El gobierno tomó como blanco de sus ataques a los trabajadores aeronáuticos y la privatización de Aerolíneas Argentinas e Intercargo como bandera. Sacar conclusiones de este conflicto es clave para enfrentar lo que se viene. El gobierno sigue adelante. Sin tregua, debemos organizar la defensa activa contra los privatizadores.
Sábado 16 de noviembre 20:05
Se sabe. El gobierno tomo como blanco de sus ataques a los trabajadores aeronáuticos. Se valió para su embestida de la militarización de los aeropuertos y del apoyo de los grandes grupos mediáticos. La mentira y la estigmatización de los trabajadores fueron el eje de una nefasta campaña anti obrera que busco amedrentar y socavar la moral de quienes ponen el cuerpo todos los días para que las cosas funcionen en los aeropuertos y los aviones vuelen por los cielos.
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No obstante, la enorme campaña reaccionaria del gobierno, los resultados inmediatos de la negociación paritaria arrojaron resultados contradictorios. Las pretensiones iniciales que el gobierno esgrimió contra los supuestos “privilegios” no paso de las intenciones y todo indicaría que el conflicto sigue latente. Un impase de “temporada” donde aerolíneas ni se privatiza ni entra en “concurso preventivo”. El alarde del gobierno ni bien terminada la negociación, parece buscar volumen en la opinión pública para próximas embestidas, más que una realidad concreta plasmada en actas. Al respecto el gobierno no las hizo públicas y, hay que decirlo, tampoco los Sindicatos. El secretismo de estos últimos termina colaborando con la orientación discursiva del oficialismo. Escapando a cualquier visión tranquilizadora el colectivo de trabajadores aeronáutico se percata de que el asedio gubernamental persiste. Al día siguiente de los acuerdos el gobierno volvió a insistir en su objetivo privatizador.
Así las cosas, todo indicaría que el gobierno se vio obligado a incrementar los porcentuales pretendidos inicialmente llevando la cifra a un 19 % pero por debajo de lo perdido en el año para los bolsillos de los laburantes. Los puntos convencionales más nodales pasarían a una difusa “mesa de trabajo” dando lugar a lo podríamos definir como un impase. La importancia de este conflicto testigo en pleno curso vale tanto para el mundo obrero que habita los aeropuertos como para todos los sectores de trabajadores de otras ramas de los servicios y la industria sumamente agraviados por las políticas oficiales. Que quede claro: el gobierno quiere, pero no siempre puede. La fortaleza de quienes mueven las cosas en nuestro país intenta ser minimizada para los fines del gobierno nacional. Sucede que después de las campañas y los discursos esta la realidad.
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Hay que destacar un aspecto fundamental de la negociación ocultado deliberadamente por las usinas mediáticas, a saber. No se logró imponer el descuento ilegal anti huelga en el que el gobierno insistió denodadamente apropósito del paro del transporte. El silencio mediático respecto de este punto no valió para varias asambleas del sector que aplaudieron aquello como un triunfo contra los intentos de naturalizar el ataque al derecho elemental a la protesta y la huelga. Los elementos tímidos de carneraje fueron derrotados. Esta cuestión resulta de vital importancia toda vez que la PSA mantiene el estado policial al interior de los aeropuertos y en particular contra los laburantes de Intercargo.
Resulta de primer orden denunciar el asedio de la PSA sobre la estructura laboral que cruza las múltiples funciones del trabajo de Rampa en los aeropuertos. Al terror de los despidos de compañeros de Intercargo, bajo acusación de participar de una asamblea en defensa de un compañero, se agrega el terror policial. Un combo que busca amedrentar y apaciguar la fuerza de los trabajadores. La relación directa que guarda esta provocación permanente se inscribe en la prepotencia patronal y estatal que intenta imponer un carneraje armado sustentando por esa vía la política de “esencialidad” del rubro aeronáutico. Similar a lo que ensaya para otros rubros y estructuras laborales. De ahí que el silencio de los Sindicatos aeronáuticos y en particular de APA derive en un peligroso antecedente para los aeronáuticos y el conjunto de los trabajadores. No se trata de publicar tímidos y difusos comunicados de prensa corporativos. La consigna ¡Fuera los milicos de nuestros puestos de trabajo! debe ser una bandera de primer orden del conjunto de la clase obrera y de todos los sectores democráticos que dan pelea contra el gobierno.
Partiendo de este punto de vista más general es menester que los trabajadores aeronáuticos tomen la iniciativa activa, estableciendo la deliberación cotidiana y democrática de sus propios asuntos. Para eso es fundamental que el órgano de la asamblea de base tome la posta en la resistencia contra la privatización de Aerolíneas e Intercargo. Deliberación que tenemos que promover buscando la unificación de todos los sectores. Unir lo que los Sindicatos del sector dividen. Unir Rampa, pilotos, tripulantes, tráfico, tercerizados. Unir a los trabajadores de distintas empresas como Controladores, Intercargo, Aerolíneas. Incluso ir a la unidad con las compañeras y compañeros que laburan en las empresas de bajo costo “Low Cost”.
Sucede que el enemigo se hace de las palancas del Estado para promover aceleradamente la orientación de “Cielos Abiertos” abriendo de manera descarada el espacio a empresas extranjeras que apuntan a los nudos lucrativos de la actividad aerocomercial. Por esa vía se generan las condiciones materiales y las presiones necesarias para destruir Aerolíneas e Intercargo. Cualquier pelea corporativa, que se acote a los estrechos márgenes que marca el enrolamiento gremial lleva las de perder. Si la lucha no es de conjunto y unificada se hace difícil enfrentar al enemigo gubernamental que asesta golpes a nuestras conquistas de manera unificada. Con el Estado, las patronales y la PSA coordinando sus golpes contra las trabajadoras y trabajadores.
De ahí que la “tregua” entre el gobierno y los Sindicatos aeronáuticos derive en iniciativa y tiempo en favor del bando oficialista. Es por eso que los aeronáuticos tenemos que organizar desde el día uno la resistencia activa. Para ello nos valemos de nuestra propia historia. Poderosa y presente. La memoria de la enorme pelea contra el cierre de Aerolíneas para cuando el grupo Iberia concreto el vaciamiento y quiso dar por tierra con nuestra línea de bandera. No fueron solos los aeronáuticos los que resistieron. La victoria contra el cierre fue producto de una enorme opinión pública movilizada que le hizo imposible a los vaciadores concretar su plan de cierre.
En eso reside el enorme valor de la lucha contra los despidos de las compañeras y compañeros tercerizados de Aerolíneas (GPS) que en su andar fueron en busca de las fuerzas vivas que enfrentan los planes del gobierno. Participando de cuanta movilización se realizase, de las Asambleas Populares, de los estudiantes en lucha y siendo parte en la toma de facultades, unificando junto a jubilados, estudiantes, y otros sectores en lucha la pelea contra el ajuste que impacta al conjunto de los trabajadores. Buscando la solidaridad recíproca y contribuyendo a la defensa activa contra la privatización.
Como fuere, en el próximo episodio de la batalla aeronáutica, hay una consigna a destacar, FUERA LA POLICIA de nuestros lugares de trabajo y de nuestros puestos de trabajo y de Intercargo; reincorporación de todos los despedidos de Intercargo, como así también para las y los compañeros de GPS, no a la privatización de Aerolíneas e Intercargo. Desde nuestra agrupación El Despegue, consecuente con las ideas de la izquierda que promovemos, daremos todo para organizar y enfrentar los planes de la derecha que nos gobierna.