Frente a un nuevo aniversario del Cordobazo, recordamos el largometraje “El buen pastor, una fuga de mujeres” de la productora El Calefón INCAA, dirigida por Matías Herrera Córdoba y Lucía Torres. Una fuga que marcó uno de los tantos hitos de la convulsionada Córdoba de los años ’70.
Sábado 29 de mayo de 2021 10:31
El 24 de mayo de 1975, veintiséis presas políticas, entre 17 y 30 años, acusadas de subversivas se fugaron de la cárcel cordobesa “Buen Pastor”. Allí habían sido torturadas en los centros de información, un anticipo del golpe militar que llegaría después en 1976. Estas mujeres planearon su fuga de forma colectiva con sus compañeras, con la organización logística del PRT- ERP y la participación de 200 personas de diferentes organizaciones. Lograron salir por una ventana, luego de que un camión tirara las rejas y distrajera a los oficiales con bombas de estruendo, aprovechando que había un casamiento en la iglesia de Los Capuchinos (en la vereda de enfrente, sobre la calle Buenos Aires).
Posteriormente ellas pasaron a la militancia clandestina y nueve fueron desaparecidas durante el proceso. La fuga también se pensó como una acción que levante el ánimo de las masas frente un recrudecimiento de la represión.
Se vivía una Córdoba convulsionada, donde las mujeres tuvieron un rol importante en el Cordobazo en 1969, siendo parte de una fuerza imparable, la unión de trabajadores y estudiantes, donde sí se tocaba a un estudiante o un obrero se salía a las calles. Se venía de un proceso donde las mujeres buscaban ser una parte activa en los movimientos sociales, logrando la feminización de la matrícula en universidades y muchas mujeres trabajaban en la industria textil, la industria del calzado, el sector de alimentación, docentes, y crecientemente más vinculadas al comercio.
El documental fue realizado con material registrado entre los años 2003 y 2009 y comienza con alguna de las protagonistas, colgando carteles con cintitas rojas, en una de las rejas de lo que se convirtió el shopping “Paseo del buen pastor”, que José Manuel de la Sota inauguró en agosto 2007. Los carteles tenían los nombres de las compañeras desaparecidas, Helena Harriague, Rosa “Tota” Novillo Corvalán; Zulma Rosario Ataide, Ana Vilma Moreno de Agüero, Susana Cristina Ávila, Ana María Liendo, Alicia Raquel D´ambra; Sonia Alicia Blesa y Norma Hilda Melani, en cada nombre ellas gritan presente.
El establecimiento fue construido entre 1897 y 1906 para la orden de las hermanas “Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor de Angers” y destinada a ser un correccional de mujeres y menores, que funcionó co-gestionado con el Servicio Penitenciario de Córdoba durante casi un siglo. Bajo la intervención de Lacabanne en la provincia, y durante la dictadura militar, donde se mantenían detenidas a las “comunes”, a las “políticas”, y en el caso de “las guerrilleras”, entregaban a sus bebés a la casa cuna.
Cristina Salvarezza, estudiante de arquitectura, ex militante del PRT y ex presa política, recuerda cómo entró a la cárcel, donde las monjas anotaban su nombre, apellido y DNI, recuerda donde estaba su cama, el baño y la cocina. Cuenta como apenas entró, la rodearon todas las compañeras, le preguntaban de donde venía, y así obtener rápido información para los compañeros fuera de la cárcel, ya que en ese momento había desaparecidos y se encontraban bajo una provincia intervenida por Raúl Lacabanne tras el Navarrazo.
“Los compañeros por seguridad mantuvieron en secreto la fuga. Solo cuatro compañeras sabían que iba a suceder. Me acuerdo bien que a las cuatro y media de ese sábado, vinieron y nos avisaron a la “Tota” (Rosa) Novillo Corvalán, a Norma Melani y a mí que destruyeramos todo lo que podía comprometer a algún compañero. Ellas cuatro planearon todo, incluso que se lavaran las sábanas al mediodía para colgarlas en las sogas del patio, para que los penitenciarios que hacían guardia desde los techos de la cárcel no vieran cuando a la hora de la fuga saliéramos desde el comedor a la cocina, que era el punto de encuentro y desde donde saltaremos por la ventana” detalla Salvarezza.
Carlos Orzaocoa, ex militante del ERP-PRT cuenta: “La dictadura militar se adelantó en Córdoba, y no fue por casualidad. Fue porque Córdoba era el centro de la lucha, de la movilización obrera y estudiantil, de la movilización popular, por sus reivindicaciones. Y en la provincia hay una historia de la unidad obrero estudiantil, contra la reforma universitaria, la historia del Cordobazo, el Viborazo. En ese entonces el amor se terminaba cuando una represión lo terminaba, en esa situación el amor, el amar era muy sublime, muy vital, porque podía ser la última vez.” .
El documental también muestra una filmación a Emilia Villares, Madre de Plaza de Mayo, quien desde afuera de la cárcel decía: “ Vine acá desde marzo, abril y mayo hasta el día de la fuga, todos los días que me permitía la cárcel, a traerles de comer y traerles ánimos, pero en realidad, ellas nos daban ánimos a los padres, porque tenían fuerza, yo siempre digo que nosotros deberíamos aprender de ellos, tenían un sueño tan grande que los hacia fuertes aun en la desgracia, aprendí que ese sueño era de un país hermoso que ellos soñaban y estamos luchando ahora para que llegue”.
Actualmente el "Buen pastor" es un complejo cultural, turístico, recreativo y de contemplación, según el gobierno de Córdoba, pero su patio que se convirtió en un patio de comidas y paseo, trae consigo la historia de esas mujeres parte del Cordobazo y momentos históricos. La militancia y los ideales no se apagaron por estar encerradas, sino que se afianzó el sentimiento de injusticia.
Así el filme se convirtió en un recorrido que reconstruyó la memoria, social y política, dando a conocer una fuga histórica. La de 26 mujeres que organizaron su libertad y con reconocimientos como en la competencia internacional de LAFF (Latino Film Festival) de Bruselas en el 2012, categoría a “Premio Salvador Allende”, Ganador del premio a la producción, Fondo Global para la Mujer, EEUU, entre otros.
Hoy se cumplen 52 años del Cordobazo, un gran movimiento de protestas que en 1969 desafió al gobierno de facto de Juan Carlos Onganìa. Fue el inicio del fin para la dictadura y a su vez un golpe contra Perón y la burocracia sindical vandorista, con el surgimiento de una vanguardia radicalizada que mostraba un camino distinto, la semi-insurrecciòn y la intervención directa de la clase obrera, junto con estudiantes, el pueblo pobre y mujeres. Hartos de las penurias que vivían en relación a la dominación del imperialismo y el capitalismo, darán origen a las coordinadoras inter fabriles de junio y julio de 1975. Fue esta una posibilidad de desarrollo de las posiciones clasistas y nuevas organizaciones de combate junto con las masas en la lucha por el poder.
Contrariamente a tener un programa y una estrategia que una a las masas y la vanguardia para derrocar a la dictadura, la dirección peronista terminó siendo una garantía a la burguesía para evitar una guerra civil, donde tanto los montoneros como el PRT-ERP, ambos de la guerrilla, separaban a las masas de la vanguardia. Donde opinaban que había que hacer un frente común entre el peronismo y la izquierda, con esta idea no solo apoyaban la conciliación entre la clase burguesa y la clase obrera sino que a su vez reforzaba el papel del peronismo de contener la lucha de clases. Es decir faltó una dirección revolucionaria.
Aun así el Cordobazo marcó un imaginario enorme con lecciones vigentes al día de hoy para la clase obrera, estudiantes y miles de jóvenes precarizados.
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