En el marco del acercamiento entre Cuba y EE.UU., el Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier (SPD), viajó a La Habana para reunirse con Raúl Castro. Es el primer Ministro de Relaciones Exteriores de la República Federal que viaja a la isla caribeña.
Jueves 23 de julio de 2015
Fotografía: EFE / Michael Kappeler
En su agenda hubo charlas con artistas y deportistas cubanos, con el arzobispo de La Habana Jaime Ortega Alamino, con los Ministros de Cultura, Economía y Relaciones Exteriores y con el presidente Raúl Castro.
El objetivo de la visita era mostrar que “Alemania toma en serio a los gestos de apertura del presidente y quiere acompañar positivamente el proceso de cambio”.
Es decir, el imperialismo alemán intenta sacar provecho del proceso de apertura capitalista que está viviendo Cuba. Si bien no se trata de un “giro estratégico” de la política exterior alemana, están siguiendo los pasos del gobierno norteamericano, para sus propios fines.
En este sentido se firmaron dos acuerdos de “cooperación económica, cultural y política” para formar lazos y fortalecer la presencia alemana en la isla.
Raúl Castro valoró a la economía alemana y manifestó que “los intereses alemanes son bienvenidos en el país.” Pero, como se demuestra hoy en Grecia, los “intereses alemanes” nada bueno tienen que ofrecer para los trabajadores y el pueblo pobre en el mundo.
Steinmeier por su parte aseguró: “Tenemos sistemas económicos y políticos diferentes y concepciones de la democracia y la libertad de opinión y prensa divergentes. Pero damos cuenta de una apertura en Cuba, que queremos acompañar activamente y a la que los alemanes podemos aportar con nuestras experiencias de transformación”.
O sea, están vendiendo el proceso de anexión de la RDA y su integración en el mercado capitalista como ejemplo a seguir por Cuba. Una experiencia sumamente violenta para miles de trabajadores, mujeres y jóvenes, a quienes les fue arrebatado su empleo y su futuro y que todavía resuena en salarios y jubilaciones inferiores a los de Alemania occidental y en las condiciones de vida y trabajo más precarios de toda Alemania.
Aunque no se juntó con disidentes importantes, su encuentro con el arzobispo es un gesto hacia uno de los agentes reaccionarios más importantes en Cuba. Y aunque Steinmeier tampoco criticó duramente a la “falta de democracia”, como es costumbre entre los jefes imperialistas, sí habló de la falta de “derechos humanos”. Declaraciones hipócritas viniendo de un gobierno imperialista que está involucrado en guerras en África y Asia, que expulsa a miles de refugiados o les prohíbe los más mínimos derechos democráticos, restringiendo aún más el derecho a asilo, o impone un pacto colonial en Grecia.
El 2014 Alemania exportó bienes a Cuba por un valor de 191 millones de euros, sobre todo máquinas, bienes farmacéuticos y químicos e importó bienes con un valor de 33 millones de euros, sobre todo ron y cigarros.
Otro ámbito que une a los países es el turismo, siendo Alemania, después de los EE.UU. y Canadá, el tercer país con la mayor cantidad de turistas que visitan anualmente a la isla caribeña.
Las 30 empresas alemanas que ya están en la isla exigieron una representación oficial de la economía alemana en Cuba. Uno de ellos, productor de gases industriales, se quejó sobre “la burocracia lenta, los impuestos altos y la injerencia estatal”. Claro está, lo que más quieren los capitalistas alemanes es un rápido avance del capitalismo “de libre mercado” en Cuba.