Miércoles 27 de noviembre
Si alguna vez has trabajado en retail sabrás de qué hablamos. Horarios de “mall” que no te permiten vivir, extensas jornadas laborales sin ver la luz del sol, metas que cambian arbitrariamente, sufrir la indefensión total por parte de la empresa ante situaciones complejas de atención al público entre otras. A esto debemos sumar los bajos salarios que rozan el mínimo y que apenas cubren nuestras necesidades básicas y la escasa posibilidad de que esas condiciones mejoren sustancialmente.
Trabajos feminizados o donde la juventud y sectores migrantes son tratados como basura mientras las empresas se llenan los bolsillos con nuestro sudor. Esta realidad está marcada también por el temor constante al despido, una herramienta utilizada como castigo por reclamar nuestros derechos o intentar articularnos. Un sector que viene incrementando los ritmos de explotación año a año, aprovechando leyes de flexibilización como las 40 horas, el subcontrato o el multirut.
Frente a esta situación desde La Red, agrupación clasista de trabajadores del retail, consideramos que no podemos permanecer impávidos y debemos avanzar a organizarnos y movilizarnos de forma independiente de los empresarios, el gobierno y sus partidos, confiando en las fuerzas de nuestra propia clase para terminar con este régimen de explotación y opresión.
Independencia de clase y confianza en nuestras propias fuerzas.
La situación de los sindicatos en el país es paupérrima, estamos divididos en cientos de organizaciones, cada una más pequeña que otra, con dirigentes que parecen más comprometidos con la paz con la empresa que en defender las condiciones laborales de las y los trabajadores. Además, las centrales sindicales del país, están integradas al propio gobierno, manteniendo una tregua servil a la “normalización” de la que se jacta Boric que solo sirvió para fortalecer a la derecha y sus discursos de criminalización de la pobreza y la población migrante.
Con dirigentes así, no tenemos ninguna chance de levantar cabeza y avanzar en nuestras demandas. Para ganar poder, necesitamos que nuestras organizaciones sean independientes de todo compromiso con los empresarios, el gobierno y sus partidos políticos. Desde la Red estamos convencidos que sólo recuperando nuestros métodos históricos como la organización, movilización y huelga, podremos conquistar más y mejores derechos.
Pero en este camino, los sindicatos parecieran estar remando para el otro lado, hoy no son herramientas de lucha y parecen jugar un rol más de pasivización que otra cosa. Así lo vimos durante la rebelión del 2019 donde el sector privado estuvo casi ausente y muchas y muchos de nosotros salimos a la calle sin nuestras organizaciones.
Este límite de la organización no está dado de por sí, sino que responde a un modelo instalado por la dictadura y el plan laboral y aceptado por las actuales direcciones de los sindicatos que han renunciado a cuestionar la enorme tutela que existe por el estado y que impide la acción independiente de la clase trabajadora.
Que los sindicatos estén en nuestras manos y sean herramientas para nuestra autoorganización y lucha
Quebrar y cuestionar el modelo sindical neoliberal exige de mínima avanzar a transformar nuestras organizaciones en herramientas para que seamos los propios trabajadores los que definamos el camino que deben seguir nuestras organizaciones. Por eso desde La Red luchamos por la democratización de las organizaciones, exigiendo que sean las Asambleas el máximo órgano resolutivo del sindicato, incluso si eso implica la revocación de un dirigente, (cuestión que hoy impide la ley), además, creemos que desde el sindicato se debe promover la participación activa de los trabajadores en la toma de decisión y garantizar la libertad de expresión y opinión dentro de la organización, sin ninguna clase de censura y la posibilidad de organizarse como corrientes dentro del sindicato.
¡Por la unidad de las bases trabajadoras, contra la división entre trabajadores permanentes, tercerizados e informales!
La fragmentación de la clase trabajadora es una estrategia central del empresariado para maximizar la explotación y debilitar la organización colectiva. Modalidades como la subcontratación, los servicios transitorios, el trabajo en plataformas digitales y la explotación de alumnos en práctica como mano de obra barata consolidan un régimen de precariedad que profundiza las desigualdades entre quienes realizan las mismas tareas bajo distintos contratos. Esta división no solo fomenta la competencia entre trabajadores permanentes y precarizados, sino que asegura la impunidad de las empresas, permitiéndoles evadir sus obligaciones.
La negación del derecho a sindicalización —perpetuada incluso por algunos sindicatos que limitan su acción a la empresa, cumpliendo así el propósito del plan laboral neoliberal— es una expresión clara de este modelo de precarización. La lucha debe orientarse a eliminar toda forma de precariedad laboral, garantizando condiciones de trabajo justas y el derecho pleno de organizarnos. Es imprescindible construir organizaciones que representen y defiendan sin distinción a todas las trabajadoras y trabajadores, superando las limitaciones legales y las divisiones contractuales. La unidad de la clase trabajadora es la herramienta indispensable para erradicar la explotación en todas sus formas.
¡La clase trabajadora necesita asumir la responsabilidad de defender los intereses de todos los explotados y oprimidos!
No podemos enfrentar la explotación sin reconocer que las opresiones que afectan a mujeres, disidencias sexuales y de género, pueblos originarios e inmigrantes son parte del mismo sistema que precariza nuestras vidas. Nuestra lucha debe trascender la defensa corporatival para convertirse en un espacio que integre estas demandas y enfrente todas las formas de discriminación, construyendo organizaciones que no solo protejan los derechos laborales, sino que promuevan cambios estructurales en la sociedad.
Luchamos por organizaciones de trabajadores que enfrentan todas formas de explotación y opresión, que defiendan los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, para acabar contra toda forma de discriminación contra las disidencias sexogenéricas, para terminar con cualquier atisbo de racismo y xenofobia en las filas de la sociedad, por la unidad con las y los estudiantes en su lucha por una mejor educación.
ya que ambos sufrimos las consecuencias del mismo sistema económico político que niega derechos, impone precariedad y restringe oportunidades. Solo en esta unidad amplia, solidaria y desde abajo podremos enfrentar con éxito la explotación a la que nos someten los capitalistas y avanzar a construir un futuro en el que todas y todos tengamos cabida.
¡La clase trabajadora es una y sin fronteras!
En pleno siglo XXI, el capital ha transformado sus formas productivas para depender cada vez más de la transnacionalización de enormes cadenas de distribución a escala internacional. La paralización de un puerto en Asia, impacta directamente sobre la cadena en América o Europa y mientras la burguesía y las grandes empresas funcionan a escala multinacional, la clase trabajadora sigue encorsetada bajo las banderas nacionales.
Desde la Red consideramos que la clase trabajadora no puede limitar su acción sólo a lo que ocurra en un país, por ello creemos que es necesario volver a poner sobre la mesa la tradición internacionalista que fue parte de la subjetividad de las y los trabajadores durante el siglo XX. Creemos que las organizaciones debemos apoyar y solidarizar con nuestros hermanos y hermanas de clase que migran a otros países, pero no podemos permanecer impávidos frente al sufrimiento de las clases populares frente a la guerra o los genocidios que planifican los intereses imperialistas en beneficio de los grandes capitales.
Finalmente hacemos un llamado a organizarnos, si te interesa organizarte en tu lugar de trabajo o sindicato, contáctanos y levantemos este proyecto en conjunto.