Pocos días después de la enorme marcha internacional por los derechos de las mujeres trabajadoras, y donde en particular en el Estado Español se dio una movilización de millones en las calles, la RAE tomó nota. Luego de años de tener en su diccionario definiciones que cuestionan la sexualidad de las mujeres, dando por sentada la estigmatización de la libre decisión al momento de tener relaciones, cambió la definición de la palabra “fácil”.
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Esta modificación no es más que el reconocimiento de un cambio que se da principalmente en las calles, junto a los avances del movimiento de mujeres. Se trata de la expresión en el plano de la lengua de una transformación que solo puede darse a través de la organización y movilización de miles de mujeres en lucha por sus derechos.
A raíz de la definición del diccionario de la lengua castellana más reconocido mundialmente, en el curso de ingreso del profesorado de Lengua y Literatura del Instituto Joaquín V. González de la Ciudad de Buenos Aires, las docentes junto a las y los estudiantes dieron un arduo e interesante debate sobre la relación entre el machismo, las instituciones sociales y el lenguaje.
La Izquierda Diario habló con varias de las protagonistas para conocer su opinión.
Para Antonella, “teniendo en cuenta todo lo debatido en clase, se puede notar que la Real Academia Española juega un papel fundamental en el lenguaje. Pero ¿qué pasa cuando esta institución hace una bajada de línea explícita? Nos encontramos con definiciones que suelen ser denigrantes para las mujeres. En cierta forma la RAE es cómplice, apoya e incentiva a que nuestro vocabulario sea machista. Tomando como ejemplo a una de las definiciones de la palabra ‘fácil’ (‘Dicho especialmente de una mujer: que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales’, NdR). En parte gracias a la presión en las redes sociales, esta definición fue cambiada”.
Por su parte Coni dijo que “la RAE se jacta de algo que no es. Se presenta como un ente que lo único que hace es tomar los usos que las personas le dan a las palabras y asentarlos en sus diccionarios. Teniendo en cuenta que saben el rol que ocupan, saben el poder de difusión que tienen, su reconocimiento y usan ese poder para asentar ciertas ideologías detrás de lo que ellos proponen como solo ‘definir’ palabras. Lo que terminan haciendo es continuar reproduciendo y legitimando concepciones machistas y estereotipadas en la sociedad”.
Juanjo consideró “innecesaria” la acepción de “fácil” que refiere a “persona accesible para tener relaciones sexuales”, ya sea referido a mujeres u hombres. “Dado que se utiliza fácil para distintas ramas de la vida diaria y no solo la sexual”, precisó.
También opinó Catalina, para quien “no hay que dejarse engañar, un cambio realizado por la RAE, luego de que las mujeres rechazaran la definición de la palabra ‘fácil’, no significa que la RAE intente ser más inclusiva, ni que este modificándose al ritmo de la sociedad, que hoy en día pide más fuerte que nunca la inclusión de todas las partes que resultaron oprimidas por pensamientos, tanto ideológicos como políticos. No nos conformemos con este cambio, ni le demos el privilegio a un grupo de representantes de la clase alta y heteronormativa la capacidad de decidir sobre nuestra lengua y sus usos”.
Para Bianca, “partiendo de la definición sexista que se le otorgó a la palabra ‘fácil’ por parte de la RAE, no creo que haya sido una coincidencia. Dicha definición es totalmente retrógrada. Y percibo el intento de restarle importancia a la enorme y constante lucha realizada por las mujeres histórica y actualmente. Una institución no debería limitar nuestra sexualidad, nuestra libertad, ni mucho menos nuestra lucha”.
Si bien gracias a la lucha se empiezan a ver algunas repercusiones, aún no es suficiente para sacudir a todas las instituciones sobre las que el machismo se reproduce y legitima. La fuerza de las mujeres trabajadoras y sus compañeros varones está puesta en movimiento, pero cómo seguir la pelea en cada uno de los profesorados, universidades y lugares de trabajo depende no sólo de abrir el debate sino de expandirlo en perspectiva de utilizar los espacios de organización para hacer temblar la tierra por todos nuestros derechos.
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La situación, de mínima, amerita reflexionar sobre cómo continuar la pelea para cambiar el sexismo de la lengua. La lengua es un producto de la época con las condiciones materiales específicas que definen y condicionan a sectores sociales que viven en ella. Entonces, el lenguaje cobra sentido y significado en el marco de un sistema patriarcal y capitalista. En este, la explotación de la inmensa mayoría de la humanidad por un puñado de capitalistas es la base fundacional sobre la que se conjugan todo tipo de desigualdades, incluido el sistema de relaciones de poder asimétrico entre hombres y mujeres.
En perspectiva de lograr un cambio de raíz, es necesario pensar en la necesidad de cambiar a la sociedad atravesada por el sexismo y el machismo desde sus instituciones y relaciones sociales.
A días del 42º aniversario del golpe genocida en Argentina, la pelea contra la violencia de género ganará las calles nuevamente de forma independiente de los gobierno que mantuvieron las leyes de financiamiento hacia la Iglesia, con sueldos de ricos para la curia, mientras permanece vaciado el programa de Educación Sexual Integral, destinando cada vez menos presupuesto y mueren mujeres por abortos clandestinos. Para exigir sobre todo la separación de la iglesia del Estado, por la real implementación de la ESI y aborto legal en el hospital. |