El gobierno danés se dispone a encarcelar inmigrantes en Kosovo a cientos de kilómetros de sus fronteras en un acto de racismo y xenofobia, al igual que de arrogancia imperialista. Se trata sin duda de una medida que muestra la deriva reaccionaria y autoritaria de muchos gobiernos europeos, incluidos los liderados por socialdemócratas.
Viernes 28 de enero de 2022 12:26
Hace algunas semanas se conoció mediante las cuentas oficiales de Twitter de los ministros de justicia de Dinamarca y Kosovo, el acuerdo entre ambos países de establecer una prisión en Gjilan, una localidad situada dentro del territorio del segundo, a unos 40 km de la capital del país.
El centro penitenciario que actualmente administra el gobierno local y donde actualmente hay unos 200 reclusos, a partir del 2023 pasará a estar regido por las leyes danesas y sus funcionarios. En una avanzada de la política antiinmigratoria que está llevando a cabo el país escandinavo, la cárcel será destinada a presos extranjeros con la finalidad de ser deportados al momento de cumplir su condena. Según el ministro danés Nick Heakkerup, el futuro de estos “no está en Dinamarca y tampoco deben cumplir su condena ahí”.
Por otro lado, el pacto establece que el país balcánico recibirá a cambio 21 millones de Euros anuales principalmente para el desarrollo de energías renovables.
Este dato no es menor, ya que Kosovo además de ser una de las economías más pobres de Europa, tiene reconocimiento limitado por un gran número de miembros de la ONU y este acuerdo significa un logro significativo en esta cuestión.
Pareciera sonar algo de lo más contradictorio que, como señalan varios medios, un gobierno emblema de la “eficacia” de las socialdemocracias en los países imperialistas, adopte una medida tan medieval como es comerciar con presos.
Y es que la cuestión no termina aquí. Por el lado del gobierno kosovar liderado por el partido nacionalista Vetëvendosje (Autodeterminacion) no se han dado demasiados detalles sobre el proyecto. Como afirman ONGs de derechos humanos en Prístina, se ve con mucha preocupación el agravamiento de las condiciones de vida de los presos y el aumento de la ya actual sobrepoblación de las cárceles kosovares.
El aumento de la crisis internacional ha generado olas migratorias mayores hacia los países más ricos y ha sido el caldo de cultivo para que surja una extrema derecha desatada que arremete sin complejo alguno contra las personas migrantes. Sin embargo, en el caso danés, como en muchos otros países de Europa, es la socialdemocracia la que acaba implementando medidas contra los sectores oprimidos y abre el terreno para que la extrema derecha siga creciendo. Estas, como vemos en este sencillo ejemplo, pueden incluir desde deportaciones y vulneración de derechos humanos básicos a costa del chantaje y de la dominación hacia las naciones oprimidas.
La solución a la crisis no debe pasar por falsos gobiernos progresistas que dan paso a la extrema derecha. La solución es la de construir una alternativa al servicio de la mayoría social, es decir que emprenda un camino para acabar con este tipo de atrocidades de un sistema decadente y miserable.