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Red Internacional
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A seis años del 15M: la juventud tiene que tomar las calles

A 6 años del 15M la juventud que marcó la protesta social sigue teniendo mucho que decir sobre el paro, el derecho a estudiar, la precariedad laboral. Nuestras vidas valen más que sus ganancias.

Lunes 15 de mayo de 2017

Han pasado 6 años desde que miles de personas decidieran desafiar la represión legal y acampar tras una multitudinaria jornada de manifestación en plazas de todo el Estado Español. Era una movilización que criticaba un régimen calificado de “falsa democracia” por el propio movimiento, un sistema responsable de una crisis que aún sigue golpeando a base de paro, precariedad y pérdida de derechos.

En las plazas estábamos un gran número de jóvenes, llamados una y otra vez Ni-nis (ni estudia ni trabaja) por la prensa, que respondimos con un concepto que comenzaba a resonar por las escuelas y las plazas, el de la juventud “sin futuro”.

Tal como mostraba una encuesta realizada en octubre de 2011, 2 de cada 3 jóvenes entre 15 y 30 años valoraban positivamente el 15M y 3 de cada 5 se identificaban con el movimiento o apoyaban sus reivindicaciones. De esta manera se evidenciaba un hartazgo tras años de crisis que también estaba salpicando a una juventud con una pesada carga de alienación y derrotas.

En el Estado español, los niveles de precariedad y paro alcanzan niveles escandalosos; con más de un 50 por ciento de jóvenes sin trabajo, y entre los que tienen empleo con uno de cada cinco cobrando menos de 300 euros al mes. A su vez el deterioro de la educación pública ha provocado la expulsión masiva de los estudiantes con menores rentas.

Pese a que hayan pasado 6 años del 15M, fue la estela de politización, organización y movilización posterior un factor importante a la hora de desencadenar importantes procesos de lucha, como la de la minería, los trabajadores públicos, el movimiento antidesahucios, las Mareas, las huelgas generales o manifestaciones masivas como "Rodea el Congreso", o las "Marchas de la Dignidad".

Todo este auge de la lucha de clases se avecinaba desde 2011 y antes, dando lugar a una ola de indignación en las plazas que posteriormente se extendería en numerosas luchas sociales, a la vez que algo similar sucedía en todo el planeta, desde el estallido de las primaveras árabes y el auge de la conflictividad social en Latinoamérica, Grecia, Corea o EE.UU.

Los límites del 15M fueron muchos. Entre los más importantes, fue la falta de participación de la clase trabajadora con sus organizaciones y métodos de lucha en este gran movimiento, producto de la paz social impuesta por las direcciones sindicales. Así como la falta de unidad en las luchas, muchas de ellas aisladas por la misma burocracia sindical. Por último, la ausencia de una perspectiva política que apuntara a transformar el descontento en una alternativa para enfrentar al Régimen, llevó al movimiento a su desgaste y reflujo.

La “alternativas” que emergió ha sido el fenómeno político de Podemos, que se presentó como la representación de lo que ocurría hace seis años en las plazas. Sin embargo, más que una expresión del 15M, del “no nos representan”, y menos aún de lo que sucedió en los meses posteriores, se trata de la expresión política del desvío de aquel proceso.

Como decía el artículo a cinco años del 15M,“Del “no nos representan” al gobierno del cambio con el PSOE”, “Este desvío no es solo obra suya, otros agentes de lo viejo trabajaron para evitar un ascenso de las luchas -en especial la burocracia sindical o CDC en Catalunya para abortar el desarrollo de un movimiento democrático en las calles- y la restauración de las instituciones -abdicación real incluida-. Pero podemos decir que el nuevo reformismo emergente es el que está tratando de dar una “salida” restauradora a la crisis “por abajo” del Régimen del 78. Canalizar el malestar e indignación hacia la “ilusión” en un “gobierno del cambio” que antes de existir ya ha restaurado nada menos que al PSOE como mediación, es decir ha acabado con aquello de “PSOE y PP, la misma mierda es”.

Por tanto, presentar a Podemos e IU como la expresión genuina del 15M pierde de vista el proceso de desvío del ciclo de luchas que arrancó hace 5 años. Reactivar la movilización social y construir una alternativa política anticapitalista y de clase es la mejor continuidad al espíritu de aquellos días.

Las últimas movilizaciones de los estudiantes y principalmente el pujante movimiento de mujeres a nivel mundial, muestran que la juventud está volviendo a las calles.

Ciertamente, la juventud tiene razones para dejar de acumular rabia y pasar a la acción, aguantando el peso de la crisis capitalista con enormes tasas de paro y precariedad laboral o siendo expulsada de las universidades por razones económicas, mientras esto se ignora en los programas de los partidos de la nueva y la vieja política.

Pero es que la juventud también tiene la rabia de encontrar la criminalización y la represión policial y judicial cada vez que sale a luchar, la falta de libertades democráticas y del derecho a divertirse sin beneficiar a los empresarios.

Es por eso que las demandas de la juventud sólo pueden desarrollarse hasta el final enfrentando directamente este régimen y sus oxidados pilares, por el camino de la movilización y la coordinación y con la clase obrera y los sectores oprimidos para sumar fuerzas y golpear con un solo puño al gobierno de los capitalistas que nos reserva un futuro de paro, precariedad, miseria y represión.

Para seguir leyendo:

Retrospectivas y perspectivas a cinco años del 15M

Del “no nos representan” al gobierno del cambio con el PSOE”

La crisis capitalista y el futuro de la juventud

La juventud del 15M olvidada por la nueva política

Queremos poner en pie un movimiento estudiantil anticapitalista, combativo y con los trabajadores