“No hay dinero para pagar las adscripciones” planteó la Universidad de Tres de Febrero a estudiantes y docentes de distintas carreras que recibieron esta noticia por mail, a días del comienzo de clases. La gestión del rector Martín Kauffman se hace eco de la política del gobierno de Milei y el recorte presupuestario. Es necesario organizarse para enfrentar el ajuste y defender la educación pública.
Martes 5 de marzo
En medio de un inédito ataque al presupuesto universitario, el plan motosierra de Milei es administrado a voluntad de los rectores en cada instituto. En este caso, sin más información que un mail interno por parte de la gestión, el rector Kauffman de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) anunció la suspensión de las adscripciones de estudiantes.
Las y los adscriptos son estudiantes que por su desempeño académico y sus conocimientos colaboran con el dictado de las materias, por lo cual reciben a cambio una beca. Los adscriptos cumplen un rol fundamental en el proceso de enseñanza - aprendizaje, en tanto también ellos son estudiantes que asisten a sus pares, se encargan de tejer redes de comunicación, dictar clases y aportar sus conocimientos a la cátedra. Su trabajo permite brindar apoyo personalizado a cada estudiante durante el proceso de aprendizaje. Así, ante el congelamiento presupuestario el ajuste recae en el ínfimo ingreso de los adscriptos, quienes muchas veces se hacen cargo de la calidad académica de cada materia.
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Se trata de al menos un centenar de estudiantes los que son afectados directamente, pero detrás también hay cientos de docentes y estudiantes que, a días de comenzar las clases se encontrarán con un vacío cada vez más profundo de calidad educativa. A estas “reestructuraciones de presupuesto”, como llaman a la administración del ajuste, se le suman el cierre de materias troncales, cupos en el ingreso, cierre de comisiones, límites a la cantidad de materias a cursar y un salario docente que no para de perder frente a la inflación.
En diálogo con M, estudiante de la universidad y ex adscripto, nos comentaba:
“Los estudiantes no dejamos de recibir noticias de decisiones que parecen tomadas para que cada vez haya más complicaciones. Aunque ni siquiera son noticias, porque no hay comunicados por medios oficiales. Son rumores que luego nos confirman los profesores, a quienes les asignan el rol de verdugos. En el pasado nos tocó enterarnos de que la universidad no va a abrir el ingreso a la carrera por un año. Que varias comisiones de algunas materias dejan de existir. Que las materias tienen que ser sí o sí virtuales. Que las materias tienen que ser sí o sí presenciales. Que la mitad de las materias no se van a ofertar. Y la última primicia fue que las materias ya no van a tener docentes adscriptos, que son fundamentales en cualquier curso teórico práctico.”
Sobre la situación más en particular de los adscriptos, M agrega:
“Durante más de 2 años fui docente adscripto en la Untref, pero me vi forzado a buscar alternativas laborales por varios motivos. Las becas por adscripción perdieron su poder adquisitivo un 90% lo cual me llevó a dar clases particulares en el ámbito privado. La universidad cerró la mitad de las materias que se ofertan por cuatrimestre y cerró varias comisiones de las materias que sí abren. En vista de este deterioro de la oferta académica la graduación cada vez se hace más lejana, y poder trabajar durante la cursada se hace imprescindible. Como la universidad no ofrece un plan de estudios que permita disponer de horarios laborales, tuve directamente que cambiar de rubro debido a la precarización de la docencia. Siempre me gustó la docencia pero cada vez se hace más inviable pensar en continuar mi carrera como docente. Sobre todo ahora que directamente la universidad eliminó de cuajo a todos los adscriptos, gota que pareciera desbordar el vaso.”
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Fingir demencia
Mientras el presidente afirma que las universidades públicas son un negocio de la política, los estudiantes hacen malabares para trabajar por salarios bajos y llegar a la exigencia académica de carreras que poco tienen en cuenta la realidad de los mismos, entre tarifazos, enormes gastos de fotocopias y transporte y horarios cada vez más complicados.
Todo esto se da con la total complicidad del Centro de Estudiantes que dirige Unión Universitaria que hace absoluto silencio y se niega a convocar asambleas abiertas a la comunidad, así como de los consejeros estudiantiles que no son más que figuritas vacías, ya que es el rector en reuniones secretas con diferentes autoridades los que definen quién y cómo paga el ajuste.
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“Fingir demencia” es la línea oficial de la gestión universitaria y sus aliados del Centro, es decir, denunciar la falta de presupuesto en comunicados, pero en los hechos la orientación es agachar la cabeza, auto ajustarse, y seguir como si nada dentro de un orden normal, en lo posible sin anunciarlo en ningún lado: el ajuste es un mail, un boca en boca. No hay normalidad en un país con casi 60% de pobreza, pérdida de recursos para la educación, aumento del abandono por parte de los estudiantes.
Cabe preguntarnos, cuánto cobra Martin Kauffman como rector para decidir con el dedo que ante el grito de “no hay plata” lo que corresponde es quitarle las becas a estudiantes que juegan un rol en la enseñanza universitaria.
Es necesario que los centros de estudiantes retomen la lucha por la defensa de la educación pública, que los sindicatos se pongan en el centro para convocar a un paro general y apoyar a nuestros docentes y la educación de millones de hijos de trabajadores.
En estos días se está preparando y debatiendo un paro universitario para el inicio de las clases regulares la semana que viene. Mientras que en diferentes carreras, como en Ingenieria en Sonido y en Música, se vienen reuniendo en asamblea para debatir sus problemáticas. Así también viene organizándose la asamblea de estudiantes de Untref que fue parte de las movilizaciones contra la ley Ómnibus y abre una posibilidad de participación estudiantil ante la pasividad del Centro de Estudiantes. Todas estas instancias de auto-organización serán claves para enfrentar la motosierra y licuadora de Milei que amenaza el derecho a la educación gratuita, integral y de calidad.