El intento desesperado de un adulto mayor por quemarse a lo bonzo en una oficina de ChileAtiende en Valparaíso no es solo un acto individual de desesperación; es un grito de desesperación de quienes el sistema económico ha dejado atrás. Este hecho, motivado por la combinación de una baja pensión y el duelo por la muerte de su esposa debido a las listas de espera en salud, refleja la crudeza de un modelo económico que convierte la vejez en un castigo.
Miércoles 27 de noviembre
Chile, con su sistema de pensiones basado en las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones), perpetúa la precariedad de las personas mayores. Un modelo privatizado cuyo objetivo es garantizar las millonarias ganancias de las administradoras por sobre el bienestar de los pensionados que, en promedio, reciben montos muy por debajo del salario mínimo. Para miles de chilenos, llegar a la vejez significa enfrentar la pobreza y el abandono.
Promesas y parálisis política
Ante la tragedia, figuras políticas locales lamentaron la situación, pero son estos mismos los que han perpetuado el sistema o limitado su “denuncia” a una reforma mínima que no cambia estructuralmente el sistema.
De hecho, lejos quedaron las promesas del fin de las AFP que prometió el gobierno, así como la priorizacion de las demandas sociales en salud y educación que se han visto abandonadas en la discusión presupuestaria, para no pasar a llevar la “regla fiscal”, pero al contrario, hoy los presupuestos para las policías y militares han crecido como nunca bajo un gobierno democrático.
El abandono de la vejez
El caso en Valparaíso no es un hecho aislado. Según cifras del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), una parte importante de las personas mayores en Chile vive con pensiones insuficientes, enfrenta barreras de acceso a la salud y, muchas veces, carga con deudas para cubrir necesidades básicas.
Mientras las pensiones siguen siendo de hambre, miles de adultos mayores deben rebuscarse la forma para adquirir alimentos, costear costosos tratamientos médicos o, como ocurrió en el caso de ayer, morir esperando una atención profesional debido a la falta de recursos del sistema público.
Un modelo fallido
Mucho se ha hablado de que el sistema de ahorro forzoso que existe en el país no es un sistema de pensiones, y es verdad, el modelo de las AFP ha servido sobre todo, para inyectar enormes bolsones de los cotizantes al mercado de capitales, recursos con los que las grandes empresas capitalizan sus proyectos, con “prestamos” a bajo costo y que luego se transforman en millonarias ganancias para unos pocos, mientras el sobrante es repartido en pensiones miserables que no alcanzan para nada.
Y es que el sistema de pensiones no puede considerarse aislado de un modelo económico capitalista y neoliberal que fomenta la desigualdad. Las AFP son solo una pieza de una estructura que concentra riqueza en manos de unos pocos, mientras la gran mayoría se ve condenada a sobrevivir en condiciones indignas.
El costo de la indiferencia
La imagen de un adulto mayor intentando inmolarse no debería ser solo un llamado a la reflexión, sino un punto de quiebre. La reforma de pensiones de la que tanto habla el gobierno, no es más que un parche que legitima un modelo profundamente cuestionado como es el de las AFP. En vez de cuestionar el modelo, de combatir los sentidos comunes individualistas, donde cada quien se salva solo, el gobierno tiró la toalla y se limita a lamentarse por “no tener los votos”, total los que moriran en la pobreza no serán ellos.
Mientras no se aborden las causas estructurales de este abandono, la desesperación seguirá cobrando víctimas. Hay que reorganizar la pelea por acabar con el sistema de AFP y avanzar a un sistema de reparto, solidario controlado por pensiones, técnicos y trabajadores que decida donde y porqué invertir los recursos obtenidos, que las pensiones no sean inferiores a la linea de la pobreza, para esto hay que tocar las grandes ganancias de los capitalistas.
Para esta pelea, debe ser la clase trabajadora, junto a las mujeres y la juventud la que luche por un sistema gobernado por las y los trabajadores, que invierta las prioridades y ponga fin a este Chile al servicio de los empresarios.