Sábado 22 de noviembre de 2014
La última campaña de Victoria’s Secret generó una gran conmoción y repudio en los medios de comunicación. En ella se muestra un grupo de chicas extremadamente delgadas en ropa interior, con el título de “Cuerpos perfectos”. La campaña generó tanto repudio que los dirigentes de la empresa debieron cambiar la leyenda que estaba inscripta sobre los cuerpos de las diez modelos de la foto.
Mientras tanto, el conocido diseñador de moda Fabián Medina Flores y sus comentarios desafortunados también producían un particular repudio en los medios hegemónicos nacionales acerca de un tema del cual todos estamos enterados: la extremada delgadez, signos y símbolos de anorexia en muchos casos, de las modelos de alta costura. Medina Flores señaló como “panaderas” o “ferreteras” a aquellas que no nos ajustamos a esos prototipos. Las que realmente debemos dedicarnos a ‘lo que el cuerpo nos dé’, en el sentido más explícito de la frase.
Su visión está tan instalada, que sólo se repudia su sinceridad. La indignación que aparentan expresar los comunicadores televisivos es sumamente limitada. Siguen invitando a este personaje a sus programas, siguen dándole ‘aire’ para que continúe degradando a la mujer. De esta manera, quienes seríamos las “imperfectas” (según los publicistas de Victoria’s Secret), somos las excluidas, porque acá si no vendés estás afuera. ¿Cómo podemos admitir que una minoría introduzca en la opinión pública que una chica con un peso saludable no es seductora ¿Quién supone que una chica “rellena” no puede ser sensual?
Y así tragamos el verso, literalmente, porque alguien nos dijo que ellos dicen la verdad. ¿A quién se le puede llegar a ocurrir que un hombre tan exitoso puede estar equivocado? Incluso nos manifiestan, utilizando el miedo de por medio, que si pensamos distintos nos van a excluir. La exclusión es lo único que termina siendo real. Cada reclamo que realiza una mujer es consecuencia de un dedo que señala y la tilda de rebuscada, jodida, loca o histérica. “Ya votan, trabajan y hasta algunas ganan más que nosotros, ¿qué más querés?”. ¿Qué más quiero? Quiero no tener que sentirme agradecida porque me concediste un derecho que merezco. Quiero no ser despreciada por opinar distinto que un hombre. Quiero que mi físico no valga más que mi talento. Quiero poder mirarme al espejo y encontrarme a mí, no a vos susurrándome que no soy “perfecta”. Y por sobre todas las cosas, quiero poder ser tan imperfecta como yo quiera, sin que eso me genere consecuencias durante toda mi vida.
Agos Nejamkin