Hoy se conmemoran los 30 años de la asunción de Patricio Aylwin a la presidencia. El gobierno quiere pintar esta fecha como una conmemoración a la democracia. Pero la llegada de la Concertación no fue más que la consumación del pacto de la transición contra las grandes mayorías trabajadoras.
Miércoles 11 de marzo de 2020
Cuando el gobierno se quiere vestir de “demócrata” queriendo rememorar el fin de la dictadura militar y la ex Concertación suspira por sus “días felices”, hay que decir con claridad: cuando Patricio Aylwin asumió la presidencia fue la consumación de la transición pactada, que podría decirse que se inició con el acuerdo por el plebiscito del Sí y el No, y que fue gestada para desviar el ascenso de masas que venía protagonizando el pueblo trabajador en la década de los 80’ para tumbar al dictador.
Así llegaba al poder Aylwin, un golpista de tomo y lomo, representante del sector más a derecha de la Democracia Cristiana en los 70’, quien empujó
permanentemente a su coalición a pasarse al bando golpista entre 1972 y 1973.
De esa manera se comenzaba a fraguar este Chile de los empresarios, ese país donde la alegría sólo llegó para los grandes empresarios: para los Luksic, los Von Appen, los Angelini, Matte y compañía, y nunca para el pueblo trabajador.
Aylwin saludando de la mano al dictador para asumir la presidencia fue la imagen que consagraba ese pacto entre cuatro paredes firmado por la Concertación, la derecha, los militares y los empresarios y que sentó las bases para 30 años de saqueo a las grandes mayorías, a los recursos naturales, al pueblo y al medioambiente.
Y ese Chile ha sido el que se ha puesto en cuestión profundamente desde el 18 de octubre a la fecha, porque la democracia que llegó es la democracia de los ricos, organizada contra las y los trabajadores, condenados no sólo al autoritarismo del Estado, a los abusos, a la represión, sino que a las pensiones de hambre, a los salarios que no llegan a fin de mes, a la salud pública que se cae a pedazos, a la educación de mercado.
A 3 décadas de la asunción de Patricio Aylwin decimos con fuerza: ¡No son 30 pesos, son 30 años! ¡Abajo la herencia de Pinochet!
Porque queremos terminar con el legado de la dictadura, luchamos por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que pueda discutir sobre todo, sin veto ni restricciones, y para abrir en ese camino la perspectiva de la lucha por terminar con este Chile de los empresarios y los poderosos y conquistar un Chile de las y los trabajadores y las grandes mayorías.