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Cultura. 7 razones por las que Pablo Iglesias es fan de David Simon

El creador de las míticas series The Wire y Treme ha sido recientemente entrevistado -y ovacionado- por Pablo Iglesias en La Base con motivo del estreno de la última producción en la que ha participado: la miniserie de seis episodios We Own This City (La ciudad es nuestra).

Lucía Nistal

Lucía Nistal @Lucia_Nistal

Lunes 20 de junio de 2022

Escritor, periodista, guionista y productor, David Simon es uno de los creadores más reconocidos por críticos y público. Parte de su éxito reside en su capacidad de ofrecer un marco holístico, podríamos decir global, no muy común en las producciones audiovisuales del momento.

Y es que Simon intenta en sus trabajos que la mirada del espectador no esté limitada a la de unos protagonistas a los que seguiremos durante el visionado, sino que nos ofrece un panorama amplio que muestra cómo se relacionan los diferentes sujetos, no solo como individuos, sino socialmente situados, es decir, desde las diferentes posiciones sociales, de poder e históricas desde una perspectiva de clase, racial, de género, de estatus, culturales y locales.

Esta pretensión que afecta claramente al ritmo y al volumen de minutaje de sus producciones es una rara avis en el mundo de la prisa, lo inmediato e instantáneo, y convierte sus producciones en series sociales e incluso pareciera que políticas.

Pero viendo la última serie y escuchando la entrevista que mencionábamos nos preguntábamos por qué Pablo Iglesias es tan fan del autor (y ya de paso, por qué un grupo como los Chikos del Maíz le dedicaron un tema Simon). Aquí ensayamos una respuesta:

1- David Simon es bueno. Muy bueno. Su trabajo es meditado, concienzudo y bien desarrollado. Además, está rodeado de grandes profesionales que otorgan a las cuestiones actorales, de montaje, dirección y arte un altísimo nivel. Ya en The Corner, serie estrenada hace más de dos décadas, cuando su experiencia y presupuesto no alcanzaba los niveles de hoy, demuestra una calidad y sensibilidad poco frecuentes. Podríamos también mencionar otras de sus series, como la mítica The wire, obra maestra sobre el narcotráfico en Baltimore (y mucho más), o The Deuce alrededor del surgimiento de la industria del porno en Nueva York entre los 70 y los 80, cuyo final nos rompió a muchos el corazón.

2- Simon es periodista y esto le otorga la habilidad de entender a la perfección la actualidad, pero también de ser capaz de construir narrativas fácilmente asumibles. Huyendo de las modas es capaz de entender la necesidad de abordar las consecuencias de los diferentes procesos sociales, políticos y económicos. En Treme nos mostrará una comunidad, la ciudad de New Orleans, tras la catástrofe del Catrina y cómo afectó a sus ciudadanos teniendo en cuenta su posición social. Algo parecido ha hecho con We Own This City donde aborda la brutalidad policial, el racismo y los conflictos sociales que darían lugar al movimiento hoy conocido como Black lives matter.

3- Conocer la obra de Simon da prestigio social. Un prestigio, el de estar al día de series con cierto aire político, que a Pablo Iglesias le encanta. Algunas aún nos acordamos del mayor acto de desafío a la monarquía del antiguo líder de Podemos, reglarle los DVDs de Juego de tronos (porque lo de un referéndum ya en otra ocasión). En este caso, las producciones del guionista estadounidense tienen un “plus”. Como decimos su obra escapa de los estándares actuales por su ritmo. Son capítulos largos en los que se cruzan múltiples líneas argumentales, a menudo insertos en temporadas largas y normalmente producciones de varias temporadas. Aunque no se den estas particularidades, como en el caso de la miniserie que acaba de estrenar, su trabajo siempre tiene un elenco amplio, muchos personajes, muchas acciones simultaneas e incluso un montaje complejo. Su obra es reconocida en circuitos especializados, y al combinar esta cuestión con las dos anteriores, no es de extrañar que este reconocimiento se amplíe y conocer su trabajo genere cierto reconocimiento social.

4- Te hace parecer y sentirte más de izquierdas (aunque no lo seas tanto). Aquí empezamos a entrar en el quid de la cuestión. Como explicó Bourdieu el Capital Social es transformable en Capital Político allí donde este tiene valor. Su abordaje de los conflictos raciales, de clase o los derivados de las ambiciones políticas genera un marco que, sumado a la dificultad de su seguimiento en comparación con otros productos, nos haga sentir que estamos posicionándonos políticamente a la vez que ampliamos nuestra sensibilidad y concienciación. Sin embargo, tenemos que matizar, el trabajo de Simon se queda más bien en señalar lo injusto, la miseria, la violencia, lo que en literatura llamamos “la cuestión social”, y apenas araña -ojo, que esto ya es mucho más que lo que hacen la inmensa mayoría de las series- en el conflicto estructural que da origen a esta injusticia, ni mucho menos plantea vías de transformación profunda.

Por eso, tendríamos que hablar de series sociales y no políticas. Se trata de productos que, como diría nuestro amigo el teórico literario César de Vicente: “salva[n] la conciencia intranquila de los izquierdistas que quieren seguir viendo arte (el arte burgués) en los escenarios,” en este caso en las televisiones, pero sin un desvelamiento profundo de las relaciones sociales en lucha que conforman la historia.

5- Su planteamiento holístico da una amplia representatividad a su trabajo. Como decíamos antes, en su obra Simon apuesta por complejizar el conflicto abordado. The Wire es el caso paradigmático de este hecho. En cada temporada aumenta un plano de observación introduciendo después de policías vs traficantes, el plano de la política institucional, el periodismo o el sistema educativo.

En We Own This City nos va a ofrecer el punto de vista de muchos actores sociales y políticos en los conflictos raciales mostrándonos diferentes cargos institucionales y policiales, así como diferentes perfiles; los polis corruptos y los honrados (ajá), pero también los que se mueven en un complejo equilibrio. Los partidarios de reducir el presupuesto o cuestionar “la guerra contra las drogas” desde una perspectiva política frente a quienes entienden que la solución pasa por una reforma integral e incluso un aumento del presupuesto. En esta lucha por la ampliación del campo político electoral que lideró el ex vicepresidente, “entender” las subjetividades situadas es clave para plantear los argumentos y las agendas. Aunque pareciera que las que apuntan a una transformación radical siempre quedan fuera.

6- David Simon es profundamente reformista. Esto se deduce fácilmente de sus series, pero si queda alguna duda, él mismo lo explica cuando tiene ocasión. En la entrevista antes mencionada explicita lo que se hace evidente en su última serie, el guionista apuesta por una intervención planificada que refunde la policía. En un momento dado reconoce que su serie no va a gustar a los que defienden a la policía y no quieren ver su mala praxis, pero tampoco a los “radicales” que apuestan por desfinanciar (ya ni hablemos de los que queremos abolir) la policía, él se sitúa con aquellos que piensan que debido a al mal hacer de algunos policías en el marco de la guerra contra las drogas ha provocado una situación de descrédito y rechazo a una policía que no puede hacer su trabajo, algo que Simon liga directamente al aumento de los asesinatos en Baltimore y al reducido número de asesinos detenidos.

La policía queda presentada como un cuerpo protector y vigilante del bien común que se ha visto descarrilado por el mal hacer de los políticos que han creado esta guerra contra las drogas y, de paso, de cifras de detenidos y kilos de droga a cambio de horas extra bien pagadas y ascensos que ha promovido la corrupción y la brutalidad policial. Y, más allá de que esto sea cierto, pasa por alto el papel de las fuerzas represivas, que no es otro que la defensa de la propiedad privada de una minoría, desde un monopolio de la violencia que ejerce contra los y las trabajadoras, migrantes, la juventud, en los barrios populares… Especialmente si nos manifestamos, organizamos huelgas, movilizaciones y cuestionamos el statu quo, ese de la injusticia, desigualdad y miseria que Simon retrata con maestría.

7- Pablo Iglesias es profundamente reformista, aunque en su programa de radio haya llegado a compararse con Rosa Luxemburgo (increíble pero cierto). Es más, Iglesias no solo siente su posicionamiento político refrendado por la obra de Simon, sino que esta legitima la necesidad de un cambio a base de reformas y sin perder la confianza en las posibles bondades del sistema.

La figura de Pablo Iglesias y su proyecto -que ahora defiende desde el periodismo y la opinión- se convierten entonces en la vía útil para ese cambio, para pensar esa gestión amable del capitalismo, que luego resulta que no es tan amable porque se construye sobre reformas laborales para tener contenta a la patronal, ayuntamientos que paguen más rápido la deuda ilegítima, olvidar todo cuestionamiento a profundo a la monarquía y el régimen del 78, defender la Constitución de raíces franquistas, mandar tanquetas a los huelguistas, apostar por una Unión Europea con su propio ejército y agenda imperialista y, eso sí, tal vez plantear que con unas reformas podemos conseguir policías que no abren la cabeza a manifestantes ni ahogan hasta la muerte a personas negras, sino que se dedican a impedir asesinatos y, tal vez, ayudar a ancianitas a cruzar la calle. Si ya pretendieron hacer pasar la incorporación de un teniente general del ejército a las listas de Podemos como una apuesta por la democracia…

Veamos y disfrutemos las series de David Simon, que tienen mucho que ofrecer, pero con un ojo crítico y menos autocomplaciente que los Pablo Iglesias o Los Chikos del Maíz de turno. Al menos si queremos romper con los falsos posibilismos y los marcos establecidos por el capitalismo salvaje que nos dejan criticando la injusticia en el sillón.


              

Lucía Nistal

Madrileña, nacida en 1989. Teórica literaria y comparatista, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid. Milita en Pan y Rosas y en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT).

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