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Red Internacional
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ANIVERSARIOS HISTORICOS. 45 años de la República Árabe Saharaui Democrática

Recientemente ha sido el 45 aniversario de la proclamación, el 27 de febrero de 1976, de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Tantos años después, la lucha del pueblo saharaui por su derecho a la autodeterminación y el fin del expolio y la ocupación marroquí sigue más vigente que nunca.

Miércoles 3 de marzo de 2021

Creación de la RASD e inicio de la lucha del pueblo saharaui

Coincidiendo con la retirada de España del Sahara Occidental, la noche del 27 al 28 de febrero de 1976, se reunió el Consejo Nacional Saharaui, máxima representación de la voluntad popular saharaui. Esa noche fue proclamada oficialmente la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), en el poblado de Bir Lehlú, en el noreste del país.

Tras las Marcha Verde impulsada por Marruecos en noviembre de 1975 y los Acuerdos Tripartitos de Madrid, firmados poco después, por los que el Estado español cedió la administración del territorio a Marruecos y Mauritania., esa noche de febrero salió el último soldado español del territorio saharaui. Con esto definitivamente, acababa la retirada de las tropas españolas. Semanas antes, Marruecos y Mauritania lanzaron sus ejércitos a la conquista del Sáhara Occidental frente a la oposición de sus habitantes. Las fuerzas aéreas marroquíes bombardearon pueblos saharauis, utilizando en algunas ocasiones napalm y fósforo blanco. Esto provocó la huida de decenas de miles de saharauis hacia Argelia, donde se construyeron campos de refugiados en mitad del desierto, que hoy, 45 años después, siguen allí.

Tras esta ofensiva, el Frente Polisario, la organización política que lidera históricamente la lucha saharaui por la liberación nacional, desplegó una guerra de guerrillas contra el potente ejército marroquí que recibió siempre el apoyo de Francia y Estados Unidos. Mauritania aceptó su derrota ante el Polisario en 1979 y reconoció la soberanía del pueblo saharaui sobre el Sahara Occidental bajo su dominio. Los combates entre Marruecos y el Frente Polisario se extendieron durante 16 años más.

Marruecos y el Frente Polisario firmaron en 1991 el alto el fuego bajo el auspicio de la ONU. Al final de la guerra, Marruecos controlaba un 80% del territorio del Sáhara Occidental. Esto incluye la casi totalidad de las zonas pobladas, los depósitos de fosfatos y los ricos caladeros pesqueros. El 20% restante controlado por el Frente Polisario, es un terreno inhóspito del desierto interior. Además, Marruecos construyó una barrera de más de 2.200 kilómetros que separa ambos territorios. A lo largo de esa barrera se encuentra uno de los campos de minas más grandes del mundo.

El plan de paz firmado por ambas partes estipulaba la creación de un censo para celebrar un referéndum en el que los saharauis podrían elegir entre la integración en Marruecos o la independencia. Sin embargo, 31 años después, ni el censo ni el consiguiente referéndum se han llevado a cabo.

Se agota la paciencia. Vuelta a las armas del pueblo saharaui

Tras más de 30 años de lucha pacífica y de intensa actividad diplomática de la RASD por todo el mundo, en favor de la causa saharaui, el pasado mes de noviembre, al pueblo saharaui se le agoto la paciencia y decidió volver a la lucha armada contra la potencia ocupante marroquí.

El detonante fue la ofensiva lanzada, días antes, por el ejército de Marruecos en el sur del Sahara Occidental, en lo que se conoce como zona desmilitarizada de Guerguerat, para atacar al grupo de manifestantes que desde hace varias semanas trataban de bloquear la carretera que une a Mauritania con el territorio del Sahara. Esta franja juega un papel clave en el expolio de los recursos naturales del Sáhara Occidental. Por ahí pasan a diario camiones cargados de arena o fosfatos hacia otros países africanos, u otros cargados de la pesca que barcos españoles y franceses extraen de los caladeros saharauis.

El Ejército Libre del Sáhara respondió al ataque y neutralizó este intento de extender la ocupación militar a este enclave estratégico. Con esto se inició de nuevo la guerra, dando por roto el alto fuego establecido en 1991. Desde entonces han pasado varios meses y las noticias que nos llegan del conflicto, son escasas. Después del impulso inicial, que provoco la movilización de gran parte de la población, tanto mujeres y hombres, de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, parece que los combates han disminuido. Aun así, el conflicto armado continúa.

Apoyo total al pueblo saharaui en su lucha contra la ocupación y por su derecho a la autodeterminación

En los actos que se celebraron el pasado sábado 27 por todo el Estado español, celebrando el 45 aniversario de la RASD, se gritaba: ¡Marruecos culpable, España responsable! Este cantico, refleja claramente una realidad histórica terrible.

El Estado español, da igual el color político del gobierno, tras expoliar y masacrar al pueblo saharaui durante 80 años como colonia, se ha limitado a hacer meras declaraciones formales de apoyo. Todos los gobiernos desde el inicio de la mal llamada democracia han aceptado y mantenido este consenso que permite tener unas “buenas relaciones” con el vecino Marruecos. Un país en el que se violan sin cesar los derechos humanos y con el que los acuerdos entre estos Estados permiten al Gobierno español mantener “a raya” la entrada de inmigrantes. También son de gran interés todos los recursos que empresas internacionales, entre ellas españolas, expolian en Sahara Occidental. Un ejemplo de ello es que de los 126 buques que faenaban en aguas saharauis hasta 2018, 100 eran de bandera española.

Hoy no hay ninguna respuesta ante el ataque militar de Marruecos al pueblo del Sahara por parte del Gobierno de PSOE-UP. Algo que no sorprende. Cuando fue conformado el gobierno en el que participa Unidas Podemos, se aclaró que la política de Estado hacia Sahara Occidental no cambiaba con la nueva legislatura. Algo que mereció la dura crítica de asociaciones y activistas. Sacar de su programa la autodeterminación del pueblo saharaui no supuso a Unidas Podemos ni un sonrojo.

Está claro que la posibilidad de conseguir el libre derecho de autodeterminación no va a pasar, aunque así lo sigue creyendo el Frente Polisario a pesar de todos los años de traiciones y engaños, por las manos ni de la ONU ni del Estado español, un Estado imperialista que aún mantiene los enclaves coloniales de Ceuta y Melilla y que dedica anualmente miles de millones de euros a gastos militares y misiones en el extranjero. Solo el pueblo saharaui, en alianza con el resto de los sectores populares de Marruecos que enfrenten a la dictadura de Mohamed VI, y ayudado de la solidaridad internacional puede avanzar hacia ello. Las características del conflicto y la desesperación de un pueblo condenado al éxodo y el exilio en unos campamentos de refugiados en mitad del desierto argelino, es lo que explica que el pueblo saharaui lleve 45 años de lucha incansable por su autodeterminación.

Por un movimiento anti-imperialista y de solidaridad con el pueblo saharaui

Por todo ello, hoy es más necesario que nunca, construir esta solidaridad desde el Estado español, una de las potencias imperialistas directamente implicada en el actual expolio. Un respaldo internacionalista y de pelea contra nuestro propio gobierno, que se solidarice también con la resistencia del Rif, la juventud del movimiento 20 de Febrero y el resto de pueblos del mundo árabe que, desde Argelia hasta Iraq, luchan contra sus gobiernos autoritarios y vendidos al imperialismo.

La lucha del pueblo saharaui no puede caer en el olvido, merece una salida basada en el libre ejercicio del derecho de autodeterminación. Algo que no podrán conquistar solos, necesitan del apoyo de la clase trabajadora y los sectores populares de los países imperialistas, así como forjar una alianza con el resto de pueblos oprimidos, desde el marroquí hasta el resto de pueblos árabes, para acabar con las monarquías y regímenes cipayos, expulsar a las multinacionales y tropas imperialistas de toda la región y poder poner en pie repúblicas de los trabajadores y el pueblo que concluyan las tareas que empezaron a plantear las primaveras árabes.