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Red Internacional
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Entrevista. Alejandro Tantanian, hacer teatro en tiempo de crisis y pandemia

Charlamos con el prestigioso autor, docente, actor y director sobre actualidad, perspectiva y desafíos en el arte y la cultura.

Lunes 26 de julio de 2021 10:40

Durante más de un año estuvieron las salas cerradas y en ese contexto estrenaste “Proyecto.Zip” en el que vimos ampliarse los límites creativos del género. ¿Cómo concebiste este proyecto experimental y cómo imaginaste su adaptación a la virtualidad?

  •  El “Proyecto Zip” nace en el marco del taller de escritura que tengo hace muchos años y noté, claramente, en la primera etapa de la pandemia, cuando empezamos con las clases virtuales, que había un compromiso diferente al de otros años en les alumnes y esa percepción me hizo sugerirles, si tenían interés, de armar un proyecto entre todes. Finalmente, de los veinticuatro, dieciséis aceptaron el reto y nos fuimos juntando, por fuera de las clases, tratando de tirar ideas, de pergeñar alguna posibilidad de proyecto que englobase a esos dieciséis autores de procedencias muy diversas con estéticas marcadamente distintas. Así se fue dando esa idea de proyecto que de alguna forma llega como un archivo .zip a quienes deciden experimentarlo vía alternativa teatral. Ese archivo se despliega y contiene desde una obra audiovisual a una radiofónica; inclusive llega a tu casa una carta manuscrita... Es decir, distintas experiencias que tienen como eje en común la ausencia de cuerpo performativo. No hay ningún actor ni performer, sólo voces y el cuerpo que se pone en funcionamiento. El cuerpo que se activa es el del receptor. De alguna forma, esta posibilidad de decir: ¡presente!, permitió que estuviéramos ocupados, casi todo el año, en la construcción del proyecto.

    Lo lanzamos a principios de este año en el marco del FIBA, luego siguió su curso y sigue funcionando en alternativa teatral. De alguna manera fue una forma de adaptar esta producción artística a los tiempos pandémicos dejando bien en claro que no estábamos haciendo nada parecido a lo que la presencialidad permite. Me parece que eso también era necesario decirlo. El streaming, los videos... son actividades más protésicas, como una prótesis del teatro y no el teatro en sí que necesita de la comunión, de la presencialidad, de la unión del espectador y quienes hacemos. Eso es lo que se denomina teatro. Si existiera una nueva forma tendría otro nombre. No estoy en contra de las nuevas formas ni mucho menos, pero no sería teatro. Tendría que llamarse de otra manera.

    Pese a las restricciones estuviste dando el taller de escritura teatral y el seminario “Los Imprescindibles” sobre la obra musical de Bertolt Brecht, además de continuar con tu labor docente. El rol de les docentes se vio gravemente afectado y desnudó las falencias de un sistema educativo desfinanciado y obligado a sostener, a costa de la salud y las vidas de miles de trabajadorxs, la productividad que demandan los mercados y gobiernos. ¿Qué conclusiones sacaste de tu experiencia y cómo transitaste junto a tus alumnes este período?

  •  Sí, la verdad es que la pandemia afectó y sigue afectando muy fuertemente el área de la cultura. En el área teatral ya había una situación complicada. Muchos años de autoexplotación en el teatro, por lo menos en el área de teatro independiente, de los artistas independientes, y la pandemia vino a desnudar eso de manera muy violenta y muy cruel.

    Lo que intenté fue armar mi año de actividades. Tenía trabajos que fueron pospuestos y algunos cancelados definitivamente así que, las clases, para mí, fueron en principio un lugar necesario para la subsistencia mental, sobre todo; para estar activo y en complicidad con otres. Fue un período (sigue siendo porque continúo dando clases de manera virtual) de una actividad que rescato mucho. Creo que hay un compromiso y una necesidad, de parte de quienes deciden hacer estos cursos, de estar activos, de defender un vínculo fuerte, estrecho con la actividad. Eso también entusiasma y se crean redes. De otro orden porque, obviamente, la presencialidad es muy diferente, pero también la virtualidad tiene estas posibilidades. Gente que, por ahí, no puede estar en un curso presencial porque vive en otro lugar que no es la capital o en otro país que no es la Argentina o en otra provincia, puede acceder a los cursos, por lo cual eso es un aspecto positivo. En algún punto se democratiza un poco o se federaliza en el caso de la Argentina. Así que fue, y sigue siendo, un período muy fructífero en términos de vínculo entre los alumnos y yo.

    El arte y la cultura han sido de los sectores más golpeados por las restricciones y las respuestas de los gobiernos han sido pocas e insuficientes. El cierre de muchísimos espacios del circuito independiente y la falta de políticas que sostengan a las producciones del circuito “oficial” han llevado a les artistas y trabajadorxs de la cultura a una crisis sin precedente. ¿Qué pensás respecto al vaciamiento que está padeciendo la cultura y qué medidas crees que se podrían tomar para que artistas y trabajadorxs escénicos puedan subsistir y desarrollarse?

  •  Creo que cualquier ayuda del estado siempre va a ser absolutamente necesaria, siempre es poco, nunca alcanza. Creo que tiene que ver, también, con una cuestión medio endémica, hablo sobre todo del teatro independiente, (un área bastante afectada previamente a la pandemia) donde esas diferencias y carencias se vieron mucho más al desnudo. Creo que, en general, faltan ideas que se puedan cruzar y generar posibilidades de trabajo, de cruces... Hay falta de creatividad en los organismos vinculados a la cultura tanto en la nación como en ciudad. No hay riesgo. Se va siempre a lo seguro. Obviamente, todo aporte y dinero que el estado otorgue va a ser necesario, pero nunca alcanza. Me parece que lo importante también es empezar a crear posibilidades de cruces, de proyectos que involucren a artistas y generen contenidos; también se podrían crear desde la televisión pública, del canal y la radio de la ciudad y otros. Me parece que hay como un acostumbramiento a cierta cuestión medio anquilosada de pensar los modelos culturales y de no pensar la red cultural (hablo de la que yo conozco: la red teatral). Es importante volver a unirse, más allá de las ayudas o del padrinazgo de papá estado. Poder generar una red de artistas que pueda empezar a pensar, sobre todo si se llega a una situación similar a la que estamos atravesando, que tengamos un carácter de esencialidad y podamos demostrar que el arte es esencial; para eso hay que trabajar de manera transversal. Ojalá se puedan generar ese tipo de cruces, de propuestas, de proyectos, más allá de las ayudas o los planes de los estados

    El teatro Colón es uno de los que permaneció cerrado durante este año y gran parte del anterior. Allí se estrena, junto a la orquesta estable del teatro, una versión dramatúrgica con dirección tuya de “Theodora”. Händel narra, a través de la historia de Theodora, (quien fuera violada, torturada y asesinada por sus creencias) la persecución del imperio romano a los cristianos y es también una obra que describe con notable crudeza y sensibilidad aquellos tiempos oscuros. ¿Cuánto influenció este presente pandémico a tu versión? y ¿cuál es el potencial del arte para expresar la tragedia sin perder su fuerza transformadora?

  •  Lo que vamos a hacer en el Teatro Colón es una versión semi escénica del oratorio de Händel: “Theodora”. De hecho, un oratorio no presupone una escena, sino que siempre es una versión ´Concierto´, por lo cual, vamos a hacer algo que de alguna manera supere la forma preestablecida de la obra y va a ser una versión semi escénica. A su vez, hay una dramaturgia hecha sobre ese material, que es muy extenso y por causa del covid el espectáculo no puede tener un intervalo (la obra entera dura tres horas y media) por lo cual haremos una versión de aproximadamente dos horas, recortando algunos fragmentos, pero tratando de generar el mismo arco narrativo. Es por eso también que decidí que hubiera una actriz: Mercedes Morán, quien funcionará un poco a modo de narradora. Después hay una lectura sobre el material que tiene que ver con las disidencias, las minorías, ciertas cuestiones de género y de sexualidades que va a estar atravesado desde el hoy; una lectura inscripta en el hoy. Más allá de que la obra va a estar ejecutada como estuvo pensada y construida por Händel, hay un discurso paralelo que se va a ir sumando ahí que le dará esa posible fuerza transformadora de anclarla en el presente. Espero que así sea.

    Las plataformas audiovisuales se han transformado en divulgadoras masivas de contenido e ideología y en ellas, como en la literatura, podemos apreciar una tendencia recurrente y comercialmente efectiva por narrar historias distópicas, futuros apocalípticos. Aunque estas propuestas ficcionales tienen una base real de la cual partir ante la barbarie que nos presenta y proyecta el capitalismo, no aparece una corriente o movimiento artístico que plantee una visión superadora o de futuros que merezcan la pena ser vividos. ¿Por qué crees que no surgen nuevas vanguardias artísticas que cuestionen lo establecido o al menos destaquen la belleza, la tragedia, el humor y el drama de ser humanos por encima de estas proféticas condenas? ¿Qué otra forma de arte y de mundos posibles (o imposibles) imaginas que no estén siendo representados por la cultura dominante?

  •  Coincido mucho en el diagnóstico que dan sobre esta situación del acostumbramiento a las distopías y a las catástrofes. Yo creo que el arte también tiene la posibilidad de mostrar un futuro de otro orden. Siempre pienso en el concepto de la esperanza o el principio “esperanza”, que es poder pensar: ¿qué es aquello que uno desea, en términos benéficos de bien común? Está como adelante en el tiempo, en el futuro. Como la esperanza: lo que está por venir, pero nunca llega. Pensar: ¿qué de eso está hoy en el presente? Darle lugar y que eso crezca. Me parece que eso sería una posibilidad: pensar en la esperanza como un principio activo más que como un principio pasivo en el que uno espera que eso llegue sin hacer nada. Estaría bueno empezar a pensar que se puede construir en el aquí y ahora, darle lugar, que empiece a crecer (por eso hablo de principio activo). Creo que esa idea es algo que me ocupa ya hace un tiempo y me parece que es lo que estaría necesitando, por lo menos, la actividad artística: vislumbrar una utopía. Pero no en el futuro; no como algo que no va a llegar; no como un horizonte que se aleja porque no lo alcanzamos; si no de una manera más activa. Construirlo en el presente.

    Muchas actividades y proyectos artísticos se vieron obligados a adaptarse a la virtualidad. En muchos casos han surgido nuevas formas creativas que llegaron para quedarse más allá de un eventual retorno a la presencialidad y seguirán su camino por streaming, youtube, redes, apps y otros formatos digitales. ¿Cómo pensás que será la nueva “normalidad” del teatro y su convivencia con estas novedosas formas que surgieron de la necesidad de expresarse ante el encierro de los cuerpos?

  •  No imagino todavía la nueva normalidad del teatro. Creo que falta mucho. Cuando esto pase creo que vamos a ver un paisaje de después de la batalla. Bueno ahí habrá que reconstruir. Tejiendo redes. Pensando en posibilidades de construir redes para que vuelva a funcionar.

    Sobre las nuevas formas: nada pareciera estar cambiando. Cuando el teatro está volviendo, está volviendo a la vieja normalidad; y nombrábamos normalidad a eso que nos trajo a este horror, por lo cual de normalidad no tenía nada. Hay también una necesidad de volver a eso; un primer acostumbramiento. Igualmente, creo que la marca en los cuerpos de esta pandemia va a durar mucho tiempo. Más allá de que uno olvide o intente olvidar, eso va a estar en la memoria de todes nosotros. Hemos perdido gente cercana, hemos estado y seguimos rodeados de un paisaje horrible y de muerte. Entonces, esas formas, todavía no las vislumbro. Pero bueno, siempre atento a ver qué formas asume el futuro o el presente.