Foto: Cambio.bo
En lo que va de estos doce años del gobierno del MAS (Movimiento al Socialismo), la Central Obrera Boliviana (COB) ha estado al servicio de sus planes anti obreros y patronales. Para ello cada uno de los dirigentes que ha asumido la secretaría ejecutiva ha cumplido fielmente con su condición de burócratas: Víctor Quispe de la Confederación Fabril ha participado en la liquidación del Partido de los Trabajadores junto a burócratas de la COB como Pedro Montes y Juan Carlos Trujillo, y Miguel Pérez ex ejecutivo de la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia); a su turno, Guido Mitma, de la mano del ya mencionado Víctor Quispe y Wilson Mamani de la Federación Fabril, prepararon la derrota y traición de los trabajadores y trabajadoras de ENATEX, lo que significó el despido por parte del gobierno de Evo Morales de más de ochocientos trabajadores y trabajadoras.
Con el recambio de Guido Mitma -que dejó de ser una pieza útil para los planes del gobierno- los sindicatos y federaciones que conforman la COB convocados por sectores afines a la Coordinadora Nacional para el Cambio (Conalcam), ligada al partido de gobierno, han impuesto a Juan Carlos Huarachi como nuevo secretario ejecutivo, de quien los trabajadores y trabajadoras nada tenemos que esperar.
Después de su posesión, Huarachi indicó que la misión del nuevo Comité Ejecutivo Nacional es “fortalecer el proceso de cambio en beneficio de los trabajadores”. Con el mismo discurso demagógico del gobierno, manifestó que “Los momentos que estamos viviendo son de una arremetida de la derecha, de la derecha criolla, eso jamás lo vamos a permitir, no vamos a permitir jamás la intromisión de la derecha. Los trabajadores somos los guardianes, los soldados que van a garantizar el futuro del pueblo boliviano”.
Lo que los trabajadores y trabajadoras debemos tener claro es que estos burócratas cumplen una función social que es la de contener a la clase obrera, “educando” a los trabajadores en la conciliación con los patrones y garantizando el orden en las fábricas, las minas y los puestos de trabajo. Más aún, cuando surge la lucha de clases, se convierten abiertamente en un aparato que colabora con el Estado y los patrones para imponer el orden, y desnudar manifiestamente su función esencial, que no es otra cosa que ser la policía interna de la clase obrera, es decir, se vuelven enemigos de clase. De este modo, los sindicatos en manos de la burocracia se convierten en uno de los pilares del régimen de explotación capitalista. Son un instrumento necesario de los patrones para controlar “desde adentro” al movimiento obrero.
Para derrotar esa alianza entre la burocracia, el gobierno y el Estado, necesitamos poner en marcha un Partido Revolucionario de los Trabajadores que le oponga resistencia con otra alianza que reúna, no sólo al sindicalismo combativo, sino también a todos los trabajadores que simpatizan con los obreros en lucha, a los estudiantes, a los campesinos y a los sectores más empobrecidos, para que aprendan que de la lucha sindical se tiene que dar un salto a la lucha política si es que queremos vencer.
Solamente será posible que los trabajadores cuenten con un genuino Partido Revolucionario de los Trabajadores, enfrentando a todas las alas de la burocracia sindical y recuperando las organizaciones sindicales al servicio de los trabajadores, y, por supuesto, sobre la base de la independencia de clase y de una verdadera democracia obrera en las fábricas y en los lugares de trabajo. Con esa convicción se podrá avanzar en la pelea por recuperar los sindicatos, no sólo para ponerlos al servicio de los trabajadores y trabajadoras, sino también para ayudar a forjar esa alianza obrera, campesina y popular que termine con la explotación del hombre por el hombre. |