Antes del golpe. El Plan Mondelli
En la madrugada del 24 de marzo de 1976, son tomadas la Casa Rosada y las principales dependencias estatales. Isabel Martínez de Perón sin resistencia ni sorpresa es detenida camino al aeroparque. Con este hecho tendrá inicio la dictadura más sangrienta que sufrió el país, que tuvo como objetivo devolver la "normalidad" en medio de una situación de movilizaciones e intervención de la clase obrera, que los partidos del régimen y las instituciones no podían contener.
Las semanas y días previos fueron de profundización de la crisis económica, social y política a la que el gobierno de Isabel junto con los demás partidos del régimen no le encontraban salida. Esta situación que había llegado a su punto máximo en los días de junio y julio del año anterior con las luchas contra el llamado Rodrigazo, tendrá un nuevo episodio de ascenso en el nivel de lucha y protagonismo de la clase obrera cuando el nuevo ministro de Economía Emilio Mondelli intenta aplicar un plan de ajuste similar al de su antecesor Celestino Rodrigo.
Se trataba de un feroz ataque a las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo pobre, a través del congelamiento salarial en un 12% de aumento, mientras el combustible y los servicios esenciales aumentaban un 80%, además de la liberación de precios para los empresarios y otras medidas en favor del empresariado. Todo bajo un acuerdo de subordinación al FMI.
El nuevo plan económico es anunciado el viernes 5 de marzo por Emilio Mondelli. En respuesta, las coordinadoras se pondrán en acción nuevamente organizando asambleas, paros y movilizaciones que se replican en cientos de fábricas del país. En varios casos también avivando el fuego de conflictos que ya estaban abiertos en distintos establecimientos o en paralelo a éstos, que se daban en lugares donde las coordinadoras no llegaban o no habían alcanzado a conformarse.
Los mayores niveles de organización y acción se ven sobre todo en aquellas zonas con mayor concentración obrera y donde sí lograban reunirse las Coordinadoras. En la zona norte del GBA, en La Plata, Berisso y Ensenada; en Córdoba; en la Zona oeste del conurbano bonaerense, sobre toda La Matanza; Mendoza, Salta y distintos lugares del interior del país, los trabajadores replicaban aquella valiosa experiencia del año anterior y se proponían enfrentar hasta las últimas consecuencias el plan de ajuste del gobierno.
Ver: Ruth Werner y Facundo Aguirre, Insurgencia obrera en la Argentina, 1969-1976. Clasismo, coordinadoras interfabriles y estrategias de la izquierda.
Lograrán a los pocos días una propuesta de aumento salarial del 20% en lugar del 12% inicial, sin embargo será rechazado y generará la profundización de la ola de protestas y huelgas a las que se veían obligados a llamar en algunas seccionales, los dirigentes de los sindicatos y centrales como la CGT.
En medio de este clima de lucha e intervención en la escena nacional por parte de los trabajadores y el pueblo, el gobierno y los partidos del régimen no encontraban solución por los canales institucionales, y la inminencia de un golpe de Estado era un secreto a voces al interior de la casta política de los partidos tradicionales, la burocracia sindical y la Iglesia.
El régimen se prepara para el golpe
Si se observan algunos diarios en los días previos al golpe puede notarse como la salida golpista militar ya estaba prevista por todo el arco de los partidos tradicionales del régimen y los principales diarios. La seguidilla de algunas de las tapas va anunciando (y muchas veces pidiendo) la llegada y lo que para ellos era el desenlace de la crisis. Los grandes medios evitarán hablar de golpe, utilizando palabras como "cambio" o "desenlace".
Pero no sólo los principales diarios del país veían venir el golpe con más esperanza que preocupación. Sino que serán el conjunto de los partidos tradicionales del régimen los que daban muestras de saber lo que se aproximaba sin el menor atisbo de planear evitarlo o enfrentarlo seriamente. Esto al tiempo que intentaban mostrar una imagen de búsqueda de soluciones políticas a través de reuniones diplomáticas entre los distintos partidos y dirigentes.
En este sentido, es innegable que tanto el peronismo en el poder (junto con su burocracia sindical adicta) como la UCR jugaron un importante rol en el advenimiento de los militares al manejo del Estado para implantar la dictadura.
Basta para muestra recordar que el primer decreto de aniquilamiento es firmado bajo el gobierno de Isabel, el cual tenía como eje "aniquilar el accionar de los elementos subversivos". Siendo esto sólo un capítulo más de la política del gobierno de Isabel que le daba cada vez más poder y concesiones a las fuerzas armadas.
Por su parte el radicalismo a través de su dirigente y principal referente Ricardo Balbín, quien llamaba "guerrilla fabril" al activismo y la vanguardia obrera, en un discurso por cadena nacional mostrando su preocupación y la de su clase, alertaba que la guerrilla estaba encendiendo la mecha del continente, mientras exaltaba a las fuerzas armadas como "las más meritorias que he visto en mi vida". También señaló que el país se encontraba naufragando, cuestión para la cual dijo no tener soluciones pero que, sin embargo, "las hay"... en un claro guiño a la salida militar.
Por su parte, el papel jugado por la Iglesia no puede sorprender si se tiene en cuenta su historial de apoyo y promoción de golpes y dictaduras a través de los años en todo el mundo, entre otros crímenes aberrantes. En las semanas previas al 24 de marzo a través de su sacerdote Victorio Bonamín revelaba al común de los mortales que “Dios le está pidiendo algo al ejército”.
Todas las instituciones y partidos tradicionales abren el camino al golpe para sostener el régimen. Es conocida la amplia participación de los partidos patronales en el gobierno militar aportando sus propios funcionarios al gobierno.
Asimismo, el colaboracionismo de la burocracia sindical peronista con la dictadura fue constante, entablando negociaciones con el fin de preservar sus intereses, ya que ambas tenían un temor en común: las tendencias clasistas y combativas que se desarrollaron a partir del Cordobazo y jugaron un rol protagónico a través de las Coordinadoras a mediados del 75 con el Rodrigazo y a comienzos del ’76 contra el Plan Mondelli.
Con el apoyo de todo el régimen, "El nuevo gobierno" como ligeramente lo llamará el diario Clarín en su tapa del miércoles 24 de marzo vino, así, a tomar las riendas del Estado argentino con el objetivo de poner fin a un período de ascenso obrero que tiene inicio con el Cordobazo en mayo 69. |