En la última semana nos llegaron denuncias de decenas trabajadoras de casas particulares de distintos lugares del país. Las mismas cuentan que sus empleadores, amparados por el escandaloso acuerdo pactado entre el gobierno nacional, la CGT y la UIA, pretenden reducir un 25% de sus sueldos. El sindicato lejos de reclamar por esta injusticia pide la ATP para los patrones.
Viernes 5 de junio de 2020 23:44
Ya en este diario venimos denunciando cómo nos golpea la cuarentena a las trabajadoras de casas particulares. Nuestro sector carece de muchos derechos laborales básicos. Existe una alta tasa de informalidad y los salarios no superan los $22.000, menos de la mitad de la canasta básica.
Los patrones que ven la crisis social y económica desde sus mansiones y comodidades no hacen oídos sordos cuando les conviene. La nueva, pretenden que este acuerdo totalmente repudiable nos afecte a las trabajadoras domésticas, lo cual no es posible ya que se supone que estamos regidas por leyes especiales.
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Pero claro, ellos siempre interpretan las leyes a su comodidad. Basta con ver cómo los ricos encontraron mil maneras de para que muchas trabajen a pesar de la cuarentena obligatoria.
“Me dijeron que me van a descontar porque salió una ley, les dije que no corresponde pero hacen lo quieren con nosotras” nos contaba Lore. “Yo gano $9.600 mensuales y me quieren descontar el 25%, no me va a quedar nada” agregaba.
“Me descontaron $6.000” decía Sandra. “A mí me descontaron $4.000” agregaba otra trabajadora, mientras mandaban el boletín oficial que plasma el acuerdo realizado entre gobierno, dirigentes sindicales traidores y empresarios.
Si se trata de “cumplir leyes” ¿quiénes se favorecen más?
Sólo para hacer el contraste. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo publicado a mediados de abril de este año, 3 de 4 mujeres que trabajamos en este sector estamos en la informalidad, representamos el 5,6% del empleo total del país, representamos el 17,4% de las mujeres ocupadas y el 22% de las asalariadas.
Desde el observatorio de despidos de La Izquierda Diario informaron que las trabajadoras de casas particulares cobran en promedio un 36% menos de lo que cobran las trabajadoras formales de otros sectores.
Además el dato agravante es que el 98% del trabajo doméstico lo realizamos mujeres, son aproximadamente 1.700.000 mujeres de las cuales el 44% son jefas de hogar, sin embargo nuestro salario es más bajo que el promedio nacional.
“En mi caso trabajo 8 horas, me venían pagando lo acordado, pero el mes pasado no me pagó lo que me daba en negro. Y con mis otros ingresos no cuento porque también doy clases particulares y ahora no puedo. Alquilo y es el único ingreso el de la señora. Sólo pude traer a mi hijo conmigo 2 veces unos días por falta de mercadería, está con el padre por mi falta de recursos”. Es uno de los testimonios más desgarradores.
“Yo cobré lo que figura en el recibo nada más, antes cobraba 28 mil en total porque también trabajaba los sábados, más los premios. Ahora me pagan 17 mil menos, por la obra social que me la descontaron de ahí, o sea 16 mil en mano” explicaba Mery. Y nos decía “yo estoy sola con mi hijo y sólo en medicamentos gasto $4.000”.
En otro relevamiento realizado por la UNLa y el CEIL del Conicet surge que sólo el 33% las trabajadoras imposibilitadas de trabajar recibió su salario. ¿Qué significa este dato?
Este conteo se realizó sobre la minoría de trabajadoras registradas, a un 11% de ese total le siguen pagando porque siguen yendo a trabajar. A muchas de ellas les cambiaron la categoría para ir a trabajar, las encerraron o intentaron de distintas maneras obligar a muchas mujeres a exponerse al contagio del virus.
“Yo sólo hago tareas de limpieza pero me cambiaron la categoría para que siga yendo a trabajar, en principio una vez por semana, ahora quieren que vaya tres veces por semana” nos contaba Alicia que viaja horas para llegar a su lugar de trabajo. “Yo tengo miedo por mí y por mi familia porque encima en el barrio hay casos positivos.”
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Las estrategias son variadas, la humillación a este sector viene mucho antes de la cuarentena y es moneda corriente, invisibles a los ojos del Estado, de todos los gobiernos que pasan de turno y la situación que no cambia.
“A mi me pagaban por hora, por el momento no estoy trabajando, solo una semana me pagaron $1000, después nada. Recién este sábado voy a saber si sigo o no trabajando” decía María.
“Yo si voy cobro, si no ajo y agua”, dice Eli. “Y me avisó que después de la cuarentena me va a bajar el sueldo porque dice que gano mucho” agregó.
“A mi no me pagaron hasta este mes” contaba Noelia.
“A mi me cambiaron el nombre, porque les gustaba llamarme Rosita aunque mi nombre es Beatriz”
Las que realizamos los trabajos que no quieren hacer ellas y ellos, quieren sus paraísos brillosos humillan con salarios de hambre. Nuestra jornada de trabajo vale lo que los patrones gastan en un vino. Para ellos pisotear la dignidad es su derecho:
“Tenés que adelgazar que así sos muy lenta”
“Tenés que arreglarte un poco más, además siempre con esa cara, sonreí un poco más”
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Un sindicato que se preocupa más por los ricos que por nosotras
Nuestro sindicato, UPACP, ante estas problemáticas lo único que hizo es reproducir la información que ya sabemos en las redes, pero jamás buscó soluciones reales.
En estos últimos días sumó el pedido al Ministerio de Trabajo el pedido por la inclusión de los empleadores al programa Asistencia de Emergencia al Trabajo y a la Producción (ATP) que salió en conjunto con el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) solventado con plata de la Anses.
Esto es totalmente escandaloso y una burla para nosotras. Primero, porque la gran mayoría estamos en negro, ese “beneficio” sólo contemplaría al sector registrado.
Además, a través del programa ATP los empresarios vienen recibiendo esta ayuda sin restricción alguna, sin embargo siguen sin pagar los salarios. Son miles los trabajadores que ven sus recibos de sueldos en cero. Ellos siguen recibiendo millones, nosotras y nuestras familias reciben migajas.
Por otro lado, muchas de nosotras ni siquiera percibimos la IFE que nos corresponde, aunque es una ayuda familiar que es totalmente insuficiente porque es restrictivo y discrimina a los trabajadores inmigrantes y se ponen excusas burocráticas para que no la cobres. Mientras tanto pasamos hambre, vamos a buscar los bolsones a los colegios que tampoco alcanzan porque están llenos de arveja y polenta que no son alimentos para nuestros chicos.
“Yo no cobre la IFE porque figuro cómo casada, estoy separada pero no me divorcié porque es muy caro, pensé que era por eso. Pero ahora me sale que es porque otro integrante lo cobró y es mi hijo que trabaja en McDonalds, el sueldo de él es de miseria y les vienen descontando plata y por quincena cobró $3.200” decía Patri.
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Nuestro reclamo es que nos paguen la IFE a todas y que afecten a los ricos, muchas de nosotras trabajamos para esos grandes empresarios que hoy no tienen problemas económicos. Necesitamos que haya un impuesto a los más ricos del país para un salario de cuarentena de $30.000 para nosotras y nuestras familias, para que podamos soportar esta situación de cuarentena sin pasar hambre.
A visibilizar nuestro reclamo. No somos ni "Esperancita" ni la "criada"
“Nuestro trabajo siempre ha sido invisible para el Estado, deja que los patrones hagan los que quieran con nosotras.” Es por eso que nos empezamos a organizar, nuestros grupos de facebook empiezan a moverse porque la situación es insostenible. Así como ya lo hicieron las trabajadoras de Nordelta.
Hacemos denuncias pero queremos respuestas y soluciones. Ya no queremos ser invisibles ni ser simples números de análisis. “Chicas esto no es para que nos agarre el bajón, sino para estar despiertas y hacer algo al respecto” dice Patri, pero es lo que nos une.
Somos las Trabajadoras Domésticas Contra la Discriminación y estamos tejiendo una red con nuestros hijos, nuestras hermanas, nuestras vecinas que también son precarizadas. Por nuestros derechos. Por nuestra dignidad.
Este sábado 6 de junio hacemos una asamblea, sumate con nosotras.