Este 8 de marzo, con el puño en alto, salimos a las calles para rechazar el acuerdo del gobierno con el FMI. La deuda es con las mujeres y con las infancias.
Martes 8 de marzo de 2022 13:41
Al día de hoy, 3,8 millones de niños y niñas en Argentina son pobres y sufren vulneración de derechos. En lo que respecta a situaciones de violencia y abuso sexual infantil aumentan las denuncias y se visibilizan maltratos, a la par que la violencia machista se perpetúa en las calles, las instituciones y los medios de comunicación con comentarios misóginos.
Por eso desde el equipo de infancias nos parece importante poder reflexionar sobre la construcción histórica de la niñez en clave de género.
Ana María Fernandez (1993), en “La invención de la niña”, diferencia dos formas en las cuales se puede “significar” la niñez; una en relación a los distintos modos de ser niños/as en función de la clase social que nos atraviesa, y otra con respecto al género que nos asignan al nacer. Además, realiza un recorrido sobre las producciones teóricas en el Occidente con respecto a la infancia, noción que aparece en un entramado histórico - social que arriba a la modernidad de la mano de la familia burguesa y la sociedad industrial, postulando que allí se han producido valores, creencias, actitudes y prácticas sociales con respecto a la familia, la sexualidad, la moral, educación, siendo dichas categorías las que organizan universos de significados, constituyéndose como ideologías hegemónicas ejerciendo de esa forma “patrones” de ideal de vida y “normalidad”.
Pero, ¿qué pasa con lxs niñxs que no alcanzan los niveles elementales de alimentación, donde el acceso a una vivienda, agua potable, y trabajo para sus familias parece un relato de ciencia ficción?
Si bien la Convención Internacional de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, como también las leyes de infancia que rigen en Argentina, establecen una serie de derechos de los que deberían poder gozar las infancias, estos son cotidianamente vulnerados por el propio estado.
Los cuidados de las infancias y las tareas de crianza recaen sobre las familias trabajadoras quienes en muchas ocasiones, con escasos recursos, son quienes tienen la tarea de garantizarlos. Siendo particularmente las mujeres quienes se encuentran a cargo de la crianza, implicando esto una doble jornada de trabajo. Mientras tanto los gobiernos como el de Horacio Rodríguez Larreta no garantizan las vacantes para la educación obligatoria, adeudan la construcción de instituciones educativas y se carecen de espacios de cuidado para lxs niñxs en su primera infancia.
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En el 2020 en el desalojo de Guernica fue un caso testigo que evidenció que mientras las familias luchaban por vivienda y trabajo en el medio de una pandemia mundial, para poder garantizarles tales derechos a sus hijxs, el Gobierno de Kicillof, luego de amenazas, torturas y amedrentamientos, envió topadoras que destruyeron sus viviendas como respuesta a sus demandas. Otra de las tomas que se sucedieron durante la pandemia fue la del Barrio 31, “Fuerza de Mujeres”, compuesta por todas madres y mujeres que habían sufrido situaciones de violencia. Allí la respuesta del Gobierno de la Ciudad a cargo de Larreta fue la misma. El desalojo, sin garantías de derechos para las familias.
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Mientras tanto, en la actualidad, atravesada la pandemia y el país sumergido en una profunda crisis económica y social, donde las familias se ven empobrecidas y no alcanza el sueldo para vivir, el Gobierno Nacional pretende cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que tendrá consecuencias directas para las infancias, en el acceso y garantía de sus derechos, ya que implica un ajuste concreto a las familias trabajadoras.
Un recorrido histórico sobre la categoría de infancia, las niñas y los niños
La infancia es una construcción socio-histórica, esto significa que es el resultado de procesos históricos, sociales y políticos. Por lo tanto, lo que entendemos por niño o niña, en la actualidad, es producto de un proceso de realidades y experiencias que sucedidas a lo largo del tiempo se han visto naturalizadas y dadas como categorías absolutas y estáticas. De este modo a cada momento histórico le corresponden una serie de valores y roles asignados a la infancia.
Philippe Ariés, considerado el “padre” del campo de estudios sobre la infancia, sostiene que es a partir del S. XVII y XVIII, donde se produjo el interés por la infancia. Asimismo, desde diferentes ramas de la ciencia se han identificado características específicas que la diferenciaban de la etapa adulta, destacando diferencias de género y clase en el advenir niña o niño. La noción hegemónica que comandaba el ser infante era la del varón de clase alta, siendo la incorporación de la niña más lenta y progresiva.
Estos cambios fueron de la mano de una modificación en el ejercicio de la práctica del maternaje, y se valorizó el lugar de la educación como lugar privilegiado para lxs niñxs. Sin embargo, el acceso a la misma fue diferente según la clase y también el género, ya que continuaba siendo una prioridad que las niñas recibieran formación y valores ligados a los mandatos sociales de cuidado por fuera de la educación formal en las clases altas. Mientras que las niñas de sectores vulnerables continúan indiferencias del mundo de las adultas, desarrollando tareas del hogar, siendo éstas las últimas en acceder a la educación formal.
Mientras tanto, en los sectores más vulnerados el circuito de las infancias se acorta, ingresando más rápidamente al mercado de trabajo, significando para las niñas un destino más cruel: servicio doméstico, reemplazo de lxs adultxs en las tareas domésticas y de cuidado de hermanxs.
Así, la pobreza y la subordinación de género dejan cicatrices en la subjetividad, quedando marcas que colocan a las niñas y las mujeres en peores condiciones para el logro de una calidad de vida digna. Sin embargo, a pesar de dichas “marcas”, y a partir de la organización de las mujeres y disidencias en contra de la violencia de género, la opresión y la explotación que sufrimos por parte del patriarcado y el sistema capitalista, hemos logrado transformarlas en potencia de lucha y conquista de derechos.
La historia de las mujeres está marcada por una fuerte impronta de experiencias de luchas que han permitido conquistar derechos, teniendo esto un impacto en los métodos de crianza. Gracias a estas luchas es posible cuestionar que los roles de cuidado no son potestad del género femenino, que el trabajo de cuidado es un trabajo no pago, que permite la reproducción económica del capital.
Es el momento de seguir luchando por infancias que logren cuestionarlo todo.
Que las niñas y adolescentes puedan apropiarse también de estas luchas históricas, tal como se vio en cada marcha por el aborto seguro legal y gratuito donde las jovenes tomaron las calles en pos del derecho a decidir por sobre sus/nuestros cuerpos. Este método de lucha sienta las bases para que lxs niñxs puedan expresar y hacer oír su voz.
Hoy en el 8M hay dos marchas. Una que se niega a denunciar los gobiernos que buscan realizar acuerdos de co gobierno con el FMI. Por eso nosotras hoy saldremos con las consignas centrales de "No al pacto del gobierno con el FMI. Contra la violencia hacia las mujeres y disidencias. Ni una menos. Basta de represión a las, los y les que luchan", a las 16 hrs desde Corrientes y Callao hacia el congreso. Así nuestro 8M, irá de la mano de la jornada que impulsaremos el 10, día en que está anunciado el tratamiento del proyecto del FMI en el recinto.
Las conquistas de las mujeres nos traen la certeza de que es posible cuestionar la realidad cotidiana que vivimos. Para dar esa pelea contra los gobiernos que pretenden condenar nuestro futuro es necesario construir una enorme fuerza social, que contemple las demandas de las niñas, niños, mujeres junto con el resto de quienes sufrimos la explotación capitalista y transformar así la realidad.
Las luchas son el motor de un cambio social más profundo, que derriben el patriarcado junto a este sistema de explotación y opresión que es el capitalismo.