En noviembre de 1919, delegados de 14 países fundaron la Internacional de la Juventud Comunista. Sus organizaciones juveniles jugaron un papel dirigente en la resistencia contra la Primera Guerra Mundial, peleando tanto contra los gobiernos burgueses de sus países y a los dirigentes reformistas al interior de sus partidos.
El 20 de noviembre de 1919, una docena de jóvenes se reunió en “una habitación oscura, sucia y hacinada en la parte trasera de una taberna berlinesa”. El cuarto había sido reservado para una reunión de una asociación de criadores de palomas. ¿Qué clase de criadores de palomas tan extraños pudieron haber sido estos?
Los asistentes provenían de 14 países distintos: Rusia (así como también de la región del Volga germanoparlante), Polonia, Alemania, Italia, España [1], Suecia, Noruega, Dinamarca, Austria, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Suiza.
Eran comunistas jóvenes, representantes de organizaciones juveniles con cerca de 250 mil miembros. En aquel entonces, Alemania era una república constitucional con un gobierno socialdemócrata en el poder. Pero la represión era brutal; en esos días, el el ministro socialdemócrata de guerra, Gustav Noske, envió autos blindados para evitar que se suscitara una manifestación en solidaridad con la Rusia Soviética en el segundo aniversario de la Revolución de Octubre.
Por esa razón los delegados se reunieron en distintos lugares secretos cada día: hubo una reunión en el estudio de la artista Käthe Kollwitz, al día siguiente en las ruinas del Palacio Sanssouci en Potsdam. Después de seis días de discusiones se fundó la Internacional de la Juventud Comunista (IJC).
La IJC podría parecer como otra de las tantas organizaciones y agrupaciones creadas por la Internacional Comunista (IC o Comintern), pero tenía su propia historia, datando ya desde 1907. El congreso fundacional de la IJC continuaba una larga lucha de las organizaciones juveniles socialistas contra el reformismo.
El trasfondo
La IJC, con secciones en 14 países, se fundó en 1907 en Stuttgart, conocida en aquel entonces como la Unión Internacional de Organizaciones Juveniles Socialistas (UIOJS), después del congreso de la Segunda Internacional. El dirigente socialdemócrata alemán Karl Liebknecht fue electo como presidente de la UIOJS. Contando con 36 años, era más una eminencia gris que un miembro.
Desde el inicio, estas organizaciones juveniles estaban enfrentadas en una suerte de guerra de guerrillas contra los dirigentes de los partidos y sindicatos socialdemócratas. Los primeros se concebían como organizaciones de lucha política, mientras que los segundos los consideraban como asociaciones para el trabajo de formación política y cultural. Los dirigentes más viejos acusaban a la juventud de intentar “cortar por completo al movimiento juvenil del movimiento de los adultos”. Liebknecht, por el contrario, planteaba que la UIOJS debía ser autónoma de la Internacional.
Hay dos puntos que garantizan el éxito de los intentos de organizar a la juventud: independencia de la juventud y la protección de los derechos de los jóvenes. Solamente las organizaciones juveniles libres, que emergieron de la juventud misma, han cubierto estas necesidades de los jóvenes. Estas necesidades surgen de la posición moderna de la juventud en la vida económica. […] Simplemente al seguir compulsivamente las circunstancias, el joven busca independencia, actividad independiente, hoy como nunca antes. Esta búsqueda de los jóvenes no puede ser suprimida por la fuerza. [2]
La juventud contra la guerra
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial el 4 de agosto de 1914, la Segunda Internacional colapsó. Sus partidos miembros, salvo algunas excepciones, apoyaron la guerra declarada por sus propios gobiernos. Pronto, millones de jóvenes de toda Europa estaban matándose entre ellos en las trincheras; pero a pesar de la persecución de la disidencia y la oposición política —no sólo de la policía capitalista, sino también de los burócratas reformistas al interior de los mismos partidos— la resistencia a la guerra creció.
El 4 de abril de 1915, apenas transcurridos ocho meses desde el inicio de la guerra, la UIOJS tuvo una conferencia en Berna (Suiza) con delegados de nueve países. Esta conferencia se dio cinco meses antes de la Conferencia de Zimmerwald, la cual reunió a los socialistas internacionalistas adultos. La UIOJS comenzó publicando el periódico Juventud Internacional para plantear la resistencia común contra la guerra. Contenía artículos de Alexandra Kollontai, Nicolás Bujarin, Vladimir Lenin y otros internacionalistas. El secretario general de la UIOJS reconstituida era Willi Münzenberg, un joven alemán de 25 años que vivía en Zurich.
La juventud estaba en los frentes de batalla en la lucha contra los dirigentes “social-patriotas”, quienes eran socialistas en las palabras pero chovinistas en los hechos. La UIOJS organizó jornadas de acción internacional contra la guerra, siendo la primera el 3 de octubre de 1915. En ese día, los jóvenes socialistas repartieron cientos de miles de folletos y vendieron decenas de miles de copias del Juventud Internacional. En países neutrales como Suiza y Estados Unidos, mítines legales se llevaron a cabo; en países en guerra, como Alemania, manifestaciones y marchas contra la guerra se realizaban en el campo bajo la excusa de ser “celebraciones para Hindenburg”.
La juventud internacional reportaba y coordinaba protestas juveniles contra la guerra. Los organizadores de las primeras jornadas de acción en Italia fueron sentenciados a 22 años de prisión. En 1918, el gobierno suizo (aunque técnicamente neutral) prohibió el Juventud Internacional y deportó a Münzenberg, quien como ciudadano alemán había rechazado hacer su servicio militar. Estuvo en prisión hasta que fue liberado por la Revolución alemana.
Lenin, exiliado en Zurich, estableció contacto cercano con los dirigentes juveniles, en especial con Münzenberg, y planteando estar a favor del “derrotismo revolucionario”. Decía:
Los ancianos y adultos por lo general no saben cómo acercarse a la juventud, ya que la juventud, por necesidad, debe avanzar hacia el socialismo de una manera distinta, por vías diferentes y en otras formas, en circunstancias distintas a las de sus padres. Incidentalmente, por eso es por que debemos favorecer decididamente la independencia organizacional de la Liga Juvenil, no sólo porque los oportunistas temen tal independencia, sino por la naturaleza misma del caso. [3]
Fundando la Internacional
La Primera Guerra Mundial terminó con la clase obrera tomando el poder en Rusia. Los dirigentes del nuevo Estado soviético llamaron a los trabajadores de todo el mundo a que construyeran nuevos partidos comunistas para completar la revolución. El 2 de marzo de 1919, se fundaba en Moscú la Internacional Comunista. Su nueva dirigencia recién electa publicó un llamado a la juventud: “Jóvenes amigos […] ¡únanse a las filas de las columnas combativas de la Internacional de la Juventud Comunista y tomen por asalto las ciudadelas del capital, atrapando la libertad y la felicidad para toda la humanidad!”.
Luego de las reuniones preparatorias en Moscú y Viena, los delegados finalmente se reunieron el 20 de noviembre de 1919 en Berlín. Las organizaciones juveniles que habían luchado contra la guerra estaban en las primeras filas del nuevo movimiento comunista internacional. En varios países, estas organizaciones juveniles fundaban los nuevos partidos comunistas.
Pero luego de sus experiencias en la guerra, en las que tenían que luchar contra los dirigentes de sus partidos tanto como contra sus gobiernos, insistían en mantener la autonomía de las organizaciones juveniles. La IJC estaba “organizacionalmente ligada” a la Comintern, basándose “en las resoluciones del Primer Congreso”, pero aún así mantenía su independencia de ésta.
Durante el primer año y medio, el cuartel general de la IJC estaba en Berlín. La oficina ilegal estaba en un sótano en el barrio de Schöneberg. Los dirigentes de la IJC como Münzenberg y Leo Lieg viajaban por toda Europa; no tenían pasaportes, así que tenían que cruzar las fronteras ilegalmente y con frecuencia eran arrestados. A pesar de ello, valoraban mucho su independencia del aparato central de la Comintern en Moscú.
En esta época, la IJC vivió un crecimiento explosivo. Al fundarse, tenía 14 secciones con 219 mil miembros; un año y medio más tarde, argumentaba contar con 49 secciones con 800 mil miembros (cerca de dos tercios, desde luego, eran parte de la Komsomol [4] en Rusia). La IJC fue capaz de dividir a una serie de organizaciones juveniles centristas de Europa, ganando a sus alas izquierdas para el comunismo. Los dirigentes de la IJC continuaban en enfatizar la autonomía de las organizaciones juveniles en el movimiento comunista.
Pero para el Segundo Congreso de la IJC en abril de 1921, las organizaciones juveniles estaban siendo arropadas por el control de la Comintern. Los delegados del congreso de la IJC fueron reunidos en el poblado de Jena (Alemania), pero se les informó por telegrama que su reunión había sido cancelada. En su lugar fueron reconvocados en Moscú durante el verano, luego del congreso de la Internacional Comunista.
Conforme la burocracia tomaba el poder en la Unión Soviética, necesitaba atacar la herencia revolucionaria del Partido Bolchevique, y en especial de la juventud. Es así que lanzó una campaña internacional contra el “trotskismo” bajo la excusa de “bolchevizar” a los nuevos partidos comunistas. Ocho miembros de la juventud del partido protestaron públicamente contra esta campaña; como respuesta, Stalin, siendo secretario general, disolvió al comité central de la Komsomol, y siguiendo la mejor tradición de los socialdemócratas, poco a poco la Liga Comunista de la Juventud se redujo a “educación y formación cultural”, como lo describía Trotsky.
Luego de haber disuelto la organización revolucionaria de la juventud, la burocracia estalinista disolvió la Internacional de la Juventud Comunista junto a la Internacional Comunista en sí en 1943. Se trataba de un gesto simbólico de amistad hacia las potencias imperialistas “democráticas”, pero con eso también Stalin estaba demostrando que rompía definitivamente y de manera irreversible con cualquier aspiración revolucionaria.
El nuevo movimiento juvenil
Hoy, un siglo más tarde, estamos viendo nuevas formas de internacionalismo juvenile. Las huelgas por el clima, que han movilizado a millones de jóvenes alrededor del mundo, son de los movimientos de protesta más jóvenes en toda la historia.
Hace 100 años, los jóvenes se enfrentaban a la barbarie capitalista que en aquel entonces se expresaba como las guerras imperialistas. Hoy, el capitalismo ofrece un futuro mucho más sombrío para la juventud: no sólo millones de muertos, sino quizá también el colapso entero de la civilización humana.
Especialmente en Chile estamos viendo el surgimiento de una “juventud sin miedo” que está enfrentando al régimen heredado de la dictadura. Dicho movimiento no sólo inspira a jóvenes en todo el mundo, sino también a las generaciones más viejas. Serán la base de las nuevas organizaciones revolucionarias. Como decía Alexandra Kollontai en el primer número del Juventud Internacional en 1915:
Los cimientos sólidos y correctos para la nueva Internacional sólo pueden ser formados por la juventud socialista. La juventud, los portadores del futuro; los jóvenes, que no dependen del pasado, que esperan todo del futuro, [...] los jóvenes, cuyos corazones no están corrompidos por los sentimientos pequeñoburgueses y cuyos pensamientos no pueden desviarse de la ideología de una época pasada. [...] ¡La juventud obrera, fresca, valiente, revolucionaria, desinteresada, que empuja hacia adelante, siempre hacia adelante!
Este artículo es una adaptación de otro escrito como Wladek Flakin, “The ‘Berlin Years’ of the Communist Youth International,” Permanent Revolution (London), 2010, 34–41.
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