededor de 900.000 miembros del ejército muertos, 185.000 por el sur y unos 58.000 por los norteamericanos, pero el número de muertos vietnamitas incluidos los civiles podría ascender a 3 millones. En Estados Unidos unos 500.000 infringieron la ley sobre el servicio militar; miles se exiliaron y otros miles fueron expulsados del ejército.

En los primeros años 70 se desarrollarían las negociaciones que apuntaron al retiro “con honor” de los norteamericanos. Sin embargo, los vietnamitas seguirán luchando hasta la capitulación incondicional del Sur en abril de 1975. Así, la victoria de Vietnam del Norte, las condiciones del retiro norteamericano, los costos sociales y financieros de la guerra, y las movilizaciones en el mundo, implicaron un duro golpe para la hegemonía norteamericana y la demostración de la posibilidad de derrotar al imperialismo.

 
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