La tragedia por la que hoy pasan dos mineros atrapados en Chile Chico, sus compañeros, amigos y familia, es una realidad más común de lo que muchos podrían imaginar.
Lunes 26 de junio de 2017 07:41
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Fotografía: "Los 33" Película
Accidentes laborales por faltas de medidas de seguridad en el trabajo o negligencias empresariales, han cobrado la vida de cientos de trabajadores mineros. Y lo aterrador es que estas cifras no contemplan a todos esos trabajadores que han sido devastados por el asma, la silicosis, el cáncer o tantas otras enfermedades laborales que trae consigo el oficio minero, pues la frágil protección que se les proporciona no ayuda a revertir esta lamentable realidad.
Según el balance del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), son 335 los fallecidos entre el 2006 y el 2016. Es decir, en los últimos diez años que contempla el primer y segundo gobierno de Michelle Bachelet y el de Sebastián Piñera, 335 familias se han quedado sin un integrante porque empresarios prefirieron ahorrarse los gastos en medidas de seguridad acordes y de calidad, y simplemente ignoraron a aquellos hombres y mujeres que les advirtieron estas fatales consecuencias.
Ese también fue el caso de los mineros de Cerro Bayo en Chile Chico, que pese a insistirles a sus patrones que había que hacer algo con las filtraciones de agua, provenientes de la Laguna Verde, no se les hizo caso.
Quizás estas historias pudiesen ser distintas, si quienes gestionaran la producción minera fueran los mismos que con su experiencia conocen el trabajo de arriba a abajo. Y no los empresarios que sólo les importa ganar, y que pese a saber del estado de las condiciones laborales, no les interesa mejorarlas, si eso les hace tener menos utilidades.
Impresiona darse cuenta que ven a las personas sólo como parte de la maquinaria que les genera dinero, y cuando ya no les sirven o no están, las reemplazan…De manera sucesiva.
Mandalay Resources, es la transnacional que explota el yacimiento de Cerro Bayo. Y tanto su presidente ejecutivo, Bradford A. Mills, como Mark Sander, quien tiene los cargos de Presidente, Director Ejecutivo y Director, han sido parte de la junta directiva de BHP Billiton, una de las compañías mineras más grandes del mundo.
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Y es en este momento cuando un poco consternados nos preguntamos, ¿cómo es que con todos los recursos que poseen estos empresarios, no hagan algo al respecto con la tragedia que ocasionaron?
Porque este es el punto en que todos se lavan las manos, y tanto empresarios como el gobierno dan por muertos a Jorge Sánchez y Enrique Ojeda. Mientras sus colegas, sus familias y amigos acusan falta de voluntad política en hacer realmente un esfuerzo por sacarlos del derrumbe. Al parecer, el gobierno espera que este sea sólo uno más de los fatídicos casos, que se esfuerzan por mantener olvidados en la historia. Habrá que notificarle a Michelle Bachelet que la voluntad política que exige la gente de Chile Chico, no es equivalente al Estado de Excepción que declaró ante la tragedia, para contener la rabia de las familias y trabajadores, por medio de los militares en las calles.
¿Qué vale más? La vida de estos trabajadores que se rompen el lomo picando piedra, 12 horas diarias de su jornada para sustraer las riquezas del país, o las ganancias de aquellos grandes empresarios de transnacionales que se llevan todo a sus bolsillos. Que roban esas riquezas a quienes la producen, y se la llevan a sus utilidades. Esas riquezas que podrían servir para abastecer tantos de los derechos que hoy día carece la población chilena, como la salud, la educación, la vivienda, las pensiones. ¿Qué vale más? ¿Nuestras vidas o sus ganancias?